Capítulo 9:
Sepelio
Danna
La sala configura el centro de la casa. En el lado Este se encuentran los dormitorios y al Oeste la cocina.
Voy a la cocina y encuentro a Amaia junto a los otros tres chicos inmersos en una conversación que no alcanzo a escuchar, ya que se callan al verme entrar.
—¿Él está bien? —pregunta mi amiga.
—Sí, creo que sí.
—¿Y tú como estás? —pregunta Cristal con amabilidad.
—Esa sería una buena pregunta, si tuviera exactamente una respuesta.
Nos quedamos en un incómodo silencio, hasta que alcanzo a decir.
—¿Sabes qué fue lo que pasó? —dirijo mi pregunta a Amaia. Ella ya debería estar enterada, recuerdo al médico cuando le explicaba. Me siento junto a ellos, esperando que me responda.
Todos se miran las caras, como debatiendo si decirme o no lo que había sucedido.
—La policía cree que tú hermana mató a la niña y luego se suicidó —la voz de Nick es suave, pero al mismo tiempo varonil.
¿Asesinato? ¿Suicidio? Ya ni sé que es más descabellado.
—¿Ah, sí? —No espero que me respondan—, pues creo más en la versión de Manuel, me parece que es más
sensata.
En realidad no.
—¿Tu sobrino sabe lo que pasó? —Amaia me mira exigiendo una respuesta.
—Así parece —digo en medio de un suspiro.
Alexis entra a la cocina y comienzo a decirles lo que Manuel me contó. Entre lo que ha dicho la policía y mi sobrino, me voy por la segunda opción. Con todo y lo incrédula que puedo ser, mi hermana jamás lastimaría a algunos de sus hijos, mucho menos suicidarse.
Ella sobrevivio a los maltratos de su pareja, a la decisión de separarse. No hay razones para que se quitara la vida.
—¿Qué nos asegura que no es producto de su imaginación? —pregunta Alexis, renuente a creer en semejante barbaridad.
—Nadie, pero tampoco voy a creer en esa ridícula teoría de que mi hermana mató a su hija y luego se suicidó.
—Lo que dice tu sobrino podría ser cierto —interviene Thomas.
—¿Cómo lo probarías? —Amaia lo reta.
Ella menos que nadie creerá en fantasmas, ni nada parecido.
—Mi madre lee las cartas y otras cosas. Podrías ir a una sesión —dice Cristal con demasiado entusiasmo para mi gusto.
—Tal vez —no estoy segura de ir. Pero lo medito interiormente.
En algún otro momento hubiera dicho que no sin siquiera pensarlo, pero, viendo las circunstancias en las que me encuentro y el terror que vi en los ojos de Manuel, podría considerarlo.
—Bueno, cuando quieras puedes llamarme, Amaia tiene mi número —Cristal sonríe de satisfacción.
👻👻👻
No sé en qué momento me dormí, pero mirando el reloj veo que es tardísimo, y sólo faltan alrededor de cuarenta minutos para que inicie la misa. Me levanto apresurada, me cepillo los dientes, me baño tan rápido como puedo. Entre busco en mi armario algo que ponerme, hago un desastre con la ropa y muchas de mis prendas caen al suelo. Después de largos segundos de indecisión, opto por un pantalón violeta y una camisa negra manga larga que me queda un poco holgada.
Me paro frente al espejo y observo meticulosamente mi reflejo: mi piel pálida, mis ojos color miel teñidos de una tristeza inigualable, mi cabello color chocolate completamente desaliñado (sería perfecto para hacer un nido de pájaros). Tomo el cepillo y apenas logro desenredar una pequeña porción de tal cantidad de nudos, en tan poco tiempo. Opto por sujetarlo a una liga y punto. No me maquillo, calzo unas sandalias bajitas color negro y salgo de la habitación.
Mi sala está totalmente despejada, la mesita con las fotos está en el centro y los dos sofás se encuentran uno frente al otro con la mesa de por medio, como si nunca los hubieran movido. Como si todo lo ocurrido el día anterior hubiera sido una pesadilla y ya hubiera
despertado. Eso es lo que deseo, pero la realidad es otra.
Todos están en la cocina desayunando y listos para el entierro. Nina tiene un lindo vestido blanco y Manuel porta jeans con una franela blanca. Los demás irán vestidos de negro, como de costumbre.
—Estaba a punto de ir a despertarte —mi amiga me da una sonrisa reconfortante. —Siéntate a desayunar que Alexis cocinó.
—¡No lo puedo creer! —exclamo al tiempo que elevo una ceja—. Que Alexis cocine es una rareza. No tenía hambre, pero en vista de que esto no se presenta todos los días me obligare a comer —me burlo de él.
Alexis me hace una mueca y me echo a reír. Ayer no tuve tiempo de preguntarle como se siente, imagino que termino con Lucy. Aunque tenían poco tiempo, él estaba bastante ilusionado con esa relación.
Cristal observa constantemente cómo se mueve él por la cocina, sirviendo panquecas y jugo. Me da la impresión de que mi mejor amigo le gusta. Interesante, esa podría ser la razón de su inesperado acercamiento a mi tienda.