Facundo debía ir a la clínica, Timothy lo necesitaba. Maddy había cometido una locura que nadie lograba entender y él tenía la necesidad de apoyar a su hermano:
-Necesito que te quedes aquí, no quiero arriesgar la llegada de nuestro bebé y debes cuidara Alice. –Me pidió.
-¿Estás seguro que es lo que quieres hacer?
-Sí, ya saque los boletos para irme en el primer vuelo.
Tomaría el vuelo de las 6:00 am así que intentamos dormir un poco sin éxito.
Sabíamos que nos extrañaríamos, que no sería fácil estar separados, pero Timothy lo necesitaba y era su único hermano.
A las 3:00 am su abrazo tierno me desconcentró de la ventana por la que veía lloviznar y me llevó de vuelta a la cama donde por fin pude dormir hasta las 5:00 am cuando nos fuimos al aeropuerto.
El frío era cortante y Facundo postergó el embarco hasta el último anuncio, solo entonces me besó apasionadamente y agachándose le habló a mi panza aún sin indicios visibles y le habló con ternura:
-Cuida a mamá hasta que yo regrese. Luego besó y arropó a Alice y se fue sin mirar atrás para no arrepentirse.
Me sorprendí al llegar a casa y encontrarme con Timothy esperándome junto a Facundo:
-Acompaña a Timothy, no preguntes. Yo los alcanzaré cuando llegue Madeleine. - dijo Facundo dándome una bolsa.
-Mmm... Está bien. Te amo.
Mi cuñado y yo salimos con Alice. Manejó el coche sin decir palabra y paramos frente a un hotel. Notaba que ambos habían planeado esto e intuí una sorpresa, así que decidí que disfrutaría de las atenciones sin preguntar.
Alice dormía tranquilamente. Facundo llamó a Tim mientras terminaba de vestirse:
-Abre la bolsa. Es una sorpresa, lo elegimos con Facundo. -Dijo asomando la cabeza desde la puerta del baño.
El vestido blanco era sencillo, me agradaba el hecho de que ambos conocieran mis
gustos a la hora de elegirme un atuendo.
-¿Y esto? ¿Para qué quieren que me ponga un vestido blanco?
Timothy salió del baño con un elegante traje y un ramo de rosas de varios colores.
No podía disimular mi expresión de sorpresa ante lo que estaba sucediendo. Nos
sentamos en la cama; yo a maquillarme y Timothy buscaba sus zapatos.
-¿Estas lista? -Dijo cuando terminó de calzarse.- Facundo hizo todo para que se casarán hoy.
Se acomodaba la corbata mirándose al espejo y luego bajó con Alice en brazos mientras yo me calzaba los zapatos en plateados de un taco más bien bajo, mientras mis pensamientos me jugaban una mala pasada; "¿Qué hará Estefanía cuando sepa de nuestra boda..."
Facundo no estaba cuando regresé a casa por la noche. La casa entera estaba en
penumbras iluminada por unas velas.
-Sorpresa... –Me susurró al oído abrazándome tiernamente por la espalda.- Espero que esto sea suficiente para merecer tu perdón por no llegar a tiempo a nuestra boda.
-No tengo nada que perdonarte. –Le respondí.- Ni siquiera estoy molesta al respecto. Me tomó por la cintura y me llevo a la sala. En la mesa de centro nos esperaba una botella de cerveza sin alcohol y una rosa con una sortija entre sus pétalos que colocó en mi dedo anular.
-Esto significa más que un compromiso. –Dijo.- Quiero casarme contigo, pero aún no es el momento. –Y riendo concluyó: -Ya deja de tratar de convencer a tus amigas de lo
que significa lo nuestro; aunque lo pudieran ver no lo comprenderían.
Los ladridos de Carmela rompieron nuestro momento romántico:
-¿Qué hiciste con la perra? –Le pregunté
-La encerré en el baño. –Respondió divertido. –Esa bola de pelos no obedece órdenes, y no quise que estuviera por aquí interrumpiéndonos.
Era verdad que el animalito es desobediente pero ama a Alice, estaba siempre atenta a nuestra hija y dormía debajo de su carro o a los pies de la cuna.
Al día siguiente me llamó para que almorzáramos juntos en el campus de la universidad por primera vez. Volvía a sentirme la persona especial que Facundo me decía todo el tiempo que era para él.
Ramiro había regresado al país, al bajar del vuelo me llamó para que fuera a verlo. Aixa, nuestra hija, a quien se había llevado cuando tan solo tenía un mes de vida, venía con él. El pasado que me une a Ramiro se torna intrascendente, pero el hecho de que estuviera de vuelta no era bueno... fuera luego de una semana, un mes o un año, él se llevaría de nuevo a la pequeña dejándome con el amor y la culpa.
Facundo sabía de mi pasado lo mínimo indispensable para llevar nuestra relación con un mínimo de conflictos y uno de mis mayores miedos era su reacción ante la existencia de Aixa.
Pensé y pensé sin descanso durante el regreso a casa sin encontrar el modo de explicarle a Facundo la existencia de la niña y los acontecimientos que se aproximaban, pero al llegar a la puerta de nuestro departamento, allí estaban Ramiro y Aixa:
-¿Quién es él? -Me pregunto Facundo mirándome con un dejo de desilusión.