La historia de Luna, Adriel y Selene se convirtió en leyenda, contada a lo largo de generaciones. Su lucha contra Noctis y la victoria sobre la oscuridad recordaban a todos que, incluso en los tiempos más oscuros, siempre había un camino hacia la luz.
Así, el refugio se transformó en un símbolo de esperanza y unidad, un lugar donde los vampiros y los humanos coexistían en armonía, aprendiendo unos de otros y compartiendo sus historias. La luz del relicario seguía brillando, un recordatorio de que la amistad, el amor y el coraje siempre triunfarían sobre la oscuridad.