Sangre y Telaraña

CAPITULO 10

¡Todo esto es totalmente ridículo! —Gritaba para mis adentros. Vine al fin del mundo para escapar de mi vida y me encuentro con toda esta locura. Genial. Ahora tendré que volver a casa y...

Un balde de agua helada cayó sobre mí.

Había dejado salir de mis labios la palabra "escapar".

De nuevo.

¿Cómo he llegado a esto?

Alisa Arellano nunca se dejó derrotar por nada ni nadie. Siempre fue más dura que el acero y más temida que...

Solté una pequeña risa cuando pensé en: "Pandora".

¿Cómo llegué a convertirme en esto? ¿Qué fue lo que pasó?

Cierto.

Alisa murió aquella noche. La misma noche en que Aarón murió.

—Que mal. Supongo que será mejor que te abrigues un poco más. Dudo mucho que el clima vaya a mejorar pronto.

Di un profundo suspiro. —No creo que un resfriado sea el mayor de mis problemas en estos momentos. —Alejé la vista de la ventana para dirigírsela a mi interlocutor. Más bien, estaba un poco acalorada.

— Si quieres, podría seguir intentándolo —se encogió de hombros —. Quizás funcione en una de esas.

Genial. De solo recordar a lo que Drew se refería, mis mejillas empezaron a arder. Y tampoco ayudaba a refrescarme. —No creo que a estas alturas me ayude en algo. Además, creo que ya me estoy acostumbrando a todo lo raro.

—De acuerdo. Pero avísame si sientes que tendrás algún ataque de histeria o algo parecido —me guiñó un ojo —. Soy bueno controlando esos casos.

Sentí que la cara se me caía de vergüenza.

Hace aproximadamente setenta y dos horas que no duermo. Mi último sueño fue aquel en que "Leo" me mordía y en el que desperté con una misteriosa pulsera que desapareció a los pocos segundos. Claro que los detalles de ese sueño los conservo para mí, aclaro.

Después de varias horas de lectura entretenida, Drew ha llegado a una teoría: mis supuestas habilidades de teletrasportación, abertura de portales, mi actual insomnio poco común ya que, aunque en el día me siento agotada, en la noche es como si recargara mi batería, todos estos son síntomas de que puedo ser un hada, o una vampiresa. Pero aparte de la "fluorescencia" y la resistencia al "hipnotismo", Drew dice que no presento otros aspectos necesarios para ser un comensal de sangre y que esos "poderes" los obtuve de mi sangre transferida, así que ha optado por asegurar de que soy un hada. Más específicamente, soy un hada de la noche.

Mi extraña sensación de calor aún no tiene explicación.

Bueno, al menos una buena noticia en medio de la locura.

—Deberías relájate un poco. Mientras permanezcas con los ojos abiertos, no tienes de que preocuparte por ese Shinda. Él solo puede atacarte mientras tu alma descansa.

—Drew, quiero preguntarte algo. Con respecto a mi pequeña porción de sangre prestada, ¿es posible que yo..., bueno...?

— ¿Qué te conviertas en uno de nosotros? —Drew concluyó mi incomoda pregunta al ver que quizás yo no fuera capaz de hacerlo. —Tranquila. Para que alguien que no ha nacido como tal pueda convertirse en un vampiro, hay algunos tecnicismos que se deben cumplir. —Una sonrisa se asomó en sus labios —. El primero lo cumples muy bien, que es ser un Hanyo. Pero aparte de eso, debes morir antes de recibir el beso de la muerte.

Mi temperatura corporal cayó al instante. Comparado conmigo, los difuntos eran un horno de panadería. Por lo menos había encontrado una solución al calor.

— ¿Morir...? —susurré.

—Supongo que es muy cierto lo que dicen de que la naturaleza es sabia. Nosotros consumimos sangre Hanyo y Yökai, por lo que, si una mordida transformara a alguien, entonces ¿qué comeríamos?

Tragué saliva, llevándome la mano al cuello.

Una risa dejó al descubierto todos y cada uno de los dientes de Drew, incluido los colmillos. —Estas realmente preocupada, ¿verdad?

— ¿Podrías culparme?

—Bueno. El asunto de la sangre no tiene nada que ver con las cacerías nocturnas a como lo pintan las películas.

— ¿Entonces?

—La mayoría podemos dejar de ser un damphiro bebiendo la sangre de cualquier Hanyo, pero no significa que toda la sangre sea de nuestro completo agrado. Llega el momento en el que encontramos aquella de la cual no podemos prescindir. Esta se convierte en nuestra droga y sin ella, enloquecer sería el mejor escenario descriptible.




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