Sangre vamphyr

Epílogo

El lugar en el que encontraba se respiraba una paz infinita, se sentía tan feliz, tan tranquila, nada que le pudiera perturbar la incomodaría. Era un bosque de jacarandas y cerezos, bellos tonos pastel eran iluminados por un sol radiante.

Sarah sentía una paz tan acogedora y el fresco dulzor del bosque cuyo aroma frutal y floral excitaba sus sentidos. Con una sonrisa y los brazos extendidos comenzó a dar vueltas mientras las florecillas del cerezo caían a su alrededor.

—Sarah… —escuchó su nombre en un dulce coro femenino. Se detuvo y vio a tres bellas mujeres y a un caballero a su alrededor, los cuatro vestían de blanco.

Solo reconoció a dos de ellas por sus recuerdos más bellos en Whitby Bay.

—¿Mamá? ¿Papá? —corrió hacia Charles y Lucy quienes la aceptaron en un cálido abrazo de reencuentro.

—¿Hija? —una mujer castaña se acercó a ella, por una fotografía que tenía en su recámara la reconoció como Sarah Gernot, su madre biológica. La felicidad era tan grande que no pudo más que abrazarla y decirle cuanto la amaba y extrañaba.

—Es hora —dijo la tercera mujer, una rubia de dulce rostro juvenil—. Sarah, debes elegir entre luz y oscuridad.

—¿Qué? —preguntó ella aún confundida—. ¿Quién es usted?

La dama sonrió ante la pregunta inocente y luego respondió:

—Soy Ilona Malinov, la madre de Stephan… o como tú le conoces, Jesper.

—¿Él lo sabe?

—Ahora sí —volvió a sonreír—. La historia ha sido contada, ahora que estás aquí lo conoces todo, secretos… misterios… traiciones. Estando aquí es ver al mundo de una nueva manera, es conocerlo.

—Las flores lo permiten —murmuró—. Al tocarlas…, he visto todo, sus sacrificios y traiciones —cerró los ojos y suspiró—. Dice usted que debo elegir… —los abrió y tomó aire—, entre luz y oscuridad, vida y muerte.

—La elección que hagas —interrumpió Sarah Gernot—, será la correcta.

—Tienes nuestro apoyo incondicional, hija mía —añadió Charles besando su frente.

Antes de dar alguna respuesta, Sarah dio un último abrazo a sus madres y su padre, y acercándose a Ilona, dijo con seguridad:

—Luz…

 




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