Sangre Seca

COLITAS DE ALGODÓN

  1

 

 

Tres días después del incidente con Alice Monroe en la tienda, Poppy se despertó algo triste, aún no había podido hablar con Zack a pesar de haberlo intentado varias veces. Bajó a desayunar, no encontró a su madre en la cocina y le llamó la atención el ruido de un motor muy cerca de la casa. Salió al porche y pudo ver a su madre a unos veinte metros usando una enorme trituradora de ramas. Eva introducía cosas por un lado y los restos hechos trizas salían por el otro. Poppy se acercó para saber de qué se trataba.

 

—¡Mamá!... ¡Mamá! —El ruido de la máquina no permitía que su madre la escuchara. Entonces esperó a que lo que fuera que Eva estuviera triturando terminara de hacerse polvo—. ¡Mamá! — volvió a intentarlo su madre esta vez la escuchó.

 

—Hola, cielo— dijo Eva, revolviendo el contenido de unas cajas que tenía cerca de la trituradora.

 

—¿Qué es ese enorme aparato? ¿De dónde lo sacaste?

 

—Lo encontré detrás de ese depósito que está allí— dijo señalando una construcción pequeña tras la casa que aún no habían revisado—… es una trituradora de leña, aún tiene combustible.

 

—¿Y qué trituras?

 

—Basura del imbécil de Justin— explicó y tomó una guitarra de las cajas, luego la colocó en la entrada de la trituradora.

 

—¡Oh, no, mamá!, no lo hagas— se opuso firmemente Poppy —.  ¡la guitarra no! ¡Yo puedo usarla!

 

—Tú tienes una, Poppy, y no quiero nada de ese desgraciado en esta casa — dijo Eva, enojada.

 

—Podemos venderla, no puedes destruir un instrumento tan hermoso como ese — replicó Poppy, tratando de hacer entrar en razón a su madre.

 

—Pues creo que será más satisfactorio para mí destrozar su queridísima guitarra que contar billetes… aléjate— dijo Eva e introdujo la guitarra, salió por el otro extremo hecha una pequeña lluvia de serrín y astillas.

 

—¡No puedo creer que hayas hecho eso! —expresó Poppy cuando el motor se detuvo.

 

—Pues sí y acabaré con todo esto —indicó señalando las cajas. Luego se escuchó la voz de uno de los gemelos desde el porche.

 

—¡Mamá! — gritaba el niño observando a las mujeres a lo lejos.

 

—¡Ya voy quédate allí! —Gritó Eva preocupada porque su hijo no viera las pertenencias de su padre en las cajas, ni lo que estaba haciendo con ellas—. Dejaré esto aquí —Cerró las cajas— espero que no vengan a curiosear.

 

—Solo diles que no se acerquen a esta cosa, se ve extremadamente peligrosa— dijo Poppy.

 

—Eso haré, yo soy la madre aquí— dijo Eva en tono de broma y comenzó a caminar hacia la casa.

 

 

 

 2

 

Estaban en la cocina Eva, Poppy y Noel tomando el desayuno. Liam entró cargando al conejo negro y se sentó junto a su hermano. Noel cambió el gesto tranquilo que tenía antes de que su gemelo llegara y ahora observaba temeroso a Boris que parecía mirarlo fijamente. Barnett tampoco se sintió a gusto con  la presencia del conejo y comenzó a sollozar.

 

—Él no puede estar en la mesa —sentenció Eva refiriéndose al conejo.

 

—¿Por qué no? —cuestionó Liam.

 

—Porque huele feo y no está vacunado —respondió Eva —.  ¿dónde está su jaula?

 

—En la habitación, no puedo bajarla —dijo Liam.

 

—No quiero que Boris duerma en la habitación, no quiero que me vea dormir—dijo Noel temeroso. Su hermano clavó una mirada furiosa en él.

 

—Dejaremos la jaula en el lavadero y el dormirá allí —resolvió Eva.

 

—¡No es justo! —cuestionó Liam, enfadado.

 

—¡Claro que sí lo es! —aseguró  Eva —. A tu hermano no le agrada.

 

—¡Eres un miedoso! —le gritó Liam, muy molesto  a su hermano. Noel estalló en llanto y Barnett hizo más fuertes sus quejidos.

 

—¡Demonios! —Exclamó Poppy molesta —. ¿Será así todas las mañanas?

 

—¡Ya basta! —dijo Eva, elevando la voz—. No quiero que vuelvas a decirle esas cosas a tu hermano —regañó a Liam—.  No sé de dónde copias esos modales.

 

Poppy le dio un gran sorbo a su café mientras recordaba todas las veces que había llamado miedoso a Noel en presencia de Liam, así que trató de desviar la conversación.

 

—Hay muchas habitaciones aquí, no tienen por qué compartirla —dijo la muchacha a su madre, mientras Noel dejaba el llanto.

 

—No lo sé, son muy pequeños y no están acostumbrados —dijo Eva dudando.

 

—Pues mejor que se acostumbren desde ahora… antes vivíamos en un apartamento, ahora tenemos una casa enorme con un extenso patio, todo es nuevo… y a Noel no le agrada Boris, pero si lo sacas para que él no llore,  luego llorará Liam, y así… por siempre —explicó Poppy y bebió de su café.

 

—Tendrás que cambiarte a la habitación del final del pasillo, así puedo estar cerca de ambos —indicó Eva mientras Barnett comenzaba a sollozar otra vez.

 

—Está bien, apenas desempaqué, así que será fácil… me cambiaré por la tarde —dijo la muchacha y clavó la vista en el perro—. ¡Demonios! ¡Ya deja eso, Barnett!

 

—Bueno, espero que hoy esté disponible la veterinaria —expresó Eva observando al perro.

 

—Pues no vale de mucho, el perro ya está sano… ¡tuvimos suerte de que no haya sido una emergencia! —exclamó Poppy.

 

—Aun así, sería bueno que lo revise— dijo Eva.

 

—Y también a Boris —les recordó Liam muy serio.

 

—Así es… iré a llamar a Zack y llamaré otra vez a la veterinaria, quizás hoy tenga suerte… con ambos— dijo Poppy y lanzó un suspiro pensando en Zack y en todo el tiempo que llevaba intentando comunicarse con él.

 

—Está bien, recuerda cargar combustible, por favor—dijo Eva

 

—Terminaré de desayunar y saldré para allá.

 

—En unos días tendremos teléfono en la casa y evitaremos hacer todo ese trayecto— expresó Eva aliviada.



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En el texto hay: terror

Editado: 17.08.2023

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