Sangre y Telaraña

CAPITULO 0

¿Cuándo fue la última vez que te sentiste realmente viv@?

Muchos podrán decir que ahora mismo. Que el solo hecho de estar leyendo estás líneas en este preciso instante es una prueba fehaciente de estar con vida, pero ¿se han tomado el tiempo necesario para sentir si sus signos vitales aún permanecen con ustedes, o son una simple ilusión provocada por la monotonía?

Hubo una vez en la que una amiga pensaba que para estar vivo únicamente se debía poder comer, dormir, caminar, estudiar, trabajar, etc., realizar todas las actividades diarias que al final de todo son simples cosas que te mantienen ocupado sin ningún objetivo para "tu vida".

Díganme... ¿Cuánta gente no se encuentra estresada por exceso de trabajo o estudio? ¿Cuántos se niegan a comer ciertos alimentos por cuidar la línea en lugar de revisar si no fue la ropa la que se encogió en la lavada? Y ¿Cuántos de ustedes están haciendo en este preciso instante lo que realmente les apasiona?

La amiga de la que les hablo tenía la cabeza llena de estas y cientos de cosas más. Dentro de su gigantesco mundo creía ser feliz hasta que un día, ese mundo dio un giro de trecientos sesenta grados y toda su vida cambió completamente...

Dolor, lágrimas, pena, vacío, resentimiento, ira, todos estos sentimientos encontrados se ocultaron bajo la brisa helada la tarde del funeral del señor Ignacio Barreda, un magnate multimillonario que dejaba en la viudez por quinta vez consecutiva a mi amiga cuyo nombre era Alisa Arellano, tan solo tres meses luego de haber cumplido está veintisiete años.

A como es de esperarse cuando se vive rodeado de “muy buenos” vecinos y falsos amigos, Alisa se convirtió de un momento a otro en el punto focal de chismes malintencionados, envidias y largas investigaciones policiacas que la tenían como única sospechosa sin ninguna evidencia, aunque con un jugoso y enorme motivo demasiado evidente.

Luego de seis meses sin poder sonreír siquiera y de haber dejado de usar el apellido de la familia Barreda, Alisa conoció a Diego Contreras, un apuesto abogado que acababa de llegar a la ciudad en plan de negocios y que no tenía ni idea de su oscuro pasado.

Los días comenzaron a volverse cálidos y hermosos de nuevo debido a los ramos de magnolias que se hacían llegar a la puerta de su casa cada mañana junto a una notita oculta en su interior. En agradecimiento una deliciosa cena era preparada todos los sábados en honor al invitado especial que siempre hacía su aparición media hora antes de lo acordado.

La compañía había llegado nuevamente a su vida, aunque no la dejaba de atemorizar el hecho de que todo terminaría el día en que él dijera las palabras prohibidas y entonces, la decisión estaría en sus manos: aceptar la posibilidad de enviudar por sexta vez consecutiva o evitaría darle una víctima más a la maldición que la venía persiguiendo durante muchos, muchos años.

Tanto pensar había preparado ya una respuesta la cual nunca llegó a darse ya que, cuando ocurre un suceso las noticias vuelan como el viento, y mayormente si son malas. Diego había sufrido un ataque al corazón mientras conducía por la carretera oeste saliéndose del camino y del cual no sobrevivió. En el bolsillo de su saco la policía encontró un anillo de compromiso y una notita que decía: "La sexta es la vencida".

En ese momento el eco de un doloroso recuerdo empezó a retumbar con fuerza en su cabeza. “POR SIEMPRE JUNTOS, ALISA” Esta era la firma con la que después de cada crimen Alisa era forzada a permanecer atada por la eternidad. ¿Y El asesino? Aunque les parezca una locura, el asesino gozaba de inmunidad celestial ya que la otra vida no cuenta con prisiones.

Aarón Báez fue el novio de Alisa quien murió repentinamente a mitad del baile de despedida de preparatoria. Él fue quien inició todo en esta cadena de desgracias, pero ¿víctima o asesino? En este caso ambas debido a sus últimas palabras: "Estaremos juntos por siempre y para siempre, Alisa". Luego de esto expiró quedando todo grabado en las pesadillas de ella.

El cuerpo del Lic. Contreras fue incinerado a petición de su familia para que así pudiera ser enviado con ellos al extranjero donde residían, por lo que el último adiós tuvo que darlo Alisa desde la distancia con una mano en el corazón y otra sosteniendo un pañuelo lleno de lágrimas de sangre cristalina.

Destrozada del alma, perdida en una depresión tan profunda que calaba hasta los huesos, decidió darle la victoria a su lamentable destino, pero sin el valor necesario para cometer suicidio la mejor idea que tuvo fue deshacerse del objeto del odio de aquel fantasma.

Buscó entre sus cosas una vieja libreta que había llevado consigo el día en que salió de casa de sus padres y donde estaban los datos de personas que no veía desde que era niña, como, por ejemplo, la tía Laura, prima hermana de su abuela materna que vive al otro lado del océano casi fuera de toda civilización conocida. Luego de contactarla y saber si aún vivía, le pidió un informe detallado de aquel lugar tan lejano con el pretexto de querer cambiar de ambiente y ordenar sus ideas un poco a lo cual su tía sugirió que fuera a vivir con ella, al fin y al cabo, su casa era demasiado grande para ella sola y que mejor que su sobrina para hacerle compañía. Aunque antes de todo hizo una pregunta un tanto extraña: ¿De qué color es tu cabello? Negro fue la respuesta que dio Alisa sin tener idea de lo que significaría en adelante esta pregunta sin sentido aparente.




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