Capítulo 2:
Documentos
No pude comunicarme con mi hermana en toda la noche, la señal estuvo patética. Le he dejado un mensaje que no ha visto, comienzo a preocuparme y Flavia se da cuenta.
—¿No has hablado con ella? —sus ojos marrones detrás de sus gafas parecen muy pequeños.
—No he podido comunícarme —confirmo sin quitar la vista de la documentación que solicitó mi hermana.
Es un poder donde me autoriza como tutora legal de sus tres hijos. Lo he leído más de cinco veces, esta muy bien redactado y abarca todo lo necesario para que pueda hacerme cargo de la crianza y educación… hasta tengo autorización para viajar con ellos dentro y fuera del país.
Y no es lo más sorprendente. Lo que me ha dejado con la boca abierta es que el padre de los niños también ha firmado, acordado, autorizado, que yo sea la responsables de sus hijos. Lo que eleva mi grado de preocupación.
¿Qué puede estar ocurriendo con mi hermana?
—Señora Flavia, necestio endender a que se debe esto —dejo el poder sobre el escritorio—. ¿Tiene usted alguna idea?
—Para serte sincera, tu hermana omitio sus razones al momento de venir a solicitar ese poder. También quede muy sorprendida. Yo le tuve mucho aprecio a Clara, y a ustedes también y me preocupa Elena —se quita las gafas y se masaje la sien—. Me hace recordar a tu tía. A pocos días antes de morir ella vino para que redactara su testamento, algo que me parecio apropiado. Un testamento hecho a tiempo evita conflictos familiares, y procedimiento engorroso para la repartición de los bienes. Lo que si me hizo… como una sensación de alerta fue la premura con que lo solicito. Como si supiera que a solo cinco días se moriría. Con esa misma premura estuvo aquí tu hermana.
La muerte de mi tía fue inesperada, ella tuvo un infarto en horas de la mañana en la floristería. Un infarto, y ella no sufria del corazón. Era una mujer muy sana. Un golpe del que apenas y me estoy recuperando. No ha transcurrido el tiempo suficiente, me hace tanta falta.
—¿Sugiere que mi hermana podría tener alguna enfermedad terminal? —es lo único que se me viene a la cabeza, sino ¿poque mi hermana me haría un poder de los niños?
—No me atrevo a suponer nada. Sin embargo, algo esta pasado con tu hermana lo suficiente malo como para tomar previsiones.
Salgo de la oficina de Flavia con la necesidad de subir a mi auto e ir a casa de mi hermana, en cambio, me desvio para hacer unas compras. Amaia me ha hecho un listado de lo cosas para la cena de navidad y cumpleaños incluido, y prometi que lo tendría todo para la tarde. Le dare un poco mas de tiempo a Elena para comunicarse.
Arrastro el carrito de compras por el pasillo con una mano mientras que con la otra le hecho un vistazo a la lista. Me hacen faltan las pasas, las hojas, algunos aliños… Solo faltan tres días y, también podría esperar a que Elena venga a casa para que me explique. En un parpadear será mi cumpleaños.
Lanzo ocho cajas de pasas al interior del carrito, las miro por un segundo, soy una exagerada, no se harán tantas hallacas como para necesitar esa cantidad de pasas, pero, las que se pierden en el proceso reducirán ese número a tres cajas exclusivas para la comida. Amo las pasas.
Voy hacia la derecha, a la sección de verduras y legumbres. Me hago con algunas bolsas y detengo el carrito donde no les estorbe a los demás. Muy bien, necesito papas para la ensalada… Las escojo con cuidado y me distraigo buscando una voz familiar.
Doy un paso hacia atrás y tropiezo con alguien.
—Disculpe —balbuceo.
Le hago un nudo a la bolsa con las papas mientras miro al final del corredor. Parece que es Lucy, la novia de Alexis pero no alcanzo a verla todavía.
Algunas personas se dispersan, en efecto, es ella, se inclina de puntillas para besar en los labios a un muchacho que no es mi amigo.
Tiro las papas dentro del carrito deseando que sea ella quien las reciba de golpe en su cabeza. También tiro las demás bolsas y solo me quedo con una, camino en su dirección. El chico esta de espaldas, y ella sigue disfrutando del momento.
—Hola Lucy —saludo con cordialidad aunque mis intensiones son otras. Ella da un respingón que hace que el muchacho retrocede desconcertado. Hay algunos montes, celeri, cilantro, cebollin… ¿que fue lo que escribió Amaia es la lista? desdoblo la hoja y repaso su letra—. Que bueno verte tan bien acompañada.
Sin mirar con exactitud lo que que toma mi mano me
dedico a mirarla con una sonrisa hipocrita en mis labios. Si Amaia estuviera aquí ya le hubiera arrancado cada mechon rubio que tiene en la cabeza.
—¿Eres amiga de Lucy? —Musito un “sí” antes de que ella pueda inventarse algo—. Mucho gusto, mi nombre es Gustavo.
Introduzco las ramas de monte que he tomado dentro de la bolsa y estrecho su mano.
—Un placer conocerte Gustavo. Yo soy Danna. Lucy y yo vamos a la misma universidad. Nos podrías dar un momento a solas.
Lucy no haya donde meterse de la vergüenza, me baja la mirada y no sabe que carajos hacer con sus manos. Yo tengo una grandiosa idea de que hacer con las mias, pero me contengo.