Durante un momento me quedé mirando al vacío, negro y silencioso sin ningún signo de vida en él, luego empecé a sentir como el suelo se separaba de mí. Era seguramente mi forma incorpórea la que estaba dejando en ese momento mi cuerpo. ¿Es así como se siente estar muerta?
De entre la oscuridad, un pequeñísimo haz de luz empezó a titilar llamando mi atención. Conforme más lo veía, más se acercaba hasta ahogarme dentro de ella. Todo a mí alrededor desapareció, oscuridad y demás, quedando solamente en mi campo de visión, él y ella en una noche lluviosa.
El dolor se le veía en el rostro, las heridas que desgarraban su cuerpo eran más que evidentes, y la causa, un total misterio.
Con una levita negra y pantalones a tono, un joven de ojos azules sostenía en brazos el cuerpo de una chica con el vestido desgarrado y completamente lleno de sangre. Él suplicaba por la vida de ella, porque pudiera volver a abrir los ojos y decirle de nuevo que le quería. Levantó una de sus manos para bañarla con sus lágrimas y besos, siendo mi sorpresa que en su mano estaba el mismo tatuaje de mi mano izquierda.
Vi detenidamente el perfil de la joven, y el parecido era increíble.
¡La chica era yo!
¡El joven era Leo!
— ¡Volverás a mí! —dijo Leo inclinándose sobre los labios de mi doble con los colmillos al descubierto. En un inicio creí que se trataría de un beso de amor, pero luego lo comprendí.
—Leo… Leo ¡No lo hagas! —le grité desesperada.
Pero fue inútil.
Sus colmillos atravesaron la carne, la sangre empezó a emanar del interior y era consumida por su boca, haciéndolo entrar en una especie de éxtasis alucinante con cada trago.
Aparté la mirada por un momento. Luego un quejido proveniente de la garganta de Leo me hizo devolver la mirada al siguiente segundo.
Tenía los ojos abiertos, atravesando a la chica con la mirada. La sangre que una vez le dio vida a sus venas ahora parecía evaporarse en el aire convirtiendo su piel en un lienzo blanco. Era claro lo que ocurría.
Leo estaba muriendo.
O más bien, Enrique estaba muriendo.
Luego ambos empezaron a desvanecerse hasta que desaparecieron del todo y nuevamente todo quedó una inmensa oscuridad.