Isaac, al envejecer y perder la vista, llama a Esaú para bendecirlo antes de morir. Rebeca escucha y le pide a Jacob que traiga comida para obtener la bendición. Jacob, temiendo ser reconocido por su padre, obedece y lleva la comida. Rebeca lo ayuda a disfrazarse como Esaú para engañar a Isaac. Isaac, sin reconocer a Jacob, lo bendice abundantemente. Cuando Esaú regresa, Isaac se da cuenta del engaño y aunque Esaú le ruega por una bendición, Isaac confirma la bendición dada a Jacob. Esaú, resentido, planea matar a Jacob. Rebeca, al enterarse, envía a Jacob a la casa de su tío Labán para protegerlo de la ira de Esaú.