La noche se cernía sobre el refugio, un manto oscuro que parecía presagiar la llegada de algo ominoso. Luna y su comunidad estaban en alerta máxima tras recibir las noticias sobre la actividad de la sombra de Noctis en el bosque. Sabían que no podían bajar la guardia; su unidad era su mayor fortaleza, pero la tensión crecía a medida que la oscuridad se acercaba.
Aquella noche, Luna se reunió con Adriel y Selene para repasar sus estrategias. Habían formado grupos de patrullas que se turnarían para vigilar el bosque, pero sabían que un ataque sorpresa podría desbaratar sus planes.
—Debemos ser inteligentes en nuestra aproximación. No podemos permitir que nos dividan ni que siembren el miedo en nuestros corazones —dijo Selene, su mirada firme.
Adriel asintió. —Estaré con el grupo en la parte norte del bosque. Luna, ¿podrías unirte a mí? Sería más seguro tenerte a mi lado.
Luna sintió una oleada de gratitud. —Claro, estaré contigo. Todos necesitamos estar alertas.
Cuando la noche llegó, los grupos se dispersaron en el bosque. La luna brillaba con fuerza, proporcionando un resplandor plateado que iluminaba el camino. Luna se sentía enérgica, pero había una sombra de inquietud en su corazón. Se preguntaba si realmente estaban preparados para lo que podía venir.
Mientras avanzaban por el sendero, la naturaleza a su alrededor parecía en calma, casi inquietante. El canto de los grillos había cesado, y un silencio opresivo envolvía el aire. Luna y Adriel se detuvieron en un claro, manteniendo sus ojos atentos.
—Es demasiado tranquilo —murmuró Luna, sintiendo un escalofrío recorrer su espalda.
Adriel asintió, frunciendo el ceño. —Estemos alertas. Es posible que estén observándonos.
De repente, un ruido sutil rompió el silencio: un susurro, como si la misma sombra hablara. Luna se giró, su corazón latiendo con fuerza. —¿Escuchaste eso?
Antes de que pudiera terminar la oración, una figura oscura emergió del bosque, veloz como un destello. Luna y Adriel se colocaron en posición de combate, sus corazones latiendo al unísono mientras la figura se acercaba. No era Noctis, pero sí era un soldado oscuro, un guerrero envuelto en sombras, con ojos rojos que brillaban como brasas.
—Han estado buscando a Noctis, ¿verdad? —dijo la figura, su voz resonando como un eco. —Es un error. Él no es el único que acecha en la oscuridad.
Antes de que Luna pudiera responder, el guerrero oscuro lanzó un ataque, su mano extendida generando un rayo de sombra que disparó hacia ellos. Adriel reaccionó rápidamente, levantando su mano y desviando el ataque con una barrera de luz.
—¡Cuidado! —gritó Adriel, mientras el ataque pasaba rozando a Luna.
Luna, sintiendo la adrenalina correr por sus venas, contraatacó, concentrando su luz en un rayo brillante que disparó hacia el guerrero. Pero él se desvaneció en sombras, esquivando el ataque.
—Ustedes son más fuertes de lo que creí, pero la oscuridad siempre encontrará la manera de regresar. —Su risa fue una mezcla de locura y burla, resonando en el aire.
—¿Quién eres? —exigió Luna, buscando la verdad detrás de su fachada oscura.
—Soy Tenebris, el primer hijo de Noctis. He venido a reclamar este bosque para mi maestro. Su sombra será eterna.
Luna sintió que su estómago se hundía. —No permitiremos que eso suceda. Lucharemos por nuestra luz.
—¿Luz? —Tenebris se burló, como si la idea misma le resultara ridícula. —La luz no puede existir sin la oscuridad. Y pronto, verán lo que es perder.
Con un movimiento rápido, Tenebris lanzó más sombras hacia ellos. Luna y Adriel se prepararon para defenderse, conjurando energía y canalizando su luz. La batalla estalló en el claro, sombras y luces chocando en una danza caótica.
Luna se sintió abrumada por la fuerza de Tenebris. A cada golpe que lanzaban, él respondía con una rapidez aterradora, absorbiendo la luz y transformándola en sombras. Era como si la oscuridad misma cobrara vida, desafiándolos a cada paso.
—¡Necesitamos unir nuestras fuerzas! —gritó Adriel, tratando de mantenerse firme.
Luna asintió y cerró los ojos, recordando las lecciones que habían aprendido en su viaje. Concentró toda su energía, sintiendo la luz dentro de ella. Al abrir los ojos, se encontró con Adriel, y en ese instante, supieron que debían trabajar juntos.
—Ahora, ¡juntos! —gritaron al unísono.
Una explosión de luz brilló en el claro, uniendo sus energías. La luz se intensificó, formando un escudo que repelió las sombras que Tenebris había lanzado. La figura oscura vaciló, sintiendo el poder de la luz.
—¡No! ¡Esto no puede ser! —gritó Tenebris, mientras la luz lo rodeaba.
Luna y Adriel avanzaron, empujando a Tenebris hacia atrás. La luz comenzó a disolver las sombras que lo envolvían. En un último intento, Tenebris lanzó un ataque desesperado, pero la luz se intensificó, absorbiendo su energía oscura.
—¡No dejaré que esto termine aquí! —gritó Tenebris, mientras se desvanecía en una nube de sombras, dejando solo un eco de su risa.
El claro quedó en silencio, el aire impregnado de energía residual. Luna y Adriel, exhaustos, se dieron cuenta de que habían superado una prueba más. Pero en sus corazones, sabían que Tenebris no sería el último desafío.
—¿Estás bien? —preguntó Adriel, su voz llena de preocupación.
—Sí, creo que sí. Pero esto no ha terminado. —Luna miró hacia el bosque, sintiendo que aún había más sombras al acecho. —Debemos informar a los demás. No podemos permitir que la oscuridad nos sorprenda nuevamente.
Regresaron al refugio, donde los guerreros estaban en pie, preocupados por su ausencia. Al verlos, se acercaron rápidamente, ansiosos por escuchar lo que había sucedido.
—¿Qué pasó? —preguntó Selene, su rostro reflejando la ansiedad.
—Nos enfrentamos a un guerrero oscuro llamado Tenebris, un enviado de Noctis. Él es más poderoso de lo que imaginábamos. —Luna compartió la experiencia, sintiendo la tensión en el aire.