Sangre Seca

RASTROS DE SANGRE

  1

 

Caminaban a toda prisa, gritaban sin parar el nombre de Noel. Eva tomaba la mano de Liam quien luchaba con el peso de Boris, estaba cansado y fastidioso. Gimoteaba mientras trataba de hacer pausas en la marcha, su madre lo hacía volver al trote halándolo de la mano. Poppy caminaba nerviosa, iluminando todo a su alrededor con la linterna.

 

Llegando al establo escucharon ladridos no muy lejos de ellos. Se detuvieron inmediatamente para saber de dónde provenían. Las mujeres recorrieron los alrededores con las linternas y la luz que salía de la de Eva se posó sobre Barnett. Estaba parado junto a un árbol, quizás a unos quince metros. Eva sintió un escalofrío en la espalda, el corazón se le aceleró por la impresión que le provocó ver a ese fantasma, titubeó unos segundos y decidió que encontrar a su hijo era mucho más importante que encontrar una explicación a eso que veía.

 

—¡Barnett! ¡Ven aquí, Barnett! —dijo la mujer adelantándose apenas unos pasos, lentamente— ¡Barnett! ¡¿Dónde está Noel?!... ven aquí.

 

—¿Qué haces, mamá? —preguntó casi en susurros Poppy.

 

—Él va a llevarme donde está Noel… necesito saber dónde está mi hijo —explicó Eva a su hija y continuó dando pasos muy lentos.

 

—Pero, mamá… sea lo que sea eso, tú sabes que no es Barnett, no puede serlo —dijo la muchacha a punto de llorar.

 

—No me importa lo que sea, iré tras él… ahora, quiero que tomes esto —dijo y le entregó el arma, sin quitar los ojos del perro—… toma la mano de tu hermano y si alguien más aparece, sea quien sea… apuntas a la cabeza o al pecho y le disparas ¿entendiste?

 

—Yo no quiero matar a nadie —dijo Poppy soltando las lágrimas.

 

—Solo es por protección, para ti, para Liam y para mí ¿puedes hacerlo?

 

—Sí —aseguró la muchacha.

 

—Ahora voy a adelantarme despacio y llegaremos hasta Barnett, tú me cubrirás —dijo y comenzó a caminar, sus hijos iban pocos pasos detrás. El perro seguía parado junto al árbol, moviendo la cola —¡Ven, Barnett! ¡Ven con mami! —dijo la mujer dejando salir unas lágrimas—¡ven, mi lindo Barnett!

 

El perro se adelantó unos pasos hacia ellos, Eva se apresuró al notarlo. Poppy estaba asustada y caminaba un poco más lento y Liam luchaba para detenerse, no quería seguir caminando, lo que hizo que la distancia entre madre e hijos se hiciera un poco más grande. El perro se detuvo y ladró, luego repentinamente dio media vuelta y comenzó a correr. Eva se sintió desesperada y no reparó en dejar atrás a sus dos hijos, solo corrió tras el perro gritándole que se detenga.

 

Liam se soltó de la mano de su hermana y se detuvo. Poppy volvió a sujetarlo rápidamente e intentó correr tras su madre, pero esta ya estaba muy lejos y solo veían la luz de su linterna alejarse.

 

—¿Por qué hiciste eso? ¡Mamá se ha alejado demasiado! —regaño la muchacha a su hermano.

 

—¡Ya no quiero caminar! —dijo el niño gimoteando.

 

—Tendrás que hacerlo, vamos o la perderemos de vista —intentó caminar y forzar al niño a seguir, pero el volvió a soltarse.

 

—¡No quiero! Boris es muy pesado —exclamó Liam.

 

Poppy se quedó absorta por un segundo observando al conejo. Recordaba haberlo dejado en la jaula, en la cocina. Se preguntaba ¿cómo es posible que esté aquí? Al volver a la casa para usar el teléfono, no habían ido a la cocina ¿cómo había podido su hermano sacarlo de la jaula tan rápido?, recordó entonces esa imagen panorámica que tuvo desde el suelo, aún mareada cuando el caballo trotaba a su alrededor: había visto claramente a Boris en brazos de Liam. Arrancó al conejo de brazos de su hermano, sin mediar palabras, lo lanzó al suelo y lo pateó para que se alejara.

 

—¡¿Qué haces?! —Gritó Liam sorprendido —¡no le hagas daño! —El conejo se alejó corriendo —¡¡Boris, no te vayas!! —gritó desesperado y corrió tras él.

 

—¡¡Detente, Liam, por favor!! —Exclamó la muchacha y corrió tras su hermano —¡ven aquí, Liam! ¡déjalo ir!

 

La linterna de Poppy comenzaba a quedarse sin baterías y la luz titilaba, aun así no dejaba de correr tras el niño. Llegando a la zona de árboles la linterna se apagó por unos segundos y cuando volvió a encender el pequeño no estaba, aunque lo escuchaba gritar el nombre de Boris entre los árboles.

 

—¡¿Liam, donde estás?!... ¡Liam, ven aquí ahora mismo! —dijo buscando entre los árboles, como si fueran un laberinto —¡Liam, por favor no me hagas esto!... ¡Liam! —clamó desesperada y rompió en llanto. La luz de la linterna volvió a titilar y la voz de su hermano dejó de escucharse.

 

 2

 

 

El perro dejó de correr y se paró frente a un campo de cultivo que estaba cerca del molino, había algunas plantas de maíz en gran cantidad estaban secas. La mayoría del terreno estaba cubierto de maleza demasiado alta como para cubrir al perro, así que Eva dejó de correr algunos metros antes, no quería espantarlo y que él se metiera en la hierba.

 

—¡Barnett! ¡Ven aquí, lindo Barnett! —dijo Eva acercándose sigilosamente —. Sí que tienes ganas de correr ¿no es así? — El perro la observaba jadeando, ella daba pasos lentos mientras le hablaba para distraerlo —. Ven, Barnett… soy yo, soy mami… ven aquí déjame darte un abrazo —. El perro se sentó y ella pudo acercarse hasta tocarlo. Le acarició la cabeza y para su sorpresa, la sensación no era desagradable como ella lo había pensado, el pelo suave y pelirrojo del viejo setter irlandés se sentía como de costumbre y su cuerpo estaba tibio. Nada típico en un muerto, según pensó ella —. Te he extrañado tanto, mi amigo —dijo Eva entre lágrimas— ¿dónde está Noel? ¡Por favor dime dónde está mi bebé! —suplicó mirando fijamente al perro.

 

El animal se puso de pie y comenzó a sollozar, luego se apresuró a perderse entre la maleza del maizal. Entonces la mujer lo siguió, las plantas allí no eran tan altas para ella, apenas le llegaban a la cintura, pero se le dificultaba seguir al perro que marchaba con la cabeza baja, oliendo el suelo como siguiendo un rastro.



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En el texto hay: terror

Editado: 17.08.2023

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