He cuidado una semana de Violet hasta que se ha recuperado, ya parece mucho mejor. Mientras leo un libro sobre la cama, ella se peina delante del espejo del servicio. Tararea una melodía que atrae a un pájaro cuyas plumas son un contraste de azules y verdes, con destellos dorados que brillan con sus movimientos juguetones. Y de pronto, el ave abre su pico y asoma por su boca el líquido oscuro que forma su cuerpo astral desde lo más profundo de su ser.
Cierro la ventana con tal brusquedad que le lanzo lejos, emitiendo un agudo piar que se pierde en la distancia. Violet me pregunta que ha sucedido desde el servicio, pero la respondo que nada relevante.
De pronto llaman a la puerta del cuarto y pego un brinco en el sitio, temiendo que sea el ente pájaro para vengarse. Bajo la puerta deslizan una carta; Enzo debe haberme traído una carta de mi hermano. Suspiro aliviado. La recojo y me acomodo en la cama para leerla.
Notte, 8 de octubre de 1893.
Arturito,
Leí tu carta, me alegro de que vendas mucho. Mama dice que así haces algo de provecho, eso es que está orgullosa, y papa también.
Y siento decirte que hemos tenido algunos ataques de entes. El último involucró a un ente con cuerpo físico de águila que sobrevoló las casas y secuestró a un niño, llevándolo a su nido. Usé mi Deux ex machine y apareció un colibrí con una fuerza extraordinaria para llevarme volando con solo agarrarme el cuello de la camisa. Fuimos lentos, pero seguros. Lo importante es que conseguí salvar al niño. En cuanto terminó el efecto del Deux ex machine, le di de beber agua al colibrí para que recuperará fuerzas.
También enfrentamos problemas con unas malas hierbas púrpuras que dañaron los cultivos de papá y otros vecinos. Nada que no solucione un Deus ex machine. Y con nombrarlo se formó una nube ácida de la nada que las quemó todas, pero ahora los cultivos ya no crecen tan fuertes y hermosos como antes. Quería usar mi broche de nuevo para solucionarlo, no quiero que el poder con el que protejo el pueblo lo destruya, pero los sabios me dijeron que el elegido no comete errores y que no debo enmendar nada. Confío en ellos y he dejado todo como está.
Y ya que los menciono, siguen sospechando que te hayas ido del pueblo tan de repente justo después del ataque de un ente a nuestra casa. Estoy tratando de convencerlos de que están equivocados; sin embargo, insisten en que no te defienda. Por lo tanto, he decidido no hablarles más de ti para evitar enfadarlos. Albergo la esperanza de que, con el tiempo, cambien de opinión. No deseo que te conviertan en su enemigo.
Pero mejor me voy a centrar en lo bueno: celebré el cumpleaños de Willow preparándole una tarta y, aunque la haya aceptado con la misma emoción que lo haría cogiendo una piedra del suelo, estoy seguro que en el fondo estaba emocionado. Ya sabes que no es muy expresivo que digamos.
En fin, Willow quiere enseñarme algo importante, aunque ignoro el qué. Estoy tan ansioso que te estoy escribiendo en la madrugada, pero tampoco puedo permitirme desfallecer, tengo que proteger el pueblo. Por ello, mejor dejo la carta aquí; en la próxima, compartiré lo que Willow me ha enseñado.
Un abrazo colosal, Henry.
Dejo caer la carta sobre mi regazo. Los entes siguen siendo una amenaza para el pueblo y yo estoy aquí preocupándome por la emperatriz de todos ellos. Estoy tomando un camino peligroso y ni siquiera sé si tendré éxito quitándole la llave.
Sin embargo, Henry sigue protegiendo el pueblo a su manera, no puedo abandonarle, tengo que persistir para echar a los entes de este reino, no puedo ceder ante Violet.
Y encima los sabios aún albergan la creencia de que guardo alguna relación con los problemas del pueblo, como si nunca hubieran acaecido antes. Es injusto. Quiero ser un héroe y me tratan como si no fuera nadie o peor que nadie, pero no me sorprende, los sabios siempre me han tratado así, harán todo lo posible para que no regrese al pueblo. Y Henry no es capaz de ver que está atrapado bajo la influencia de esos viejos, incapaz de cuestionarlos. Y temo por él, son capaces de cualquier cosa, sobre todo su líder. Lo sé bien. Pero debo centrarme en el presente.
Escribo una carta para enviársela a Henry y en cuanto se la entrego a Enzo para que la envíe, Violet me propone irnos a la biblioteca para seguir buscando a Selene, ni ella quiere acercarse de nuevo a Sarabeth tras la humillación ni yo a Alessio tras su trampa.
Regresamos a la biblioteca, sin olvidar la bolsa de cuero con los objetos mágicos, Violet piensa que siempre puede surgir un momento para vender. Pero Selene sigue sin aparecer y no sabemos de más lugares donde encontrarla, así que decidimos esperarla de todos modos. Violet busca un libro que le ayude a entender porque los humanos llamamos monstruos a los entes, ya que ese concepto no existe en su mundo, y le recomiendo Frankenstein. Ella acepta mi sugerencia y aprovecho los días para continuar enseñándole a leer.
Con mi orientación, logra leer un párrafo entero. Y con el pasar de los días el párrafo se convierte en dos, luego en una hoja y de una hoja a un capítulo. Y finalmente, tras dos semanas, Violet logra leer la última frase de la novela, terminándola. Cierra el libro, lo coloca suavemente sobre la mesa de la biblioteca y me mira con ojos llorosos. Le ha complacido de tal manera que incluso lo abraza en su pecho; he conseguido que se interese, es un milagro. Entre tanto, veo de reojo a Selene sentándose en una de las mesas. Al fin, ha aparecido.
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Editado: 20.11.2024