Santa Ritas

2. Escape

A medianoche, Antonio se encuentra terminando el último papeleo pendiente. Está acostumbrado a llevar trabajo a casa cuando los síntomas de abstinencia empeoran, así tiene una coartada sólida para estar despierto hasta altas horas de la madrugada.

Luego de guardar los documentos en el maletín, camina en puntillas hacia el dormitorio y asoma la cabeza por la puerta. La silueta de su esposa sube y baja de manera acompasada. Se acerca unos pasos para comprobar la expresión calma en su rostro.

Se desliza fuera de la habitación, tratando de no hacer ruido. Es su oportunidad de escapar al Jardín, de hacer lo que sea necesario para dejar de sentir las raíces que crecen en su interior y amenazan con destruirlo.

Vuelve a su escritorio, ya que allí oculta una muda de prendas viejas, con manchas de tierra y polen, de la que Rita no tiene conocimiento.

Ella tampoco sabe su secreto. Desde que se casaron, hace ya seis meses, Antonio ha estado pensando cómo plantearle su condición. Los pulmones luchan por funcionar cada vez que se estanca en los escenarios posibles, como si el tronco de una secuoya roja le aplastara el pecho y no pudiera quitárselo de encima. A veces, incluso, cree que ese es el fin de su vida. Sin embargo, la sensación disminuye y desaparece al cabo de varios minutos, siempre que se centre en visualizar el Jardín; la diversidad de formas, colores, texturas y olores en su memoria lo distraen cuando no es capaz de respirar.

Ya vestido, sale por la puerta trasera y rodea la casa a toda velocidad. Se detiene en la vereda, culpable por tener que hacer esto cada vez que está a punto de perder el control; es por el bien de ella y por el suyo, sí, pero no es suficiente. Si pudiera decírselo, tal vez resultaría más sencillo. «O no. O ella me ve como un monstruo y me abandona, o se entera todo el vecindario y me persiguen como hicieron con mi familia y conmigo luego del accidente», reflexiona, y, durante un segundo, vuelve a ser aquel niño que hizo crecer majestuosas bugambilias en los canteros escolares.

Prefiere continuar su caminata hacia el Jardín que quedarse atrapado en esos dolorosos recuerdos.



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En el texto hay: historia corta, lecciones de vida, ansiedad

Editado: 12.08.2024

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