Sangre Real

Capítulo 2 Espinas Y Rosales

-Viv despierta, Viv- dice con suavidad su hermano que la agita

-¿Qué sucede Roberto? - Ella despierta, la luz naranja crepuscular entra por la ventana de la primera planta, iluminando su sala de estar que parece haber sido saqueada, algunas cosas yacen en el suelo y los cajones de los armarios han sido vaciados - ¿Qué pasó? - Cuestiona alarmada

-Lo hizo mamá llegó y comenzó a hacer esto, ni siquiera noto que estabas aquí

Viviana pasa saliva con un sentimiento temeroso atorado en su pecho - ¿Dónde está mamá?

-Encerrada en su cuarto

-Bien tú quédate con Luciana, yo voy con mamá

El pequeño se va a la habitación de su hermana, mientras su hermana sube cautelosa las escaleras, de la puerta entreabierta se escapa la luz y quejidos

-¿Mamá? - pregunta con preocupación mientras empuja la perilla con cautelosa lentitud, ahí está su progenitora tirada en el suelo entre cajones vacíos y cosas rotas, llorando en posición fetal, su hija se acerca a ella y trata de confortar a la mujer - ¿Estás bien?

-Hija - Pronuncia entre dolorosos quejidos

-¿Qué sucede? - Viviana la mira expectante

-Ya no puedo más

-¿De qué hablas? No te entiendo

-Me dieron los resultados de los estudios que le hicieron a Luciana - eso es suficiente para helar la sangre de la joven, está catatónica, se lleva las manos al entrecejo ya entiende la actitud de su madre.

-¿Y? - Su voz está quebradiza y sus ojos vidriosos

-Tu hermana necesita una operación y tratamiento

-Sus riñones otra vez pero esta ocasión quizá necesite un trasplante

Viviana siente que todo en su interior tiembla, estalla en llanto - pero ella luce... Tan bien

Desde que nació su pequeña hermana ha sido sometida a sin fin de tratamientos y operaciones, quistes, abscesos, problemas intestinales eran sólo algunas de la afecciones que había padecido a sus escasos meses de vida y ahora todo parecía volver a empezar justo ahora que parecía estar tan bien.

-Y no tenemos ni un peso ¿Cómo vamos a pagarlo?

-Tranquila, hallaremos la manera

-¿Cómo? - Su madre luce exaltada - ni siquiera hay algo de valor en esta pinche casa, nada que se pueda empeñar o vender además están las deudas de la casa - Su madre se tapa los ojos

-Yo puedo trabajar, Roberto puede encargarse de la casa y...

-Soy una inútil no siquiera puedo cuidar de mis hijos

-Podrías empeñar el anillo de la abuela

La mujer se recarga contra la pared, tiene un aspecto cansado y demacrado - No vale nada, créeme

-Podríamos contar la historia del Rey, tal vez sea algo histórico

-¡Son cuentos! ¡NO TENEMOS NADA! - grita su madre luego solo baja la mirada sintiéndose culpable - Lo siento no debí gritarte

-No yo propuse algo tonto - La mujer la abraza no para consolarla si no para calmar aquel sentimiento de miseria

-Ya verás buscaré una manera

-Todo va estar bien mamá, lo prometo - Ella sale del cuarto con lágrimas rodando por sus mejillas esperando que sus palabras sean proféticas

 

 

La mesa de fina caoba pura estaba puesta con la comida más exquisita lo que uno esperaría ver en los restaurantes más lujosos y selectos, todo para deleite de sus majestades aunque para ellos era un desayuno común, la reina los esperaba a la cabeza del comedor familiar lugar que le correspondía en ausencia de su marido, como cualquier madre estaba emocionada y en cierta medida ansiosa de ver a sus hijos ir a una nueva escuela.

-Buenos días su majestad - Saluda Emiliano con un rostro acongojado y su celular en mano, tras él entra Máximo con las mismas cortesías

Julián, María y Joseph entran al comedor empujándose y riendo tan animados como siempre pero al ver a la Reina recobran la compostura, la mujer sonríe al verlos asombrada de cuán grandes estaban parecía ayer cuando jugaban en los jardines lanzando lodo.

-Buenos días a ustedes jóvenes míos, por ser una situación especial he decidido que desayunemos juntos

-Sin su real majestad y sin la abuela - Apunta con cierto despotismo María

-María - Reprende su amigo con un gesto duro mientras Julián reía y se llenaba la boca de waffles

-Hija mía a su padre le encantaría estar aquí pero...

-Tiene asuntos más importantes que atender

La paciencia de la Reina comienza a disminuir a la vez que su culpabilidad aumenta pues la indolencia de María y Julián no era más que el resultado de sus propias deficiencias, Máximo los mira con aires paternales y estrictos.

-Bien él y yo les queremos recordar que al salir del palacio continúan siendo miembros de la familia real y deben actuar a esa altura, con cortesía, servilismo, respeto y dignidad

-Si su majestad - responden al unísono

La reina se siente frustrada al ver la actitud de su progenie, a este punto los ve completamente alejados de ella, Emiliano parece tener la vista en su teléfono bajo la mesa y María comparte sus quejas con Julián y Joseph parece que en el mundo de su hija sólo figuran ellos dos, el desayuno se condujo con todos compartiendo una expresión de desagrado, todos carecen de alegría cosa que la Reina atribuye a su decisión.

-Les deseó un buen día

-Gracias su majestad

Ellos salen pueden sentir a los chicos menores recriminandola en sus adentros, Emiliano era el que más le preocupaba no parecía tan distinto pero había algo en su mirar que delataba cuanto lo había afectado la idea de la boda, una parte de su madre sentía que comprometer la felicidad de todos esos chicos por el reino no era correcto pero recordaba las palabras de su marido.

-Nuestro hijo es el heredero de la corona, la gente en nuestra posición tiene que hacer sacrificios - El Rey no observaba a su mujer mientras hablaba, estaba revisando algunos papeles - Ya veras que con el tiempo desarrollan afinidad y cuando menos lo esperes se amarán

-¿Pero por qué de tantas mujeres ella? El abuelo fue muy egoísta al imponer algo así, no tenemos que cumplir una demanda tan absurda




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