Georgia dobló la carta que le había escrito a Becky. Aproximadamente en un mes la recibiría y eso le hacía sentir un nudo en la garganta.
Ésta se encontraba en la habitación que compartía con Robert desde hace una semana. La habitación era bastante grande, tenía una gran cama doble con dos mesas laterales, un comedor, un juego de muebles y un pequeño escritorio donde ella estaba sentada. Sin contar con una habitación extra para el guarda ropa.
Georgia llevaba un hermoso vestido mañanero de color azul de mangas cortas y englobadas, este tenía cintas de azul oscuro en el corsé y la falda tenía bordados del mismo tono de flores.
Mientras escribía la dirección de su casa, pensó que ya llevaba veintitrés días, casi un mes fuera de casa, contando los quince días que duró en el barco. Su familia ya hace mucho habrá ido a buscarlas a casa de Robert y no quería ni pensar en el grito en el cielo que habrán puesto cuando el señor Bright y Camila le informaron que estaban de camino a América.
Georgia quería escribirle a Becky hace una semana pero asuntos inesperados:
Primero: Tuvo que cambiar toda la mueblería y adornos de su casa porque Robert tenía un gusto pésimo, así que junto a Iuola habían hecho una lista interminable y cambiaron absolutamente.
Segundo: Ambas abrieron un crédito en una modistería junto con Freyja para que les hicieran un guarda ropa nuevo que llegó precisamente absolutamente todo.
Tercero: Robert al estar ausente todo el tiempo tuvo que acompañar, a Georgia le tocó acompañar a Max al sastre.
Cuarto: La servidumbre de Robert no solo le faltaba educación sino respeto. Se dirigían a él con una familiaridad que ella no estaba dispuesta a tolerar.
Quinto: Tuvo que organizar los diferentes menús del día para la cocinera, puesto que ésta cocinaba lo que ella quisiera.
Séxto: Contrató un ama de llama porque este no tenía y dos doncellas para ella y para Iuola.
Séptimo: Iuola la fastidió toda la semana con esa loca idea de estudiar y sólo para deshacerse de ella le había dicho que sí y hoy fue a su primer día de clases. Jamás olvidaría el rostro de felicidad de su hermana, cuando le dio un fuerte abrazo y se marchó en el carruaje con su doncella.
Robert se había marchado muy temprano y le había dicho que la institutriz de los mellizos iba a venir hoy, ésta se encontraba con ellos en la habitación infantil.
Georgia dejó de escribir recordando esa escena.
Ella, Robert y los niños se encontraban en el vestíbulo.
—Ya me voy, hoy llegaré tarde también—le informó este. Georgia se acercó a él y le arregló la corbata.
—Deberías contratar un ayuda de cámara—le aconsejó ésta
—No mi amor, no soy tan inútil como para poner a otro que me vista. Además prefiero que lo hagas tú
—Pues ve sabiendo que yo también estoy ocupada
Él le sonrió—Pero nunca debes estarlo para tu esposo—este le dio un beso en los labios—Hoy viene la institutriz de los niños
Georgia vio como los niños se tensaron. Como si les hubiesen dicho que los mandarán de por vida a la jungla.
—Me gustaría ver su experiencia—le dijo ésta
—Es la mejor amor mío—le informó este y luego miró a los niños—Nada de hacer bromas a la señora Chaice, recuerden que ella tiene mi autorización de castigarlos
—Papá—comenzó a decir Freyja—Pienso que Georgia... digo, mamá podría darnos clases
—Sí, queremos que mamá nos de clases—añadió Max
—Su madre tiene otros asuntos que atender con respecto a la casa—le dijo Robert—No tiene discusión este asunto. Me voy—este le dio un beso en la frente a Freyja, le revolvió el cabello a Max y se fue.
Georgia se puso de pie y tocó la campana. Esperó aproximadamente diez molestos minutos hasta que apareciera una criada.
—¿Si mi lady?
—Cuando los amos tocan la campana, ustedes de hacer lo que sea que están haciendo y acuden de inmediato ¿He sido clara? —le amonestó ésta.
La joven asintió—Perdóneme mi lady
—Dile al chico de los recados que lleve esta carta a la oficina de correos, es para Inglaterra
—Si mi lady
—¿Mis hijos siguen con la institutriz?
—Si mi lady
—Muy bién, puedes retírate
Georgia se dirigió al salón infantil. Hoy aprovecharía que ya tenía todo bajo control y saldría con los niños a conocer Boston; no sabía exactamente a qué hora llegaría Iuola pero si iba a estar antes se la llevaría con ella.
Georgia abrió la puerta sin tocar y encontró a los niños en un rincón llorando mientras la institutriz les pegaba con la regla. En ese momento por la mente de Georgia vagaron recuerdos de cuando su tía les pegaba a ella y a Iuola y un instinto asesino se apoderó de ella.