Jacob divisó a Esaú y sus cuatrocientos hombres. Para tranquilizarlo, Jacob organizó a su familia, colocando a las siervas y sus hijos al frente, seguidos por Lea y sus hijos, y al final Raquel y José. Jacob se inclinó siete veces al acercarse a Esaú, quien lo recibió con abrazos y lágrimas. Esaú preguntó sobre los niños y las mujeres, y Jacob respondió que eran un regalo de Dios. Luego, Jacob presentó un regalo a Esaú como señal de paz, y aunque Esaú inicialmente se negó, finalmente lo aceptó. Decidieron seguir caminos separados, con Esaú ofreciendo acompañar a Jacob, pero este le pidió que lo permitiera viajar a su propio ritmo debido al ganado y los niños. Esaú regresó a Seir, mientras que Jacob se estableció en Sucot y luego en Siquem, donde adquirió tierras y erigió un altar llamado El-Elohe-Israel.