Robert entró a su habitación en la residencia de solteros con una sonrisa. Hasta ahora todo marchaba a la perfección, se estaba acercando mucho más a los Westhampton y ahora Hastings también estaba de su lado. Había decidido prolongar su estadía en Inglaterra indefinidamente, Fundiciones Harris y sus otras empresas dominarían Reino Unido y tendría mucho poder. Necesitaba más poder.
Este se quitó el sombrero y prosiguió con la corbata, en ese momento la puerta se abrió de repente y apareció Ethan; este la cerró y se tumbó de espaldas tapándose los ojos con una mano.
—Soy un jodido hijo de puta —le confesó este
Robert se echó a reír—Ya. ¿Y quién te hizo ver esa verdad tan obvia?
Este buscó entre el bolsillo de su saco y sacó un papel—Mira esto
Robert dejo su saco en el perchero y tomó hoja.
— “Querido amigo Ethan, gracias por aquellas palabras tan lindas que me dijiste, las tendré muy en cuenta ¿Cómo está el señor Harris? Espero se estén divirtiendo en la HSW. También quería agradecerle por enseñarme lo que le pedí, por lo menos ahora no me siento ignorante en ese aspecto. En respuesta a su carta, las cosas han estado muy tranquilas. Por la mañana salgo a montar, por la tarde cuido de mi sobrino y por la noche estudio medicina ¿Sabe que estoy analizando los componentes de una nueva pomada? Esta es para piel sensible. Creo que es todo, cuídese mucho. Eres mi único amigo. Tuya, LIW.
Robert terminó de leer en voz alta exagerando un tono femenino.
—¿Quién demonios es “LIW”? —quiso saber
—Lady Iuola Westhampton
Robert soltó una carcajada—¿Se están enviando cartas? ¡Qué romántico!
—No estoy para tus malditas bromas
Robert colocó la carta en la carta en la cama y lo miró—¿Qué fue lo que le enseñaste?
Ethan suspiró y se sentó—Le enseñé a besar
Robert no podía parar de reír, se estiró en la cama y comenzó a revolcarse.
—¡Besaste a la hermana menos del duque de Westhampton! ¿Eres consciente que te pueden mandar a la ahorca?
Ethan carraspeó y se puso de pie—Por favor ya cállate, más bien ayúdame a pensar cómo solucionar esto
—¿Solucionar qué, hombre?
—Robert si hablaras con ella te dieras cuenta lo brillante que es. Es médica por experiencia, es hermosa y a pesar de que es bastante arrogante me resultó agradable. Me dejé cautivar pero somos de mundos muy diferentes. Ella es única
Este le sonrió—Al parecer las mujeres Westhampton tienen esa virtud
Su amigo suspiró—Ella merece un hombre que la haga brillar más, no que la opaque; que le sea fiel y la proteja; y por un momento desee ser ese hombre
Robert se puso de pie y le dio unas palmadas en el hombro—Estás a tiempo—Ethan lo miró—conózcanse bien, si sientes que es la mujer de tu vida que nada te detenga. Después te vas a arrepentir
Este suspiró y se sentó en la cama—Pero no quiero renunciar a mí libertad y este mundo aristócrata es una mierda
—Entonces simplemente…—Robert se interrumpió al escuchar los toques de la puerta. Ese se dispuso a abrirla. Un criado con una bandeja de plata que contenía una carta lo miró.
—Buenas noches señor Harris, lamento interrumpir su descanso pero llegó esta carta para usted de carácter urgente—le informó.
Robert la tomó—Gracias
—Con permiso señor—y al decir esto el criado se marchó.
Robert cerró la puerta y miró la carta. Reconoció de inmediato la letra de la condesa.
—¿De quién es? —quiso saber Robert
—De mama Odie—le dijo mientras la abría. Sus ojos se abrieron de par en par y del horror pasó a la furia.
—¿Qué sucede? —preguntó Ethan
Este lo miró—Cómo lo predije, ellos están aquí
Ethan abrió los ojos como platos—¡Joder! Maldita sea ¿En dónde?
—En Londres