1
Un par de días después del episodio con los sapos, Eva y su hija estaban sentadas en el porche, tomaban una bebida caliente mientras conversaban. Poppy estaba decidida en convencer a su madre de vender la casa. Deseaba por supuesto volver a Nashville con sus amigas y con Zack, el imbécil que no respondía a sus llamadas, pero, aun así, el imbécil del que ella estaba enamorada. También era cierto que deseaba irse de allí porque el lugar no le permitía estar tranquila, todo había sido tétrico y desagradable desde el día en que habían llegado a esa casa.
Eva estaba dispuesta a seguir dando pelea, había muchas cosas para las que no encontraba explicaciones, pero estaba segura de que las había. Alice Monroe se había convertido en su enemiga y de ninguna manera se iría de esa propiedad, no le daría esa satisfacción.
Eran cerca de las 08:30 de la mañana, cuando escucharon los gritos de uno de los niños desde la planta alta. Ambas mujeres se levantaron de sus sillas sobresaltadas y se apresuraron a entrar a la casa en busca del origen de los gritos.
—¡¿Cuál de los dos grita?! —preguntó Poppy mientras subían las escaleras a toda prisa.
—¡No lo sé!, ve con Liam —dijo la madre.
Terminaron de subir, Poppy fue a la habitación de Liam y el pequeño seguía dormido, así que se dirigió a la habitación del otro gemelo.
Eva se encontró con Noel llorando desesperadamente, gritaba y se retorcía entre dormido. Se acercó, apenas se sentó en la cama sintió el olor penetrante de la orina, el niño aún pataleaba dormido en medio de un gran charco de pipí. Cuando su madre lo tocó, Noel abrió los ojos. Comenzó llorar más fuerte mientras se abrazaba a Eva.
—¿Qué sucede, Noel? —Preguntó su madre. El niño no respondió y siguió llorando —… ¿Por qué estás tan asustado?
—¡Boris quiere comerme!¡mis ojos me duelen! —gritaba entre llantos.
—Él no está aquí, mi cielo… ¿qué sucede con tus ojos? —dijo su madre afligida, mientras lo abrazaba.
—¡Quiere comerme! —dijo el niño y continuó llorando.
—Solo estabas soñando —explicó Poppy desde la puerta de la habitación —Boris está en su jaula, acabo de verlo.
—No te preocupes, él ya no va a estar aquí, lo prometo —dijo Eva y besó a su hijo en la frente —. Ahora tienes que salir de la cama y darte un baño, lavaremos esas sábanas.
Noel asintió y salió de la cama. Liam apareció y se paró junto a Poppy en la entrada, observaba muy serio y en silencio a su hermano gemelo.
2
Eva y Poppy estaban tendiendo las sábanas y mantas que habían lavado, Noel estaba coloreando cerca de ellas, Liam estaba un poco más apartado jugueteando con Boris sobre el césped. La madre estaba muy preocupada por la manera en que la presencia de ese conejo estaba perturbando a Noel, y en parte a todos, ya que Poppy estaba intranquila en cercanías del animal e incluso ella misma lo había visto en medio de sus pesadillas. No tendrían paz mientras el conejo siguiera en la casa. Ella creía que podría llenar la ausencia que dejaría Boris en Liam con un cachorro, así que iría por la tarde a la tienda, repartiría otra vez los volantes del alquiler y aprovecharía para decirle a Rebecca que estaban listos para adoptar un perro.
—¿Qué vas a hacer con Boris? —preguntó Poppy, mientras le entregaba las pinzas para la ropa a su madre.
—Voy a deshacerme de él, esta misma noche.
—Tendrás que llevarlo muy lejos, es un conejo viejo y quizás conozca el camino a casa —indicó Poppy, observando a Boris a lo lejos.
—No voy a abandonarlo por ahí… voy a cortarle el pescuezo, no podrá volver de entre los muertos— dijo muy segura la madre.
—No creo que sea tan fácil matarlo… ya sabes, tú no has hecho eso antes.
—Pues será la primera vez… tu hermano se olvidará de él en un par de días, le conseguiremos un cachorro.
—Espero que así sea, se ve muy feliz con el conejo —dijo Poppy y ambas miraron hacia donde Liam estaba jugando con Boris. El niño irradiaba felicidad, abrazaba al conejo mientras se recostaba en la hierba.
—Así será, no te preocupes — aseguró mamá y colocó la última pinza en la sábana—. Saldré por la tarde, trataré de no tardar demasiado… prepararé la cena temprano y cuando Liam esté dormido, me llevaré al endemoniado conejo y todos estaremos en paz.
—Está bien.
Ambas comenzaron a caminar hacia la casa.
3
En la tarde, la señora Gardner regresó a su casa luego de ir a la tienda, Rebecca estuvo más que dispuesta a conseguir ese cachorro, lo que le generó un gran alivio. Mientras tanto estaba mentalizada en su plan para acabar con Boris. Pensaba en lo complejo y a la vez ridículo que era todo aquello, sabía que estaba mal tomar partido por uno de sus hijos, ya que haciendo feliz a Noel haría infeliz á Liam, pero trataba de acallar esa culpa pensando en el cachorro al que iban a adoptar. También era duro porque ella jamás había hecho semejante cosa como matar a un animal y no era agradable pensar en que ese animal era un indefenso conejito. Ahí era donde se volvía ridículo, después de todo, pensaba «mataré al conejito que mi pequeño niño adora, porque me aterroriza, porque le temo a ese pequeño animalito», se sentía tonta, pero de todos modos intentaría hacerlo.
Estacionó el vehículo frente al porche y divisó a lo lejos a la señora Monroe alejándose, eso la hizo enfurecer y se apresuró a entrar a la casa para saber si esa mujer había estado molestando a sus hijos.
—¡Poppy, Poppy ¿dónde estás?! —exclamó preocupada al abrir la puerta.
—Aquí estoy ¿qué sucede? —preguntó Poppy saliendo de la cocina.
—¿Dónde están los niños?