Santiago Ferrara

Capítulo 8

—Llego hasta mi  cubículo,  saco los documentos de la reunión con los americanos,  para preparar el informe que el señor Ferrara acaba de pedirme. Estoy segura que hasta ayer en la agenda, no había programado ningún almuerzo con clientes. Pero bueno el trabajo es el trabajo y yo necesito cuidar el mío.  

 


—Abro mi computadora y empiezo a redactar el informe, me sumerjo de tal manera en el trabajo,  que en una hora tengo todo listo para presentárselo al señor Ferrara, por lo que decido subir al piso de presidencia, para entregar el informe— 

 


—Tomo el ascensor y marco el piso. Salgo de la caja metálica y me encuentro con la señora Michell, la secretaria del señor Ferrara. 

 


—Buen día Michell— Buen día, Dania. ¡Que bonita estas!. 


—Gracias Michell— ¿Esta el señor Ferrara?, necesito entregarle este informe.  

 


—Si, ya te anuncio. A escasos minutos la veo regresar— Puedes pasar,  el señor Ferrara te esta esperando,  Dania 

 


—Con permiso, señor— Aquí traigo el informe que me solicito.  

 


—Perfecto, cuanta eficiencia. Tardo menos de lo previsto, señorita Rinaldi. 

 


—Me gusta lo que hago, señor por lo tanto lo disfruto. 


—Me imagino que así mismo como disfruto la compañía de Carter anoche, se le  veía muy risueña con el en el club, tanto así que no le importo que la llevara a casa,  siendo una persona que apenas conoce— 

 


—Me pongo de pie y camino hacía ella, esa falda tubo negra le hace justicia a sus curvas. La camisa de seda blanca se ajusta a la parte superior de su cuerpo de manera perfecta, y los altos tacones negros hacen lucir sus piernas mas estilizadas. Hasta con ropa ejecutiva esta mujer se ve genial. Me paro justo frente a ella, mirándola fijamente, la veo levantar su mentón y sostenerme la mirada de manera desafiante.  

 


—Perdone señor, pero eso suena como a un reclamo. Aunque estoy segura que no lo es, porque sería completamente inadecuado; ya que el cuestionamiento se refiere a mi vida privada y no a mi trabajo,  el cuál es el único tema, sobre el que usted tiene permitido cuestionarme— Sin embargo y solo para satisfacer su curiosidad, déjeme decirle que lo disfrute muchísimo, estoy segura que tanto  como disfruto usted la compañía, de la deslumbrante pelinegra que lo acompañaba anoche, supongo que todo continuó y terminó maravillosamente, para ambos. 


—Por supuesto, que no es un reclamo. Solo un poco de preocupación por la seguridad y bienestar de mis colaboradores— y en cuanto a la hermosa pelinegra, si definitivamente que disfrute su compañía. Pero prefiero no dar detalles, no es mi intención ponerla celosa  señorita Rinaldi. 

 


—¿Celosa? ¿Por usted, señor Ferrara?—Noooo para nada, eso sería algo imposible, además de inapropiado, tomando en cuenta que  usted no es mi novio, ni mi amante, nosotros  solo somos compañeros de trabajo,  señor Ferrara en ese tipo de relación no caben los celos.

. —Estamos tan cerca, que un solo movimiento permitiría a nuestros labios rozarse, inclino mi cabeza para quedar aún mas cerca y accesible a su boca, sin embargo me contengo y no la beso—Tiene usted toda la razón, pasemos a lo que realmente nos incumbe revisemos ese informe, señorita Rinaldi. Digo alejándome de ella y regresando a la silla que está frente  mi escritorio. 


—Me parece excelente, señor— siento como mi corazón late desbocado, tengo la boca seca y las manos me sudan.  Su cercanía me abruma a niveles inimaginables,  pero si este hombre cree que voy a caer a sus pies como lo hacen todas las mujeres, o que me va a confundir con sus actitudes provocadoras,  esta muy equivocado, yo no voy a ser el juguete de un niño rico, acostumbrado a jugar con las mujeres. Aunque ese niño rico este más bueno que el pan. 


—La veo leer el informe , pero no le estoy prestando atención a ninguna de sus palabras, no se que tipo de efecto tiene esta mujer en mí, pero anoche me di cuenta que su cercanía me agrada, tal vez sea su actitud desafiante e indiferente hacía mí, completamente contraria a como suelen actuar la mayoría de la mujeres. Me a acerque a ella buscando ponerla nerviosa, pero nada, hasta pareciera que soy invisible cuando estoy con ella. 


—Te gusta esta mujer, Santiago. Te toca aceptarlo, te atrae sentirse desafiado e ignorado. Vas a tener que probar sus encantos para sacártela de la cabeza, porque seguramente así será, cuando sea tuya pasará igual que con todas las demás,  perderás ese extraño interés en ella y listo sera asunto arreglado. El tema es ¿Como lograrlo?, Dania Rinaldi no parece el tipo de mujer que lleves a la cama tan fácilmente, bueno tocara ingeniármela, no puede ser tan difícil. Sigue siendo solo una mujer, con mucho carácter pero una mujer al fin.  


—Termino de leer el informe y su mirada penetrante sigue sobre mí, como desde el momento que empecé a leer—  Le parece bien, o desea hacer alguna corrección, Señor— 


—No escuche absolutamente nada de lo que leyó, mi mente se concentro en ella, pero obviamente no le diré eso — Ninguna objeción, esta bien así. Hágaselo  llegar a Natasha, digo después de estampar mi firma en el documento. 

 


—El toque de la puerta de mi oficina, llama mi atención — Adelante, contesto. 


—Permiso Señor, dice Michell al entrar.— Sí, digame Michell — Es que un mensajero, trajo algo para la señorita Dania, le informaron que no estaba en su puesto sino aquí y como la instrucción era entregárselo personalmente, el chico la esta esperando afuera.  

 


—¿Trajeron algo para mí? — Pregunto algo asombrada.  
—Así es, querida— Me responde Michell. 

 


—Camino hacía donde se encuentra su escritorio y veo a un chico con un hermoso ramo de rosas rojas, esta de pie esperándome afuera de la oficina del señor Ferrara— 



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En el texto hay: mafia, amor, amistad

Editado: 10.07.2022

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