Sara y Ana se despiden de Martínez, quien decidió quedarse en el mundo subterráneo hasta tener las pruebas necesarias para demostrar que su teoría científica no era un delirio. Después de la despedida, Sara se acerca a Emma y le pide que le enseñe cómo desbloquear sus habilidades humanas para controlar el espacio tiempo sin necesidad de un objeto mágico dorado. Ana también está interesada en aprender, pero Emma le advierte que este proceso puede llevar más de 40 años. A pesar de esto, Sara está decidida a seguir adelante y Ana se une a ella en esta aventura.
Emma les explica que los humanos tienen la habilidad innata de controlar el espacio tiempo, pero esta habilidad ha sido bloqueada por aquellos que controlan el mundo. Para desbloquearla, es necesario aprender a controlar la mente y la conciencia, lo que requiere una gran cantidad de tiempo y dedicación.
Sara se siente emocionada ante la posibilidad de desbloquear su verdadero potencial, mientras Ana parece un poco más escéptica. Emma les muestra algunas técnicas de meditación y concentración que les ayudarán a empezar, y les da algunos consejos sobre cómo desarrollar su capacidad para visualizar el tiempo y el espacio. Les advierte que el camino no será fácil y que pueden encontrar muchos obstáculos en el camino, pero si persisten, eventualmente podrán desbloquear su potencial humano completo.
Sara y Ana están dispuestas a aceptar el desafío y se comprometen a trabajar duro para desbloquear sus habilidades ocultas. Saben que el camino será difícil y lleno de incertidumbres, pero están dispuestas a asumir el riesgo y descubrir lo que el futuro les depara. Con Emma a su lado para guiarlas, se aventuran hacia un viaje de descubrimiento y autoexploración que cambiará sus vidas para siempre.
El Dr. Martínez se encontraba inmerso en sus estudios y en el aprendizaje de las nuevas reglas matemáticas que regían el mundo subterráneo. La tecnología que existía en ese lugar era sorprendentemente avanzada, aunque no se parecía en nada a lo que él había estudiado en la superficie. Los habitantes del mundo subterráneo, a pesar de tener un aspecto de lagartos, parecían tener un conocimiento de la ciencia que era casi mágico.
Martínez había renunciado a su trabajo en la ciencia humana para adentrarse en la ciencia universal, como la llamaban los habitantes del mundo subterráneo. Estaba emocionado por todo lo que estaba aprendiendo, y cada día que pasaba, descubría nuevas maravillas de la tecnología subterránea. Su mente estaba completamente absorta en sus estudios, y pasaba largas horas trabajando en su laboratorio, sin importarle el tiempo que transcurría.
Sin embargo, a pesar de su entusiasmo por la ciencia subterránea, Martínez anhelaba volver a la superficie con su nueva tecnología y demostrar que no era un loco. Sabía que sería difícil convencer a los científicos y al público en general de sus descubrimientos, pero estaba seguro de que, con las pruebas necesarias, lograría demostrar la verdad y revolucionar la ciencia humana.
Sara y Ana se sentían cada vez más conectadas con el mundo subterráneo y con su propia energía. Emma les enseñó a controlarla y a enfocarla para lograr cosas increíbles, como crear pequeñas explosiones de energía y mover objetos sin tocarlos. Además, aprendieron a meditar de una manera profunda y efectiva, lo que les permitía explorar su propio ser y conectarse con la energía del universo.
Durante todo este tiempo, el Dr. Martínez seguía enfocado en su investigación y experimentación. Había creado una especie de laboratorio en el mundo subterráneo y estaba constantemente trabajando en nuevos inventos y tecnologías. Había logrado unir la teoría de la reactividad y la física cuántica para comprender cómo funcionaban los portales, lo que le permitió crear nuevos dispositivos para abrir portales con mayor facilidad.
Además, el Dr. Martínez estaba trabajando en una tecnología que permitiría a los humanos desbloquear sus habilidades para controlar el espacio-tiempo, sin necesidad de objetos especiales como el que tenía Sara. Sabía que esto era lo que el mundo necesitaba para avanzar y estaba decidido a lograrlo.
Sara y Ana se sentían agradecidas por todo lo que estaban aprendiendo y emocionadas por las posibilidades que se abrían ante ellas. Sabían que aún había mucho por descubrir y que su viaje en el mundo subterráneo no había terminado todavía.
Pasaron varios años y el Dr. Martínez siguió inmerso en la ciencia universal, aprendiendo todo lo que podía de los habitantes del mundo subterráneo. Gracias a sus nuevos conocimientos, Martínez pudo regresar a la superficie con pruebas irrefutables de que la base siempre fue contar del 0 al 12, siendo el 12 un número entero. Los científicos de la tierra se sorprendieron con sus descubrimientos y empezaron a hacer experimentos con los nuevos conocimientos.
Mientras tanto, Sara y Ana seguían en el mundo subterráneo, desbloqueando sus habilidades con la ayuda de Emma. Los años pasaron y las dos niñas se convirtieron en adolescentes, pero aún les quedaba mucho por aprender.
Sara estaba emocionada por sus nuevos poderes y por la idea de poder regresar a la superficie y ayudar a cambiar el mundo con sus habilidades. Ana también estaba emocionada, aunque a veces se desanimaba al pensar en todo lo que aún tenía que aprender.
Emma seguía siendo una gran mentora para las dos y les enseñaba todo lo que podía sobre el mundo subterráneo y las habilidades especiales de los humanoides escamosos. Juntas, seguían explorando y descubriendo todo lo que el mundo subterráneo tenía para ofrecer.
Después de 30 años de haber regresado a la superficie y haber revolucionado la ciencia, el Dr. Martínez se había convertido en una leyenda. Su nombre se escuchaba en todos los círculos científicos y su teoría de la reactividad y la física cuántica habían sido la base de muchos avances tecnológicos.