En Números 23, Balaam, bajo la dirección de Dios, bendice a Israel en lugar de maldecirlo, a pesar de los deseos de Balac, el rey de Moab. Balaam construye siete altares y ofrece sacrificios en cada uno, buscando la guía de Dios. Dios le da un mensaje a Balaam que reafirma la bendición sobre Israel y la imposibilidad de revertirla. Balaam declara que Dios está con Israel y que ninguna maldición o magia puede prevalecer contra ellos. Balac, decepcionado, le pide a Balaam que no los bendiga, pero Balaam insiste en que solo puede decir lo que Dios le diga. Balac intenta nuevamente que Balaam maldiga a Israel, pero en cada ocasión, Balaam solo puede pronunciar bendiciones sobre el pueblo de Israel, ya que es lo que Dios le ordena hacer.