Dios le dijo a Abram que dejara su hogar y se fuera a una tierra desconocida, prometiéndole grandes bendiciones y hacer de él una gran nación. Abram obedeció y se fue con su esposa Sarai y su sobrino Lot, llevando todo lo que tenían a la tierra de Canaán. Allí, Dios le prometió la tierra a sus descendientes. Luego, por una hambruna, Abram se fue a Egipto. Para protegerse, hizo pasar a Sarai por su hermana, lo que llevó a que el faraón la tomara para sí, pero Dios protegió a Sarai enviando plagas. Al darse cuenta de la verdad, el faraón devolvió a Sarai a Abram y los mandó fuera de Egipto con muchas riquezas.