Sangre Púrpura

Capítulo 36. El escondite ideal.

Después de la comida, recogemos nuestras pertenencias y, llevando a nuestras monturas por las riendas, nos dirigimos a pie hacia la posada de Zane bajo la persistente tormenta. El viento aúlla con furia, arrastrando consigo la lluvia que azota los adoquines y agita los árboles.

Mi paraguas se inclina hacia atrás provocando que me empape por completo. Miro a Violet, que se aferra a su capucha para evitar que el viento se la lleve. Su rostro refleja la misma preocupación que siento. No estoy seguro de como Zane se puede tomar la verdad sobre su hermana, pero no tenemos donde ir. Se me hace un nudo en el estómago ante la duda.

Pero no puedo permitirme el lujo de rendirme. No ahora. No cuando Violet se encuentra en peligro. Así que, a pesar de estar mojado y preso del frío, aprieto los dientes y me obligo a seguir adelante.

Una vez en la posada de Zane, cedo el paso a Violet para que llame a la puerta del cuarto. Parece ser un asunto que prefiere encarar ella misma. Zane entreabre la puerta con parsimonia, observa y, al divisar a Violet, la abre por completo.

Zane nota la venda en su mano y la examina de inmediato. Sin embargo, Violet la aparta y murmura pidiendo permiso para entrar.

Zane asiente, se aparta para dejarnos pasar, y una vez dentro, cierra la puerta tras nosotros. Observamos el destilador en funcionamiento, con gotas de poción cayendo despacio en un matraz. El cuarto de Zane está abarrotado de frascos y hierbas, tanto en la cama como en el suelo, obligándonos a tener cuidado al caminar. El aroma de las plantas impregna el aire con un dulzor atrayente.

Zane se apresura en recoger el desorden mientras nos revela que está preparando una poción para dormir a todos en la fiesta de Giovanni, que según él ha hablado con Selene, será en tres días. Aunque en este momento, no puedo pensar en otra cosa que no sea en poner a salvo a Violet.

Ella se agarra a mi brazo y me mira con nerviosismo, parece indecisa, yo le deposito un beso en la frente para que se anime a avanzar. Entonces ella se acerca a Zane y le toma de las manos para tener su atención. Él mira sus manos y luego a Violet, confuso.

Ella abre la boca para hablar, pero no es capaz de decir ni una palabra. En su lugar, opta por retirarse la tela de la mano para mostrársela a Zane, quien abre los ojos sorprendido al ver la sangre púrpura, incluso retrocede ligeramente. Luego, me mira a mí y me señala.

—¿Tú lo sabías? —pregunta con la voz temblorosa.

—Desde el principio —contesto sin titubear.

Zane se aleja de nosotros. Violet trata de acercarse, pero él se aparta aún más. Ella, con los ojos al borde de las lágrimas, retrocede y busca consuelo en mis brazos. No estoy seguro si deba intervenir, sin embargo, se me encoge el estómago al verla así.

—Zane, mi hermano es el elegido y quiere matar a tu hermana, queríamos saber si podemos quedarnos aquí unos días para que esté segura. No pedimos más.

Él nos mira uno tras otro, nervioso. Los ojos se le llenan de lágrimas. Comprendo que descubrir que tu única familia es un ser sobrenatural de otro mundo, uno que es representado como el peor de los monstruos conocidos, sea como mínimo desconcertante. Todos los recuerdos con ella deben ser confusos en este momento, incluso podría percibirlo todo como una gran mentira. No obstante, confío en que pronto entre en razón.

Sin embargo, él niega con la cabeza despacio. Necesita tiempo a solas para asimilar todo esto. Llevo a Violet conmigo al pasillo y le prometo que encontraremos otro lugar, que la mantendré a salvo. Por ahora, el único sitio que se me ocurre y conozco es la casa de Halley.

Salimos fuera regresando a la torrencial lluvia. Violet acaricia a Burra, quien lame sus lágrimas. Ella se abraza a su cuello por un breve momento antes de montar sobre su lomo, cubriéndose con la capucha. En cambio, yo monto sobre Manzano, igual de calado que yo. Ya he desistido de la idea de emplear el paraguas, no es nada útil por culpa del viento.

Localizamos la casa de Halley, llamamos a la puerta y nos recibe él mismo con el ceño fruncido. Le explicamos que necesitamos un lugar donde quedarnos con urgencia y al entender nuestra preocupación nos deja pasar, cerrando detrás de nosotros. Mientras Burra y Manzano se marchan a buscar un refugio, pues Halley no tiene lugar para ellos.

En la entrada el gatito frota su cabeza en las piernas de Violet. Ella se agacha para acariciarle y recupera la sonrisa.

Halley ve el corte de Violet y se sorprende, se aleja rápido por el pasillo. Temo que pueda delatarnos, sin embargo, regresa con alcohol y un pañuelo para desinfectarle la herida. Humedece el pañuelo y lo aplica sobre esta.

Violet se queda sorprendida.

—¿No te doy miedo?

—Ah, ya lo intuía desde el momento en que me entregaste la llave. Era obvio. Y en lo que respecta a dicha llave, en tres días estará lista, ni uno más ni uno menos. Sé que no es oportuno, pero ¿tendréis el jarrón y el guante para ese entonces?

—Al menos uno sí, el jarrón. Del guante no estamos muy seguros.

—Tranquilos, os la guardaré de todos modos. Poseo varios objetos impagados que mantengo resguardados, aunque, eso sí, cubiertos de polvo para el resto de la eternidad.

No podemos permitir que deje la llave abandonada acumulando polvo al igual que el resto de los objetos. Sin embargo, tampoco quiero inquietarme por ello en este instante.

—Halley, ¿entonces podemos quedarnos aquí? —intervengo cambiando de tema—. Mi hermano es el elegido y sabe dónde encontrarnos, debes entender el riesgo que corremos.

—Por supuesto, es una situación de vida o muerte y considerando la ayuda que me habéis brindado hasta ahora, no puedo decir que no. Tengo una habitación libre disponible.

Le damos las gracias y nos lleva al nuevo cuarto. Al pasar por el pasillo, vemos una habitación roja con látigos y esposas, pero la cierra rápido con una sonrisa incómoda.




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