Jacob se da cuenta de que Labán y sus hijos lo ven con resentimiento porque ha adquirido riquezas. Dios le dice a Jacob que regrese a la tierra de sus padres, y Jacob decide irse en secreto con su familia y su ganado. Raquel roba los ídolos de su padre Labán y Jacob huye sin avisarle. Labán se entera y los persigue, pero Dios le advierte en un sueño que no haga daño a Jacob. Cuando Labán alcanza a Jacob, discuten sobre las acciones de Jacob y Labán. Jacob se defiende diciendo que ha trabajado duro por Labán durante veinte años sin recibir un trato justo. Jacob y Labán hacen un pacto de paz y erigen un montón de piedras como testimonio de su acuerdo. Finalmente, celebran con una comida y cada uno vuelve a su hogar en paz.