¿Mejores amigos?
Muy bien habían pasado como dos semanas ya y yo en realidad me veía a como estaba hace un tiempo y realmente no sabía cómo habían cambiado muchas cosas.
Justo ahora estaba respondiéndole un mensaje a Mateo, con quien de la nada empecé a hablar casi seguido y ahora estaba acompañando a Miguel a comprar un regalo para una chica.
Me había invitado a un grupo de lectura que tenía con unos amigos y desde entonces nos volvimos muy Unidos.
— Bien entonces ¿Qué le doy? — Él se quedó viendo hacia cada una de las tiendas del centro comercial.
— No lo sé, eres tú quien conoce a la chica supongo que tu deberías de saberlo.
— ¿Y yo como voy a saberlo? Nadie entiende a las mujeres. Los hombres somos mucho más fáciles de entender.
Yo enarqué una ceja. — ¿Me lo dices en serio? Hace veinte minutos estabas pensando en ir a una tienda, luego has decidido a un centro comercial y cuando ya íbamos para allá has cambiado de decisión con querer venir para acá. Porque si es así, en ese caso estamos iguales.
El rodo los ojos y simplemente se encogió de hombros.
— Un anillo
— ¿Anillo? ¿No es muy formal?
— Una botella de Ron.
— ¿A ella le gusta el Ron?
— Uhh no sé nunca la he visto tomar.
Y entonces por qué le quieres dar alcohol idiota.
— Otra cosa entonces.
— ¿Mascarillas?
— ¿Te gustaría que te regalarán mascarillas? — Pregunte viendo lo sin muchos ánimos.
— No ¿a ti? — El pareció curioso.
— No para mi cumpleaños Miguel.
— Ropa.
— ¿Sabes su talla?
— Uhh debí preguntársela.
— Aja. — Dije echando un vistazo a todo el centro comercial, la ropa si me parecía buena idea pero el tonto no piensa en averiguar antes las cosas.
— ¿Y si le das maquillaje?
— ¿Yo regalando maquillaje? Ni loco, me gusta más sin él.
— Aburrido. — Rodé los ojos.
— ¿Cosas para el cabello? — Dije viendo hacia un lado y al no recibir respuesta voltee a verlo y él me miraba aburrido.
— ¿Cosas para el cabello? Tiene veintitrés, no nueve.
— Bueno pues sugiere algo que me va a explotar el cerebro de pensar tanto. — Dije tirándome en una banca.
— ¿Lencería?
— ¿Lencería para un cumpleaños? ¿Acaso quieres que abra su regalo en frente de todos y que hasta su abuela se entere que le has regalado un corpiño rojo? — Dije.
— La verdad es que creo que una tanga negra le iría mejor, en definitiva imagínate con esas caderas y...
Yo me negué frenéticamente.
— No le vas a regalar tangas a nadie. — Dije.
— Que aburrido.
— ¡Pero si no son novios ni siquiera! — Dije volteando a verlo.
Y el frunció el ceño.
— Pues ni que tuviéramos que ser novios para poder verla desnuda.
— ¿Pues bueno, entonces son amigos con derechos o algo donde la veas desnuda?
— No la verdad no, tienes razón, otra cosa. — Dijo él aunque en realidad parecía lamentarse de que le haya dicho que no a su tan fantástica idea de regalar lencería.
— ¿Y si le regalo un libro?
— Creo que vamos mejorando. ¿Sabes si le gusta leer?
— En realidad no tengo idea pero podría regalarle uno fácil de leer ya sabes para engancharla al mundo de la lectura.
— Si, podrías tener alguien nuevo con quien hablar y podrían pasar horas hablando de eso. — Asentí. — No eres tan malo para planear como pasar más tiempo con una chica. — le hice un ademán con la mano indicándole que me gustaba y el me asintió.
Ya en la librería yo la verdad que ya me había perdido leyendo cada uno de los libros y Miguel había ido a buscar alguno de su agrado para regalar.
Pero luego de escucharlo bufar como tres veces me había decidido por ir a ayudar al pobre hombre.
Quizá ya tendría que venir yo otro día para acá a ver todas las maravillas para leer que hay aquí.
— ¿Te has vuelto caballo para bufar tanto o qué? — Palmee la espalda de Miguel y el me vio casi suplicándome con los ojos.
— Es que aquí hay tanto que no se elegir. El señor de los anillos, Harry Potter, Percy Jackson. No sé cuál darle.
— ¿Por qué no inicias con una lectura que no sea tan pesada? A ti te encantan esos libros pero la verdad es que si yo no fuera lectora no me aventaría a la primera con sagas y menos tan largas.
— ¿BG.5? ¿Cazadores de sombras?...
El empezó a mencionar tantos nombres que me estaba volviendo loca.
— Dios ya cállate Miguel. — Me puse las manos en la cabeza. — Deja de mencionar sagas ni yo he terminado de leerlas todas así que haz el favor, centraré y relájate, me estás pasando todo tu estrés y para eso mejor me pongo a estudiar. — Lo vi casi con enfado. — Elije cualquiera de los de esa estantería y vámonos. Ya.