Golpeo el saco con determinación, el sudor reina en todo mi cuerpo y ya siento mis manos a desfallecer. Hace días que no entreno, no debo perder la rutina, la fuerza es mi mejor arma o la de todos en general. Mi madre no ha parado de ir de aquí para allá, quiere hacer una pequeña reunión familiar de celebración, aunque simplemente seamos ella y yo, o no sé a quién invitara.
Esta más que claro que por mis venas corre la sangre Valenti Di Greco, ver los putos álbumes familiares es como ver un espejo. Además, en el hay fotos de mi siendo una dulce beba, foto que Cassandra tenía en su escritorio, sonreí un poco al verla y mi madre casi rompe en llanto. Me extraña su debilidad, no hay que dejarse caer en ningún momento por nada y nadie, a pesar de que sea tu propia hija.
La puerta se abre de par en par dando paso a un apuesto, sexi y elegante hombre, viste una camisa blanca y pantalones de vestir negros, con zapatos seguramente más caros que mi rinoplastia. Tiene el cabello un poco revuelto para tras, barba de unos días se deja ver ¿Quién es? Me observa de arriba abajo entrecerrando los ojos, levanto las cejas esperando una respuesta de su parte.
—Matt Gabella—se presenta, su voz es sensual y una melodía...Mierda— Seré su guardia personal, corderito— frunzo el ceño por cómo me llamo.
—Puedo cuidarme sola— rueda los ojos, si quisiera podría matarlo en menos de un segundo, quien se cree este viniendo a llamarme corderito.
Se sienta en una banca del gimnasio que la casa posee en el sótano, tenía muchas ganas de estar sola, ya que no estoy logrando soportar a Helena, Veronice y Madelaine. Estas no para de seguirme, llenarme de preguntas y, además, las dos últimas no paran de llamarme señorita, cosa que aborrezco. Vuelvo mi atención al saco, descargo mi estrés en el, pero no es suficiente, necesito golpes de otra persona y darle duro a alguien. Queda descartada la idea del tal Matt, por cómo me llamo soy capaz de molerlo a golpes y matarlo.
Una idea pasa como flash en mi mente, gran parte de mi supervivencia en Estados Unidos fue gracias a la pelea, con ella me ganaba la vida puesto era y soy buena. Si allá hay ¿Aquí también no? Digo, todos los lugares tienen sus cosas ilegales. Tomo una toalla para secarme el sudor, salgo del gimnasio para dirigirme a mi habitación, en el transcurso me cruzo con mi madre.
—No necesito una niñera— le suelto cuando paso por su lado, Matthew bufa a mis espaldas.
—Oh cariño, no, él no será tu niñera— suelta pequeñas risitas— míralo como una futura mano derecha, si es que quieres— silbo, ¡vaya! ya me está buscando una mano derecha y todo.
En la mafia esa es una decisión importante, tu mano derecha no es con quien te casas y ya, no ni siquiera tienes porque casarte. La persona que se lleve ese puesto debe tener la confianza completa de quien este al mando, tu mano derecha arriesga la vida por ti y tú por ella, son dos cerebros en uno, se ayudan mutuamente en el liderazgo de la mafia, también es como un cuidador, pero mucho más profundo. Supongo que, para él, como hombre de seguridad, eso es un cargo importante y para mí también, no pensaba tan pronto en buscar una.
Cruzo la sala y busco la escalera que lleva a la última planta, en mi habitación prendo la música a tope y me meto a bañar, sacando todo rastro de sudor y mugre. Los planes para esta noche son simples: buscar alguna pelea ilegal. Apenas conocía Italia, pero donde haya cosas ilegales allí estaré yo, tenía algo así como un radar que detectaba esas cosas.
Mi armario está repleto de prendas, decidí comprar ropa a lo loco por internet, mis ganas de ir a un centro comercial eran nulas. Saco el outfit que me voy a poner para esta noche: un top deportivo rojo, un pantalón engomado negro y mis botas de tacon negras. No soy de arreglarme mucho, menos si voy a pelear, pero siempre tienes que tener tu toque de diva. Me trenzo el cabello por pura comodidad y, finalizó con un poco de rímel y labial. Tomo mi chaqueta de cuero, me dispongo a salir sin ser vista, no creo que a mi madre le agrade que mi primera salida sea esto. Busco por toda la puta casa las llaves de mi coche, pero es como si la tierra se las hubiera tragado. Voy al auto para cerciorarme que no las haya dejado puestas y las esté buscando como tonta.
—¿Buscabas esto? Corderito— me doy la vuelta cruzando los brazos, intento a arrebatárselas de la mano, pero me lo prohíbe, es un poco más alto que yo, pero no más fuerte. Me abalanzo sobre el poniendo presión en su cuello logrando que le duela.
—Dame las putas llaves Matty— niega. Busco con mi mano en sus bolsillos, sin querer toco a su amiguito, este abre los ojos muy grandes y en mi distracción hace un movimiento que me deja en el suelo y él arriba. Si es así peleando, no me quiero imaginar en la cama, por lo que le hago una mirada coqueta y rueda los ojos.
—Yo la llevo a donde desee— habla formal, no quiero un puto guardaespaldas, son muy molestos y siempre te restringen cosas.
Si no acepto tendré que tomarme un taxi y no tengo ganas de eso, a duras penas acepto. Me mira expectante esperando que le diga donde quiero ir, ni yo tengo la más mínima idea.
—Llévame a donde haya un ring y peleas ilegales— chista negando— Oh vamos! ¿O el hombre trajeado tiene miedo que mami Helena le golpee el trasero? —me burlo, se acomoda el traje para subirse al auto, yo aplaudo por mi ganada.
Sale de las zonas ricas, pasa por el centro de la ciudad y se adentra a los bajos, no le veo una buena idea con un auto de esta calidad, pero juzgo mal, en las calles hay coches caros. Bandas —es lo primero que pienso, es más que obvio—. Se estaciona frente a un gimnasio gigante, hay gente afuera y adentro, no veo a nadie peleando. Nos bajamos del auto, algunas miradas caen en mí, le sonrió a todo hombre y mujer guapa que me cruzo, la vida esta para aprovecharla y yo iba para los dos bandos. El gimnasio está preparado para parecerse a un bar, Matt me guía un piso abajo y allí está la verdad.
#24254 en Otros
#3949 en Acción
#37911 en Novela romántica
asesinatos sangre desgracias secuestros, drogas poder armas, mafia romance sexo accion
Editado: 22.09.2020