Sárkány, Hijos de la Estrella de la Mañana

Capítulo 3: Mayo Negro

Base de la Serpiente Blanca, Santa Catarina, Nuevo León

Los miembros de la organización de Veyper estaban reunidos en un auditorio, de pie, solemnes y atentos a lo que su líder tendría que decir. Sobre un entarimado que servía como escenario, mano a la cintura, la líder de la Serpiente Blanca estaba por dar un discurso; debajo del mismo, frente a ella y sirviendo como guardianes, estaban los 3 miembros de la Lucertola; impasibles, tranquilos y estoicos. La bandera de la Serpiente Blanca sacando su viperina lengua adornaba la pared del lugar que se encontraba a las espaldas de la italiana, la cual comienza a hablar con solemnidad, elegancia, pero también con esa tonalidad insinuante y serpentina bastante característica.

-Damas y caballeros, hoy daremos el siguiente y más significativo paso que jamás haya dado esta organización desde que está activa. Si bien hemos pasado por muchos inconvenientes que atrasaron nuestro objetivo, pero éste, se los aseguro, será el paso que significará que pronto el mundo estará unido bajo la bandera de la criatura que nos hizo sentir nuestra propia naturaleza de rebeldía y sedición; la criatura que nos demostró que no podemos estar atados bajo la regla del paraíso.

Todos los miembros de la Serpiente Blanca escuchaban con una combinación de éxtasis y solemnidad.

-Hoy daremos inicio al “Plan Eris”: el plan que hundirá a América en el caos. Todo comenzará con este corrupto y desagradable país, país que se construyó con las mentiras del populismo, la demagogia y con falsos héroes; comenzaremos aquí en México. Ustedes me juraron que renunciarían a su identidad nacional fuera cual fuera. Su identidad ahora es la de reptiles; la de serpientes. Ustedes juraron borrar de la faz de la Tierra la existencia de toda nación y todo viejo gobierno para unificarla a la nación de “La Viperina”. Ustedes, mis leales soldados, me juraron dar su vida por la causa y morir por mí, su líder y señora.

Los miembros de la Serpiente Blanca parecían que entraban en una especie de trance con cada palabra que su líder soltaba, quien se paseaba por el entarimado haciendo ademanes semi-teatrales, imponiendo autoridad y respeto al hablar.

-Señores… hoy comenzaremos el plan para tomar el poder en este país, y para eso necesitamos disponer de todos nuestros enemigos con la eficiencia y la falta de misericordia que nos caracteriza. Señores…

Veyper alza los brazos de manera dramática, haciendo que caiga una versión de la bandera mexicana, con la diferencia que, en su escudo, la serpiente está envolviendo al águila y clavando sus colmillos en su cuello.

-¡Que la serpiente devore al águila!

Todos los miembros de la Serpiente Blanca, excepto la Lucertola, aplauden y aclaman mientras su líder se mantenía con esa pose teatral.

-América Latina sentirá el veneno la Serpiente y posteriormente los Estados Unidos de América caerán bajo el yugo de “Babilonia la Grande” –la mujer ponía más vehemencia y energía en su discurso al punto del clímax-. El Imperio Romano de nuestra era verá su fin como lo vio su predecesor en las épocas antiguas; caerá bajo el yugo del caos y los bárbaros. Nosotros representamos a esos bárbaros: saquearemos, mataremos, violaremos y destruiremos; todo eso que antes fue hoy, ya no será mañana bajo nuestro mando. Y una vez que América caiga, el resto del mundo temblará y caerá por sí solo, cual manzana madura que cae de un árbol…

Veyper saca una manzana, hace una pausa mientras la ve y luego retoma su discurso.

-Tal cual la manzana prohibida que “la Serpiente” ofreció a Adán y Eva, dando comienzo así a la humanidad tal cual la conocemos; humanidad la cual, gracias a ese fruto, ya no volverá a ser la misma cuando la Serpiente haya tomado el mando.

Veyper alza su mano con la manzana sostenida, aplastándola al cerrar la mano.

-Fuori dall'ombra!

Los miembros de la Serpiente repiten esa oración que dijo Veyper una y otra vez, mientras esta quedó posando con los brazos abiertos de manera teatral.

Base de la Luna de Mayo, siguiente día.

Carlo caía al suelo, bastante golpeado y sucio de tierra. El joven se levantaba tambaleante, mientras que sus dos compañeros, Romeo y Miroslava, observaban sentados, pero también con huellas de haber sido golpeados, aunque en mejores condiciones que el antes mencionado. De pie estaba Eis, con su rostro severo y serio; sin ningún rasguño y con los brazos cruzados. El combate se llevaba a cabo en un llano al aire libre dentro de la misma base, desde donde no era posible la vista al exterior debido a los complejos y edificios que le rodeaban.

-Va casi una semana de entrenamiento y batallan para darme un solo golpe - Eis dice en un tono molesto, pero controlado -. Especialmente tú –señala a Carlo-: hasta la fecha no has logrado hacer siquiera que me inmute para esquivar tus golpes. Pero hoy ya no será como los otros días en que te dejé ir: me darás un solo golpe o yo te golpearé hasta que mueras.

-Esta es una pendejada.

-¿Dijiste algo?

-Lo que escuchaste -Carlo dice retadoramente a Eis con tono de fastidio-. Me parece una pendejada todo esto.

-Si es una pendejada, como tú dices, entonces no sé qué te parezca el hecho de que allá afuera se encuentren personas que te quieren matar.

-Puedo defenderme solo.

-¿Tú solo? ¿Crees que allá afuera hay papanatas como los matones menores de la Serpiente Blanca? ¿O acaso te olvidaste de la paliza que te dieron los de la Lucertola?

-...

-Así es. Allá afuera hay varios individuos que pueden acabarte en cuestión de segundos. Tienes mucho ímpetu, Carlo; sin embargo, usar fuerza excesiva y el utilizar energía de manera descontrolada no te hará más fuerte; todo lo contrario. Por eso mismo ni siquiera me has podido dar un solo golpe en una semana, cosa que tus otros dos compañeros lo han logrado. Aunque tampoco es que sea la gran cosa.




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