El otoño había llegado y con él nuestra primera crisis.
Tiempo atrás había sufrido mucho por un hecho difícil de contar, solo unos pocos tenían conocimiento y entre esos pocos, Trini. Ahora gracias a ella Facundo lo sabía:
-¿Por qué no me dijiste nada de lo que te había sucedido? -Me increpó en el receso de la clase fuera del auditorio.
-Facundo, no es momento de que me preguntes sobre eso, pasaron cuatro años y aun no logro hablarlo con muchas personas.
-Bárbara, sabes que estamos juntos y que no debes ocultarme tu pasado, aunque haya sido lo peor que te pasó. –Me dijo molesto.
Me fui de la banca en la que estaba sentada junto a él... No podía soportar que me juzgara por haberme guardado el mayor de mis secretos.
Me dolía dejarlo. Fue nuestra primera pelea fuerte y nuestro orgullo no nos ayudo en lo absoluto.
Durante las dos semanas que estuvimos separados alguien más apareció en la vida de Facundo. En los pasillos de la universidad se rumoraba que era Estefanía, una estudiante de ingeniería a la que él conocía de su ciudad natal.
Verlo junto a ella en la facultad me frustraba, como si todo lo que teníamos no hubiese servido de nada, como si todo hubiese terminado sin más porque ella me había quitado lo que más amaba.
Tenía la imperiosa necesidad de volver a él, de recuperar nuestros momentos y espacios y dejar pasar el tiempo y olvidar la voz de Estefanía cerca, porque no estaba dispuesta a perderlo.
Salí de la biblioteca y me encontré con Diogo y Tobías.
-Oye Barbi, dile a Facundo que vamos a jugar en la noche. -Dijo Tobías mientras tomaba un par de libros.
-Vale, le diré.
WhatsApp enviado: "En la noche van los chicos a casa."
Era común que Diogo, Facundo, Iacopo y Tobías se Juntaran en el departamento a jugar con la PlayStation. Era reunión de hombres -o por lo general lo era... Facundo llegó a la sala de estudios y se sentó a mi lado.
-Barbi...
-¿Que necesitas? -Pregunté
-Que me perdones y me acompañes esta noche para jugar con los chicos por favor. -Me dijo girándome la cara para que lo mirara a los ojos.
-Vale, vale. Está bien. Te acompaño. -Le dije robándole un beso.
Aquella noche estaba todo preparado, cervezas y comida, estábamos enfrentados en equipos y decidí jugar contra Facundo, sabía que eso lo desesperaba, sobre todo si jugaba con Iacopo. Fue un momento divertido que Facundo, visiblemente enojado por la manera que había perdido, despidió a los muchachos y nos quedamos solos en el sofá:
-¿Ya se te pasó el enojo? –Preguntó.
-Quizás si... quizás no. No lo sé. –Respondí.
Sabía que el buscaría la forma de cambiar mi humor y encontró mis cosquillas. Un largo rato de risas y llanto, y luego nos quedamos viendo una serie, su favorita, pero sin una decisión definitiva. Tenía un lío de pensamientos y quizás en unos días me aclararía las ideas y sentimientos.