En Deuteronomio 27, Moisés ordena al pueblo que, al entrar en la tierra prometida, erijan piedras con las instrucciones de Dios escritas, especialmente en el monte Ebal. También establece un altar al Señor con piedras sin labrar. Luego, los levitas proclaman maldiciones sobre aquellos que desobedecen los mandamientos de Dios, y el pueblo responde con un "Amén" a cada una.