Sara Lexiux, una joven y bella princesa, de ojos marrones, grandes, profundos, sinceros y con un brillo inigualable, sus largos cabellos solían confundirse con el oro, su dulce sonrisa era la más bella y su corazón era el más noble de todos.
A pesar de ser parte de la realeza, estaba rodeada de buenos y maravillosos amigos, que al igual que ella poseían dones extravagantes, ella y sus amigos se querían, tanto, que serían capaces de dar la vida si alguno de ellos se encontrase en peligro.
Danila, era una joven de ojos negros y cabellos color de noche, poseía dones muy extraños como el poder sanar heridas de alma y cuerpo, también sabía cómo esconder a la perfección sus emociones además de poder cambiar de forma cuando ella asi lo quisiera. Lucían, su hermano, era un joven demasiado amable y siempre dispuesto a todo, al igual que su hermana, podía sanar las heridas de alma y cuerpo y además podía ser aquel quien poseía la agilidad de conocer los secretos más obscuros de las personas. Aquel par de hermanos eran polos opuestos, Lucían, tenía un carácter gentil y blando, mientras que Danila tenía un carácter fuerte y firme.
Shamara y Alexia, eran muy buenas amigas, cada una con dones tan especiales y hermosos como ellas, a cada paso que daban significaba algo sumamente importante. Shamara, poseía aquellos grandes, redondos y bellos ojos cafés y unos cabellos bicolores que la hacían hermosa, tenía la habilidad de poder contar mágicas historias y con ellas cambiar el mundo entero. Alexia tenía peculiares cabellos dorados que caían por su espalda como aquellas hojas en otoño, sus ojos, profundos y bellos como el mismo universo, poseía habilidades impresionantes y cada vez que sonreía, el mundo entero sonreía junto a ella.
Jonh y Janin, ellos, conocían la manera de hacer felices a las personas, cada uno a su manera, pero casi idéntica. Jonh tenía aquellos cabellos rizados, negros como la noche, en el lado derecho de su mejilla poseía un bello hoyuelo que lo hacía verse demasiado tierno cada vez que sonreía y cada vez que sus labios hacían contacto con los instrumentos, al estos producir bellas melodías hacían sonreír a todo aquel que las escuchase, Janin, un joven de cabellos alborotados y un buen humor casi interminable, poseía un don que era infinito, podía hacer sonreír a las personas, aunque los ojos estuviesen inundados de lágrimas, su risa y sonrisa podría contagiar hasta a los mismos ángeles del cielo y hacerles reír, además, su puro corazón le hacia una persona valiosa para todo aquel que le conociera.
Rommel un joven de cabellos color de noche y ojos color miel, posea la voz más hermosa y dulce del mundo. Inclusive se podía confundir con el cantar de las aves del inmenso cielo y por si fuera poco también podía entender a la perfección los sentimientos de las personas.
Al igual que todo el mundo, cada uno, incluyendo a la joven princesa, tenía errores, debilidades y miedos, el miedo de estos amigos iban desde un pequeño ratón hasta el miedo propio, si, ellos tenían miedos, pero eso no les impedía luchar siempre por lo correcto...
Para el cumpleaños número 18 de Sara, sus padres, los reyes de Carelle, organizaron una gran fiesta, invitando a la nobleza, a la servidumbre del palacio, a los seres mágicos que habitaban en los alrededores y a todo aquel habitante de Carelle, habían dictado que en aquella gran celebración, la joven princesa tendría que elegir, tanto a su doncella, consejera, general, etc. Para que asi, en el día de su coronación como reina, pudiera ya estar segura de ello.
Al parecer los días y la horas pasaban lentamente para la joven Sara y para aquellos a quienes conocía desde hace ya algún tiempo, el temor por todo lo que, aparentemente era desconocido para ella iba aumentando a cada día, el miedo por no saber elegir, pues aquel día estaba tan cerca.
Una paloma blanca se posó en la ventana de aquella habitación donde la joven princesa dormía plácidamente, al escuchar el sonido, se puso de pie, abrió la ventana y dejo que la blanca ave entrara, al tocar el ave el suelo, la figura de Danila apareció repentinamente.
- El pueblo murmura, no hay nada que se pueda hacer. - la manera en la que Danila escupió aquella palabras le pusieron los pelos de punta a Sara.
- ¿De qué hablas Danila? ¿Qué sucede?- la preocupación podía sentiré en el ambiente, tanto que una gota de sudor resbaló por la frente de Sara.
-bueno. . . lo que sucedes es. . . los rumores de tu fiesta se han extendido hasta los rincones más obscuros de Carelle, me temo que los desconocidos, es más hasta lo oscuro asistirá. -
Tanto Danila como Sara estaban preocupadas, pero, ninguna de ellas tenía la certeza de que efectivamente todos asistirían a la celebración, las miradas de las dos de cruzaron, Danila volvió a ser una blanca paloma y después se marchó. Sola en la penumbra de su habitación, Sara, suspiraba de melancolía, de aflicción, de preocupación, pues no solo tenía que elegir a su corte real, sino que ahora tenía más problemas de los que alguna vez imagino, ahora tenia que se cauteloso con aquellos seres oscuros, ahora tenía que ser una chica perfecta en su fiesta.