La familia grande de Jacob se mudó a Egipto. Con el tiempo, crecieron mucho y se volvieron fuertes. Pero llegó un nuevo rey que no conocía a José y se preocupó por cuántos eran. Así que hizo a los israelitas sus esclavos y les dio trabajo muy duro. Aun así, seguían creciendo en número. Entonces, el rey dijo a las parteras que si nacía un niño hebreo, debían matarlo, pero si era niña, la dejaran vivir. Las parteras, por miedo a Dios, no siguieron la orden del rey y dejaron vivir a los niños. Cuando el rey preguntó por qué, dijeron que las mujeres hebreas daban a luz muy rápido. Dios protegió a los israelitas, y siguieron aumentando en número. Al final, el rey ordenó tirar a los bebés varones al río, pero dejar vivir a las niñas.