Sangre Seca

SANGRE SECA

1

 

Alice Monroe y su hijo despedazaron los cuerpos de Eva y sus dos hijos, limpiaron hasta el último de los huesos. Quemaron la ropa, los zapatos y el cabello. La combustión de todo aquello emanaba un olor repulsivo que se mantuvo en el aire por una hora o un poco más.

 

Los conejos comenzaron a llegar al matadero de a cientos y cientos. Las gallinas, las ratas, vacas, los cerdos, los caballos, los gatos de Alice y hasta el viejo Barnett se reunieron a devorar la carne de las mujeres y el niño.

 

El sonido del clucking de los conejos al comer se escuchaba en toda la propiedad, como el croar de los sapos en las noches de verano. Isaías se dispuso a compartir el alimento con sus pares, su madre lo observaba mientras terminaba de limpiar la carne de los huesos de la muchacha.

 

Horas antes del amanecer la señora Monroe tomó el gran montón de huesos y encendió la enorme trituradora de leña. Trituró hasta el último hueso de las dos mujeres y la cabeza del pequeño Noel, que era lo único que los conejos habían dejado para Isaías. Colocó todas esas trazas en un saco y las subió en la carretilla de mano. Recorrió toda la propiedad esparciendo el polvo. Aquellos vestigios de esa familia se disipaban con el viento. En la tierra de cultivo, por los establos, en las afueras del laboratorio, cerca del molino, el matadero y por ese hermoso prado de flores blancas y amarillas por el que Poppy caminó junto a sus hermanos. En cada uno de esos lugares permanecerían sus rastros invisibles para siempre.

 

2

 

 

Por la mañana, alrededor de las 08:30, el teléfono sonó en la casa. Liam estaba durmiendo en el sofá, abrazado al conejo, así que se despertó sobresaltado. Tardó en espabilarse y finalmente levantó el tubo.

 

—Hola —dijo el niño, tímidamente.

 

—Hola, soy Rebecca ¿está Poppy por ahí? —dijo la voz al otro lado del teléfono.

 

—Ella no está aquí.

 

—¿Está durmiendo? …lamento haber llamado tan temprano, es que conseguí el cachorro que le prometí ¿puedes despertarla, por favor?

 

—No está en la casa —aseguró el niño.

 

—¿Y tu mami?

 

—Ella tampoco está, creo que el hombre malo les hizo daño —dijo muy serio el niño.

 

—¿De qué hablas? ¿Cómo es tu nombre? —preguntó la mujer, preocupada.

 

—Soy Liam Blake.

 

—Bien, Liam, ¿necesitas ayuda? ¿Quién está contigo en la casa?

 

—Solo Boris.

 

—¿Puedo hablar con él? —preguntó Rebecca intranquila —¿Él es un adulto?

 

—No lo sé, solo es un conejito.

 

—¿Quién es el hombre malo? ¿Te ha hecho daño?

 

—No, pero se llevó a Poppy… lo vi en la casa.

 

—¡¿Dices que un hombre se llevó a tu hermana?! —preguntó asombrada la mujer.

 

—Sí… pero… él es un monstruo muy feo.

 

—¿Sabes su nombre? ¿Lo conoces de algún lado?

 

—No y me asusta… tiene una nariz grande.

 

—Bien, Liam. Quiero que te quedes justo donde estas, no salgas de la casa y mantente a salvo. Llamaré a la policía y pronto estaremos allí para ayudarte a encontrar a tu hermana ¿está bien? —dijo Rebeca nerviosa por todo aquel relato del pequeño.

 

—Sí, está bien.

 

—Quédate justo donde estás, ya vamos en camino.

 

—¿Puedo comer galletas? —preguntó Liam, inocentemente.

 

—Sí, puedes… pero quédate en la casa.

 

—Adiós —dijo el niño y colgó el teléfono.

 

 

 3

 

 

La policía llego a la casa y encontró a Liam sentado en la sala, Boris estaba a su lado comiendo galletas. El pequeño le contó a la policía su versión de los hechos, que era la realidad sobre lo que había pasado, pero los oficiales no creyeron ni una sola palabra de lo que el niño les dijo. Lo llevaron a la oficina de policía y trataron de contactar a su padre, ya que era el único familiar que el niño podía recordar.  Rebecca se quedaría con él hasta que Justin llegara de California, que era el lugar en donde estaba viviendo desde que había abandonado a Eva y a sus hijos.

 

Los oficiales comenzaron una investigación, inspeccionaron la casa y los alrededores, a simple vista no encontraron nada sospechoso. Tampoco lo encontrarían con una inspección más exhaustiva, la señora Monroe y los moradores del lugar no habían dejado rastro alguno. El automóvil de Eva estaba estacionado frente a la casa, en perfecto estado y con las llaves puestas.

 

Indagaron a la loca de los gatos y revisaron su casa a causa de las llamadas a la policía que Eva había realizado para advertir sobre el incesante acoso de la señora Monroe. No encontraron nada que pudiera incriminarla, era su palabra contra la de Eva. La señora Gardner estaba desaparecida junto a dos de sus hijos y no había evidencias suficientes para hablar de un crimen.

 

 

4

 

 

 Días después de lo sucedido, Justin y su hijo llegaron a la casa luego de que la policía terminara con una nueva inspección que no daría ningún resultado. Padre e hijo recogerían las pertenencias del niño, él y Boris se mudarían a California hasta que su madre apareciera.

 

El pequeño Liam había contado tres veces la historia sobre lo sucedido a la policía y dos veces a su padre, siempre había sido exactamente igual. No había contradicciones ni incongruencias en su relato, más allá de lo increíble que pudiera sonar el hecho de que un montón de conejos se habían comido a su hermano y de que un hombre con cabeza de cerdo hubiera golpeado y secuestrado a su hermana. Su relato sonaba coherente, dentro de lo que el niño consideraba cierto y posible. Por supuesto que el pequeño ignoraba el hecho de que Barnett estaba muerto y de que ese que habían visto esa noche solo era su fantasma, porque eso hubiera sonado aún más increíble para su padre y las autoridades del lugar, quienes decidieron que el niño debería recibir atención psicológica.



#262 en Terror
#434 en Paranormal

En el texto hay: terror

Editado: 17.08.2023

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.