Eveleen.
Tras llegar al lugar, la mansión resaltaba por su majestuosa lujosidad. Aquel lugar estaba abarrotado de grandes subastadores, gánsteres y sobre todo, pervertidos. Realmente odio venir a este tipo de eventos, me volví a Hyera y Kitty.
- ¿De verdad teníamos que entrar? ¿No podíamos salvarlos de otra forma?
- Sabes perfectamente que la dificultad de salvarlos a todos sin adentrarse en estos almacenes es bastante alta, por no decir imposible.
Kitty me masajeó los hombros, liberando un poco de la tensión que había en ellos.
- Solo piensa que una vez que lo logremos, no tendrás que presenciar a estos pervertidos nunca más - Me tranquilizó en vano.
- Vayamos rápido por favor, este sitio apesta a podrido....
Al entrar, una bofetada de olores me hizo retroceder. Hyera me tomó del brazo, ella sabía que al primer gilipollas que se me insinuara, sacaría los ojos con una cuchara
No nos adentramos mucho, cosa que agradecí. Nos sentamos en los sofás que aquel antro otorgaba ambas dejaron que les llenasen las copas, yo me negué, tenía el estómago demasiado revuelto como para revuelto como para añadirle alcohol.
No pasaron ni diez minutos cuando el presentador de la subasta subió al escenario, los compradores esperaban pacientemente mientras el piano a lo lejos inundaba mis oídos, con tal armonía, que agradecía que por un momento me hiciese olvidar el lugar donde me hallaba.
- Buenas noches damas y caballeros - Sean bienvenidos a la segunda subasta del mes. Espero que estén preparados porque vamos a empezar.
Las risas y burlas no pasaron desapercibidas cuando la cortina se abrió, mostrando al primer participante. El chico estaba de pie sobra la plataforma con los hombros ligeramente encorvados, como si intentara reducir su presencia. Su cuerpo era delgado, casi frágil, con la piel pálida y marcada por el hambre y fatiga. Vestía ropas desgastadas que apenas le cubrían.
Su rostro reflejaba una mezcla de resignación y desafío; sus ojos, oscuros y alerta, recorrían la multitud sin atreverse a sostener la mirada de nadie. Un mechón de cabello oscuro y revuelto caía sobre su frente, enmarcando unas facciones juveniles que aún conservaban un atisbo de inocencia.
El subastador le colocaba en el podio, como un mero objeto, sin valor humano, apreté mis puños al ver que algunos se levantaban para manosearlo sin delicadeza alguna. Era atroz.
- Bien, empezaré con una buena oferta. ¿Quién ofrece diez mil?
La subasta fue exitosa, debido a los múltiples compradores que reclamaban el miedo de aquellos sujetos enjaulados Tras largas e interminables horas, Catherine y Hyera comenzaron a moverse, no sin antes ordenarme de quedarme sentada, bebía el vino que Catherine pidió para mí. Abrí el bolso rebuscando mi teléfono, necesitaba asegurarme que estaban bien, no había mensajes, solo el "espera" "no te muevas ni des un paso en falso hasta que volvamos".
Cuando las luces emitieron un leve y casi imperceptible parpadeo, llevé a cabo la segunda parte del plan: la compra. Tomé un trago de la copa y crucé mis piernas atrayendo varias miradas hacia ellas. Entre todas las miradas, un hombre fue el que se atrevió a levantarse y acercarse a mi asiento, puse los ojos en blanco.
- Mierda - Susurré con amargura. Aún así sostuve mi sonrisa en la máscara.
- Buenas noches señorita - dijo mientras me acariciaba la pierna con morbosidad. Apestaba a alcohol y a droga.
- Te has puesto hasta las botas con la "maria" ¿eh? - Llame su atención arrancando su mano de mi muslo.
Él no me contestó, simplemente siguió subiendo su mirada desde mis pálidas piernas hasta el escote de mi vestido.
- La próxima subasta va a dar comienzo - Me levanté de mi asiento sin moverme del lugar, pasé del borracho y con mi copa en mano, me centré en como el telón antes cerrado, se dejó entrever a una hermosa joven cambiaformas. Estaba horrorizada; frunciendo mis labios en una fina línea, cerré mis ojos.
"Vamos Eveleen, debes de hacerlo si quieres salvarlos a todos" - Respiré profundo
Cuando el presentador dió comienzo la ronda y el precio comenzó a subir, levanté mi mano con gran repulsividad.
- Ofrezco dos millones.
La mujer junto a su marido, los cuales habían ofrecido un millón, me miró con gran odio y superioridad.
El silencio y los murmullos colapsaron el lugar.
- Pues vendido a la joven señorita de elegante vestido azul. Ahora pasemos al penúltimo sujeto, damas y caballeros.
El telón se volvió a cerrar, me giré dejando escapar el aire que tensaba mi cuerpo, el pervertido se había ido; fui a pedir otra copa mientras esperaba a que Hyera y Kitty volvieran, firmé mi compra como "Diana Howllings".
- Bien, ahora solo queda esperar a que esta porquería termine - Escuché decir a Caherine a mis espaldas, miré en su dirección; su rostro, normalmente cautivado, lucía cansado. La luz del lugar acentuaba el color rojizo de su cabello, el cual estaba recogido en una coleta desordenada con algunos mechones sueltos que enmarcaban su rostro, lleno de pecas, las cuales resaltaban su blanca tez.
Mientras que Hyera, en su expresión ilegible, rodeaba a su compañera en un abrazo protector.
- Habéis tardado ¿eh? ¿Qué os tomó tanto tiempo? - Dije con voz traviesa - Ninguna contestó a mi pregunta, Cathy por su parte, se sentó a mi lado, recostándose en mi hombro y Hyera , con profesionalidad comenzó a enumerar los próximos pasos a seguir.
Tras su explicación y nuestro rápido asentimiento, despidieron al último sujeto; el telón se cerró hasta el próximo mes.
A los compradores nos reunieron en el almacén, escondí mi odio y sorpresa al ver todas aquellas vidas enjauladas y encadenadas.
[Todo listo] - Leí el mensaje de Cathy.
"Cinco segundos" - pensé.
Fui desplegando mis alas con seguridad.
"5,4,3,2,1" - Conté mentalmente.
Al abrir mis ojos estaba absorta en oscuridad; con un suave aleteo batí mis alas, liberando una nube de polvo, el cual se esparció por el aire. Pasados otros cinco segundos, las luces volvieron. Cerré la puerta.