Sara: Un Viaje a lo Desconocido

Parte15: MI LINEA TEMPORAL

Pasaron horas y horas en una reunión entre científicos, hombres que estudian la historia, cristianos y religiosos, dentro del Vaticano, solo por ese día. Al final del día, Martínez y Sara regresaron a la embarcación. Sara estaba feliz porque había logrado evitar que Martínez entrara al mundo subterráneo, dando el primer paso para evitar la creación de la máquina del tiempo.

"Bien señorita, es hora de que te lleve a la policía para que regreses con tus padres", dijo el Dr. Martínez a Sara. Como Sara ya había cumplido su misión, decidió dejar que Martínez regresara solo a su país en el barco. Sara se escabulló de la policía utilizando su invisibilidad y regresó a casa teletransportándose.

Al llegar a casa, se dio cuenta de que sus padres no estaban. Sara decidió esperarlos y, después de tanto esperar, se quedó dormida. Al abrir los ojos al día siguiente, se encontró con la cara de su madre, llena de lágrimas.

"Sara, estás aquí, te estuvimos buscando, hija mía. ¿Dónde estuviste? ¿Qué te pasó?", dijo su madre entre sollozos. Sara recordó que había pasado más de una semana viajando a Europa y olvidó que aún era una niña, así que se inventó que estaba perdida. Sus padres no tuvieron más opción que creerle.

Pasaron semanas y semanas sin que Sara escuchara noticias de la máquina del tiempo o sintiera cambios en las líneas temporales. Había logrado evitar que Martínez descubriera los secretos del mundo, lo que significaba que Ana ya no sería una villana ni viajaría al mundo subterráneo en esta línea temporal.

Todo iba bien. Pasaron años y años, y Sara ya tenía 10 años, casi era una adolescente. Un día como cualquier otro, decidió visitar a su amiga Ana, la versión de Ana de esta línea temporal sin poderes y con la mentalidad propia de su edad. Sara y Ana iban juntas a la escuela, por lo que era normal que Sara la visitara de vez en cuando.

"¡Hola Ana, ya estoy aquí!" gritó Sara desde la puerta de la casa de Ana.

"Hola Sara, amiga. ¿Cómo estás?" preguntó Ana emocionada, y continuó hablando.

"Ven, pasa. Tengo algo que mostrarte. El chico de la escuela, Jimin, me dejó una carta de amor en mi casillero. ¿No es emocionante?"

"Sí, es emocionante. ¿Y qué harás?", preguntó Sara.

"Ay, no lo sé amiga. Creo que lo rechazaré. Soy una chica muy bonita como para corresponder tan fácilmente los sentimientos de Jimin, aunque admito que es guapo", contestó Ana.

Antes de que Sara pudiera responder, Ana perdió energía y se desmayó, perdiendo el conocimiento. Sara se alarmó y comenzó a preguntar si estaba bien, pero Ana no respondía. En ese instante, los sentidos de Sara se agudizaron y comenzó a sentir una energía maligna, una energía que ya había sentido antes. Sara se puso alerta, preparada para luchar.

En ese mismo instante, Ana abrió los ojos y dijo: "Ja ja, así que aquí estabas, chiquilla. He vivido innumerables veces mi vida de niña, recorriendo distintas líneas temporales para finalmente encontrarte en el pasado. Quién diría que te habías ido tan atrás en el tiempo". Ana tenía una sonrisa malévola en el rostro. Sara se dio cuenta de que era la Ana del futuro y que había transferido sus recuerdos a su cuerpo de niña, lo que significaba que la Ana con la que acababa de hablar ya no existía.

Sara era consciente del peligro que representaba Aero en esta línea temporal, Ana estaba sola. La élite no tenía motivos para molestarla, ya que el Dr. Martínez no sabía nada sobre las máquinas del tiempo ni el mundo subterráneo.

"Sé lo que estás pensando, Sara, y por eso haré que Martínez construya la máquina del tiempo y te obligaré a regresar al futuro", amenazó Ana.

"No puedes hacer esto, ¿por qué lo haces?", preguntó Sara. Sin embargo, Ana simplemente ignoró la pregunta y abrió un portal hacia el mundo subterráneo. En ese momento, Sara se dio cuenta de que con su cuerpo actual no podía teletransportarse ni sentir la energía de Martínez.

Ana atravesó el portal y se cerró. Sara decidió dejarla pasar y permaneció en la superficie. Meditó para encontrar la energía de Martínez y se dio cuenta de que estaba en su casa, así que se teletransportó allí. Tocó el timbre y el señor abrió la puerta.

"¿Quién eres, niña? ¿Qué quieres?", preguntó Martínez a Sara.

Sara, con una sonrisa adorable, le dijo: "Señor, ¿recuerda en Italia a una niña a la que usted llevó a la policía el día de la reunión en el Vaticano?" El señor quedó sorprendido y recordó a Sara de aquel entonces hace dos años, así que la invitó a entrar en su casa.

Pasaron horas y horas hablando del pasado, y se conocieron mejor. Sara le contó que ahora era una niña normal y que también le gustaba la ciencia. En ese momento, un portal se abrió frente a ellos y Ana emergió sosteniendo un objeto dorado.

"Hola, Martínez. Con este objeto que abre portales, construirás una máquina del tiempo", dijo Ana.

Sara quedó sorprendida al darse cuenta de que Ana había ido al mundo subterráneo a buscar el objeto dorado. Por otro lado, Martínez estaba alucinado con todo lo que había presenciado. Sin pensarlo dos veces, Sara se hizo invisible, desapareciendo de la vista de todos. Arrebató el objeto dorado de las manos de Ana y pasó por el portal para despistar a todos en el lugar, cerrándolo tras de sí.

Una vez en el mundo subterráneo, Sara se teletransportó de vuelta a su casa y ocultó cuidadosamente el objeto dorado. Le puso un sello de protección contra la energía para que no pudiera ser rastreado. Una vez hecho esto, regresó a la casa de Martínez utilizando la teletransportación.

Encontró a Martínez sumido en sus pensamientos y luchando mentalmente, ya que todo lo que acababa de presenciar contradecía la ciencia. Sara, aprovechando su invisibilidad, borró la memoria de Martínez y también borró la memoria de Ana, haciendo que la Ana del futuro desapareciera y recuperando a la Ana del presente.

Después de asegurarse de que Ana y la amenaza de la máquina del tiempo habían desaparecido, Sara y Ana regresaron a la normalidad. Siguieron viviendo sus vidas como niñas normales. Sara retomó sus estudios y disfrutó de su amistad con Ana, sin tener que preocuparse por viajes en el tiempo o dimensiones alternativas.




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