El refugio se había convertido en un lugar vibrante, lleno de luz y esperanza. Cada día, más y más personas se unían a la causa de los Illumina, ansiosos por aprender y crecer bajo la guía de Luna y Adriel. Sin embargo, a pesar de la alegría que inundaba el templo, una inquietud persistía en el aire, un susurro de advertencia que nunca abandonaba la mente de Luna.
Una noche, mientras se preparaban para una nueva clase, Luna sintió que la atmósfera del refugio había cambiado. Las risas y conversaciones que antes llenaban el espacio ahora estaban cubiertas por un silencio inquietante.
—¿Has sentido eso? —preguntó Adriel, notando la tensión en el rostro de Luna.
—Sí, hay algo en el aire... —respondió ella, mirando a su alrededor. —No puedo ponerle nombre, pero siento que algo no está bien.
En ese momento, Selene entró en la sala, su rostro pálido y grave. —Luna, Adriel, necesito hablar con ustedes.
Los dos se acercaron rápidamente, sintiendo que la preocupación de Selene se extendía como una sombra.
—He estado sintiendo una presencia oscura cerca del refugio. No puedo identificar exactamente qué es, pero la luz que hemos cultivado parece estar siendo desafiada.
Luna sintió un escalofrío recorrer su espalda. —¿Crees que podría ser algún vestigio de Nyx?
Selene asintió, su mirada seria. —Es posible. Aun así, es esencial que nos preparemos. No podemos permitir que la oscuridad se infiltre en nuestro refugio.
Adriel, con determinación, dijo: —Podemos organizar patrullas alrededor del templo. Asegurémonos de que estemos alerta en todo momento.
—Sí, y también debemos enseñar a los demás sobre la defensa de la luz. No podemos depender solo de nosotros. Cada uno debe aprender a protegerse —agregó Luna, sintiendo que la urgencia crecía.
Selene asintió. —Eso es lo que haremos. Reuniré a los guerreros y comenzaremos un entrenamiento intensivo.
Durante las siguientes semanas, el refugio se llenó de una nueva energía. Luna, Adriel y Selene dirigieron clases sobre defensa y protección de la luz, enseñando a los guerreros a canalizar su energía y fortalecer sus habilidades. Cada día, los estudiantes se volvían más fuertes y más confiados.
Sin embargo, a pesar de sus esfuerzos, la sombra oscura parecía acercarse. A menudo, Luna se despertaba en medio de la noche, sintiendo una presencia inquietante que acechaba desde las sombras. Compartía sus preocupaciones con Adriel, quien siempre la consolaba, pero el peso de la incertidumbre no se desvanecía.
Una noche, mientras meditaba en el templo, Luna decidió que necesitaba una conexión más profunda con la luz. Se sentó en el suelo, cerrando los ojos y respirando profundamente. En su mente, comenzó a visualizar un campo de luz brillante que la rodeaba, protegiéndola de cualquier oscuridad.
De repente, una visión la invadió. Vio figuras encapuchadas, moviéndose sigilosamente por el bosque. Sus corazones latían con una malicia palpable, y su propósito parecía claro: infiltrarse en el refugio y despojarlo de su luz.
Luna abrió los ojos, respirando con dificultad. Sabía que tenían que actuar rápidamente. Se levantó y corrió hacia el aula donde Adriel estaba entrenando a los guerreros.
—Adriel, he tenido una visión. Hay alguien que se acerca, una sombra oscura que quiere infiltrarse en nuestro refugio.
El rostro de Adriel se endureció. —¿Qué deberíamos hacer?
—Debemos aumentar la vigilancia. Necesitamos patrullar el bosque y asegurarnos de que todos estén alerta. No podemos dejar que nos sorprendan —dijo Luna, su voz llena de determinación.
Adriel asintió y se dirigió a los guerreros que estaban entrenando. —¡Atención! Necesito que todos se reúnan aquí ahora mismo.
Los guerreros dejaron de entrenar y se acercaron rápidamente. Adriel les explicó la situación y la importancia de mantener la guardia alta.
—No podemos permitir que la oscuridad se infiltre en nuestro refugio. Vamos a establecer patrullas y realizar entrenamientos de defensa. Cada uno de ustedes debe estar preparado para lo que venga —dijo Adriel, su voz resonando con autoridad.
Luna sintió que su corazón se aceleraba mientras veía a sus compañeros de pie con determinación. La comunidad estaba lista para luchar por su luz, y eso le dio esperanza.
Durante los siguientes días, las patrullas se volvieron rutina. Cada noche, guerreros se turnaban para vigilar el perímetro del refugio, y Luna se aseguraba de que todos se sintieran seguros y apoyados.
Una noche, mientras estaba en la vigilia, Luna sintió que el aire se tornaba pesado. Las sombras parecían moverse a su alrededor, y su corazón latía con fuerza. Adriel se acercó a ella, su mirada fija en la oscuridad del bosque.
—¿Todo bien? —preguntó él, notando la tensión en su cuerpo.
—Siento que algo se acerca. La oscuridad está más cerca de lo que pensamos —respondió Luna, sintiendo un escalofrío.
En ese instante, un grito rompió la quietud de la noche. Era uno de los guerreros de la patrulla. Luna y Adriel se miraron, y sin dudarlo, corrieron hacia el sonido.
Al llegar al borde del bosque, se encontraron con un grupo de figuras encapuchadas, sus ojos brillando con un resplandor oscuro.
—¡Atrás! —gritó Adriel, mientras Luna canalizaba su energía, preparándose para enfrentar la amenaza.
Las figuras se movieron rápidamente, lanzando sombras oscuras hacia los guerreros. Luna sintió la presión en el aire, y al mismo tiempo, sintió cómo la luz dentro de ella comenzaba a brillar más intensamente.
—¡Protejan la luz! —gritó Selene, uniéndose a ellos en la batalla.
Luna y Adriel se movieron juntos, combatiendo las sombras. Cada golpe resonaba en la oscuridad, y con cada destello de luz que creaban, sentían que la comunidad se unía a su alrededor.
La batalla se intensificó, y Luna se sintió llena de energía. Era como si cada guerrero estuviera conectado a un hilo de luz, brillando en la oscuridad. Cada uno luchaba con valentía, y la unión de sus luces comenzó a ahogar la sombra que se cernía sobre ellos.