Estaba comenzando a realizar mis primeras notas periodísticas, la mayoría de ellas trataban sobre eventos sociales y asaltos a pequeñas tiendas de autoservicio, era tan aburrido que comencé a buscar noticias sobre crímenes más grandes, como asesinatos y casos por resolver. Así fue que inicié a leer periódicos de pequeños pueblos, donde mencionaban crímenes más interesantes que en la capital y, fue ahí donde encontré la siguiente nota:
"Las desapariciones y asesinatos en Santa Catalina comenzaron hace cinco años, poco después de que el circo Teyson cerrara sus puertas ante la desaparición de un miembro importante de su comunidad. Ellos avisaron a las autoridades, quienes buscaron por todo el pueblo y sus alrededores sin encontrar rastro de aquella persona. Agosto de 1984."
A pesar de que la nota era de hacia un año, decidí ir a ese pueblo para conocer de cerca los hechos y, así, hacer una de mis mejores notas periodísticas. Con la emoción de salir de la rutina alisté mis últimos pendientes y los entregué para solicitar mis vacaciones e ir a Santa Catalina, un pueblo que está a mitad del desierto y lleno de curvas peligrosas en su camino.
En cuanto llegue al lugar, su ambiente lúgubre me alertó sobre los temores de la población que ahí vivía. Después de hacer unas cuantas preguntas, todos los habitantes estaban preocupados de que yo fuera otro más en la lista de los desaparecidos.
Por su puesto que su miedo tenía fundamento, puesto que provenía de la última tragedia que había vivido el pueblo y la cual se leía en los periódicos de años anteriores:
"Una jovencita residente de Santa Catalina, con a penas dieciséis años, ha sido internada en el psiquiátrico de San Cayetano después de la trágica muerte de su hermana, quien aún sigue desaparecida. Octubre 1982."
Esa noticia corría al rededor de la leyenda de la chica de la carretera, la cual comenzó a ser la explicación de las desapariciones y de los cadáveres encontrados a las afueras del pueblo. Era una interesante nota que escribía con ansias en mi cuaderno, mientras intentaba obtener una entrevista con aquella chica.
Susi, de dieciocho años actualmente, pláticaba sin cesar la historia de lo que sucedió hacía dos años. Ella iba con su hermana y su cuñado, ambos chicos rondaban los veinte años. Todos ellos estaban emocionados por regresar a su pueblo y ver a su familia; pero esa noche pasarían primero a la fiesta de Caspe, una reunión anual que hacían los jóvenes del pueblo cada fin de curso.
Los asistentes a este evento rondaban los diecinueve y veintiséis años, a pesar de que los más jóvenes no eran permitidos, los chicos insistieron a que Susi los acompañara ya parecía mayor a su edad real, por lo que no tendrían problema de que estuviera un rato con ellos.
En el trayecto hacia la fiesta observaron a una chica caminando por el camino. Al acercarse, lo primero que vieron fueron unas coletas despeinadas de colores apagados con dos moños rosados, después un vestido rasgado de color verde chirriante con cuadros cosidos de color naranja y rosa, y al final, unos zapatos grandes y rojos si cordeles. Todos pensaron en ayudarla, pero al hablarle ella no hizo caso a sus palabras y siguió arrastrando sus piernas sobre la tierra.
Juan detuvo la camioneta y salió para auxiliarla, mas, la chica había desaparecido. Sus acompañantes le insistieron y él regresó a la camioneta, en silencio avanzaron y llegaron a la fiesta unos quince minutos después.
Al llegar saludaron a todos y tomaron sus bebidas entre risas. Susi nerviosamente tomó un trago de cerveza mientras su mirada pasaba sobre la fogata hacia un punto lejano de la fiesta. En ese lugar vio a la chica, ella tenía los brazos colgando, la espalda encorvada y parecía que miraba a los asistentes de la reunión.
Su mirada era de odio y parecía buscar venganza, por lo menos eso sintió Susi al verla. La joven alertó a su hermana, pero ella y sus amigos no le creyeron, burlándose de Susi siguieron su acalorada charla, mientras la jovencita señalaba hacia la chica que ya no estaba en aquel lugar.
Susi se asustó al no ver a la muchacha y corrió hacia la camioneta, al ver lo anterior su hermana preocupada la siguió para charlar con ella y disculparse. Ambas estaban peleando junto a la camioneta cuando escucharon como las risas se convertían en gritos. Juntas corrieron hacia la fogata y vieron a la chica de vestido roto, la cual tenía el maquillaje corrido y sus rasgos faciales desfigurados, así como su ropa cubierta de sangre.
Ella estaba vestida como los payasos de su infancia, pero su ropa graciosa y colorida parecía olvidada por el tiempo mostrando un color grisáseo, que dejaba la impresión de que acababa de salir de una tumba. Susi y su hermana bajaron su mirada a los cuerpos cubiertos de sangre sobre la tierra, cuando se dieron cuenta que el cuello de Juan estaba entre las garras de la payasita. Ella lo miraba con odio mientras el hombre se desangraba.
La fémina de coletas descoloridas giró su cabeza para observar a Susi y a su hermana, ambas gritaron, pero en el acto Susi corrió. En cambio su hermana lloraba y gritaba con el cuerpo congelado por el miedo. Al volver la mirada, Susi vio como su hermana ya estaba bajo el cuerpo de la payasita gritando y suplicando, mientras aquella criatura mordía su cuello y le desgarraba la piel con las garras que ahora tenía por manos.
La sangre corría por la tierra hacia la fogata mientras ésta se apagaba. Susi continuaba corriendo sin voltear atrás, pero sentía como otros chicos se volvían parte de la carnada de aquella criatura, que desgarraba sus cuerpos sumergiendo su rostro en su sangre, mientras ellos gritaban de dolor hasta que dejaban de respirar.
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Editado: 12.10.2020