Danila sonrió ante aquella expresión, sabía que su amiga era distraída pero no imagino que se le olvidase algo tan importante; Danila se incorporo, sonriendo de una manera no muy complaciente, pues algo andaba mal, bajo la mirada, si, eso era, aun le dolía la herida, pero sin quejarse salio de la habitación donde todos le dijeron lo preocupados que estaban por ella.
había algo de nostalgia en su mirada, pero no dijo nada, por ahora los únicos que conocían la verdad eran tres personas, Sara, Adonai y Lucían, fue a donde la madre de Sara aun con dolor en el pecho, cuando Danila llegó ella le abrazo delicadamente.
ambas se miraron por un largo rato, descubriendo en los ojos ajenos los sentimientos que se guardaban con recelo en sus corazones, la madre de Sara le había tomado un cierto cariño a Danila, desde el primer momento que sus miradas se cruzaron, guardaba muy en el fondo la curiosidad de saber de donde venia esa chica tan misteriosa.
-tengo al candidato perfecto.- dijo Danila.
un gran asombro invadió la mirada de aquella mujer, la sonrisa que tenia en el rostro desapareció como el humo, se desvaneció su expresión al recordar que el destino de Sara ya se había dictado.
-¿quien es?- pregunto entristecida
- Adonai Khalid.- respondió Danila emocionada.
la mujer se quedo pensando y recordó a aquel muchacho que estaba junto a Sara, no comprendía aun el porque ese chico seria un buen partido así que decidió preguntarle a Danila.
— ¿por que el?— dijo la madre de Sara, Danila suspiro, tenia que dar un argumento demasiado convincente y por supuesto verdadera o al menos creíble.
se quedo pensando por un instante, acomodando las ideas que iban y venían en su mente, teniendo en cuenta todos los puntos necesarios para una buena excusa para que Sara y Adonai pudieran comprometerse.
— no lo se, simplemente veo en sus miradas un amor incondicional, se me hace muy interesante que aquella hermosa historia del hilo rojo del destino sea verdad, o al menos me de ese presentimiento cuando estoy junto a ellos —
—¿como es que estas tan segura?— la madre de Sara jamas cuestiono las decisiones de Danila pues fuese lo que fuese las cosas siempre le salían a la perfección. —¿por que me hablas de esa leyenda?—
— estoy segura por que nunca en mi vida había sentido esta energía proveniente de una pareja, lo de la leyenda me parece un poco interesante el hecho de que se parezca mucho —
La madre de Sara no dijo nada más, las palabras que la joven había dicho, parecían tener una verdad innegable.
a paso apresurado busco a su hija dejando a Danila en aquel espacio, sola, con sus pensamientos y sus palabras, cuando al fin la encontró, sus ojos se llenaron de ilusión, le vio ahí, en los brazos de aquel joven y comprendió entonces lo que la joven le había dicho, sonrió de una manera especial, si el destino había ya sido escrito, al menos ella seria feliz...
"SI NADA NOS SALVA DE LA MUERTE AL MENOS QUE EL AMOR NOS SALVE DE LA VIDA" (Pablo Neruda)
aquella hermosa frase rondaba en la cabeza de aquella mujer quien por un instante se perdió en sus pensamientos recordando aquel día en el cual conoció a su alma gemela, aquel hombre que desde el primer instante y hasta ahora ama con todo su ser, aquella persona que era el otro extremo de su "hilo rojo", su miada expresaba sentimientos que nadie mas que ella podía comprender, recordó también aquel primer beso de amor, aquel primer abrazo que le hizo sentir el calor ajeno y el amor que aquel hombre le hacia sentir.
vagando por aquel castillo, hundida en sus pensamientos, se sentó a los pies de un árbol, grande y frondoso, sus ojos marrones se toparon con el azul del cielo y en algunos minutos aquellos ojos se perdieron en un mirar lleno de amor, se dio cuenta que, quien le miraba era su amado esposo, le veía con el mismo sentimiento que hace algunos años.
pasaron las oras juntos como un par de adolescentes enamorados, conversaron sobre sus vidas, sobre aquello que había pasado con cada uno y que por circunstancias de la vida no habían podido decirse, llegaron a un acuerdo con respecto al compromiso y matrimonio de su amada hija y de aquello que podrían hacer para verle feliz.
el sol se había ya ocultado en el horizonte, aquel par de reyes enamorados ingresaron de nuevo al castillo, las miradas de sorpresa se hicieron presentes, pero no les importo, todos yacían en sus habitaciones y ellos hicieron lo mismo.