Parte 12: Hola Emma Hola Ana

El doctor Martínez había pasado años encerrado en el mundo subterráneo trabajando en su proyecto de crear la pieza que faltaba para hacer la máquina del tiempo. Finalmente, lo había conseguido y estaba ansioso por salir a la superficie para ver la luz del sol después de tanto tiempo.

Una vez en la superficie, Martínez se dio cuenta de que había pasado mucho tiempo encerrado en el mundo subterráneo y decidió aprovechar para mirar el avance tecnológico en la tierra. Para su sorpresa, se dio cuenta de lo lento que era el avance tecnológico de la humanidad y de lo poco que se había avanzado en el campo de la física desde que se encerró en su laboratorio.

Martínez estaba seguro de que él tenía la clave para hacer grandes avances en la física, pero nadie le creía. Lo llamaban loco, lo humillaban y nadie creía en sus ideas. Así que decidió demostrar sus avances y dar prueba de que todo lo que él decía no era una locura.

El Dr. Martínez decidió mantener en secreto la máquina del tiempo que había creado. No necesitaba una máquina del tiempo para demostrar sus avances de conocimientos, pues había resuelto varios problemas de la física que el mundo no podía resolver. Había creado un aparato que apagaba literalmente los efectos de la gravedad, lo que podría ser utilizado para crear autos voladores y naves más efectivas, sin necesidad de combustible. Además, había logrado el sueño de Tesla de crear energía inalámbrica.

Pero Martínez sabía que solo había logrado una pequeña parte de lo que era capaz. Había descubierto algo que podría cambiar el curso de la historia de la humanidad y hacer que la vida fuera más fácil y cómoda para todos. Solo le quedaba hacer prototipos y enseñarlo al mundo.

Así que el Dr. Martínez se puso en manos a la obra y comenzó a construir su laboratorio en la superficie. Trabajó sin descanso para crear prototipos y construir aparatos que pudieran cambiar el mundo. Sabía que aún tenía mucho trabajo por delante, pero estaba decidido a demostrar al mundo lo que era capaz de hacer.

Mientras tanto, Sara se sentía preocupada por lo que estaba sucediendo con Ana. La había perdido de vista hace un tiempo y no sabía dónde estaba ni si estaba bien. Así que decidió ir al mundo subterráneo para hablar con su amiga Emma, quien le había enseñado todo lo que sabía sobre el uso de la energía y la apertura de portales.

Cuando llegó al mundo subterráneo, Sara encontró a Emma y la saludó con una sonrisa falsa en su rostro. "Hola Emma, ¿cómo estás?", dijo Sara tratando de ocultar su preocupación.

"Hola Sara, ¡cuánto tiempo! Me alegra verte", respondió Emma con alegría en su voz.

"Sí, lo mismo digo. Pero estoy preocupada por Ana, ¿la has visto últimamente?", preguntó Sara con cierta ansiedad.

Emma observó a Sara por un momento y luego respondió: "Sara, hace días que no te veo, pero un día antes de irte, lo noté".

"¿De qué hablas, Emma?", preguntó Sara, sin entender muy bien a qué se refería su amiga.

"Se que no eres la misma Sara que conocí, puedo sentir tu energía adulta. Puedo notar los años de vida que tienes y tu experiencia. ni siquiera tienes el objeto dorado para abrir portales. ¿Cómo llegaste aquí?", preguntó Emma con serenidad.

Sara suspiró y se dio cuenta de que no podía ocultar nada a su amiga. Con lágrimas en los ojos, le confesó: "Emma, soy del futuro. Y me entrenaste durante mucho tiempo en el uso de la energía y cómo abrir portales. Sé que somos muy diferentes, pero siempre te respetaré. Pero necesito encontrar a Ana, ¿puedes ayudarme?".

Emma escuchó a Sara con atención y le respondió con seguridad: "Sí, puedo ayudarte. Sé que tu amiga Ana está ahora mismo en el Vaticano. Puedo localizar su energía y guiarte para que puedas encontrarla".

Sara se sintió aliviada al saber que Ana estaba bien y agradeció a Emma por su ayuda. Sin embargo, también se dio cuenta de que su cuerpo actual no era capaz de usar el 100% de sus poderes mentales y no podía sentir la energía de Ana desde tan lejos.

Así que, tras despedirse de Emma, Sara abrió un portal con sus poderes mentales y, al pasar por él, su cuerpo brillaba con una luz cegadora. Su cabello se levantó y, en un abrir y cerrar de ojos, estaba en el Vaticano. Allí, comenzó a concentrarse para encontrar la energía de Ana y seguir su rastro. Sabía que no iba a ser fácil, pero estaba dispuesta a hacer todo lo que fuera necesario para encontrar a su amiga.

Sara se concentró para encontrar a su amiga, y después de unos minutos con los ojos cerrado en busca de su energía, la encontró. Sara se dirigió a un pasadizo secreto, que se ocultaba por una cortina roja, el pasadizo llevaba a una habitación. Sara estaba segura de que su amiga Ana estaba detrás de la Puerta. Sara se acercó y con cautela, abrió la puerta. 

"Te estábamos esperando Sara" Comento un hombre con túnica blanca. Sara miro atrás del hombre, y ahí estaba su amiga Ana, atada en un asiento sin poder moverse.
Sara estaba impactada y furiosa. Sabía que tenía que actuar rápido para liberar a su amiga Ana. Se acercó a los hombres con túnica blanca y les exigió que liberaran a Ana inmediatamente. Pero los miembros de la organización se negaron y le dijeron que Ana no sería liberada hasta que prometiera no hacer el salto temporal.

Sara no podía creer lo que estaba sucediendo. ¿Cómo podían hacer esto? ¿Cómo podían detener a Ana de hacer lo que quería hacer? Sara sabía que tenía que actuar rápido y pensar en un plan para rescatar a su amiga. Se alejó de los hombres con túnicas y se acercó a Ana, que estaba atada y no podía moverse.

"Sara, ¿estás aquí para ayudarme?" preguntó Ana, esperanzada.

"Sí, Ana, voy a sacarte de aquí" dijo Sara con determinación.

Sara sabía que no podía liberar a Ana por la fuerza, así que tenía que pensar en algo más. Recordó que Emma le había enseñado un truco para liberar a alguien de las ataduras utilizando la energía mental. Sara se concentró y comenzó a liberar a Ana con la energía de su mente. Fue un proceso lento, pero finalmente Ana se liberó de sus ataduras.