Abraham, siendo ya anciano, encarga a su criado encontrar una esposa para Isaac, su hijo. El criado jura cumplir la tarea y parte hacia la tierra de los parientes de Abraham. Allí, junto a un pozo, ora pidiendo un signo y ve a Rebeca, una joven virgen, que le ofrece agua y para sus camellos. Él la reconoce como la indicada y le propone el matrimonio con Isaac. Rebeca acepta y es llevada a la casa de Isaac, quien la toma por esposa y la ama.