Sangre Pactada

EPILOGO

En un lugar que nadie sabía dónde estaba exactamente, en las profundidades donde los Primordiales descansaban, una voz antigua habló:

"Cuando la luz y la sombra se vuelvan una sola llama, podrán crear o destruir linajes enteros. Los clanes temblarán. Y los cielos guardarán silencio."

Esa noche, los cielos guardaron silencio. Pero no un silencio de muerte; era de espera. De anticipación.

Porque Adán y Esperanza eran más que bebés. Eran promesas hechas carne. Eran el futuro que se había tejido en sangre compartida, en amor auténtico, en la decisión de creer que lo imposible era posible.

Y cuando crecieran, cuando abrieran sus ojos al mundo, ambos mundos—el de la luz y el de la sombra—estarían esperando para verlos brillar.

En la casa en la colina, mientras el amanecer pintaba el cielo de dorado, Luz sostenía a Esperanza y Elías sostenía a Adán. Y los cuatro juntos formaban un círculo único que no podía ser roto.

El único poder verdadero es el que se construye con los demás; la verdadera fuerza no viene de la soledad, sino de la conexión, el futuro no es algo que te sucede. Es algo que creas, día a día, eligiendo amor sobre miedo.

Fin.




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