Escobedo, Nuevo León.
Los Mutants marchaban desorganizadamente por las calles, siendo guiados por su líder, "El J", dirigiéndose la turba principal de norte a sur por una de las avenidas principales que estaba paralela a la línea del Metro. Algunos de estos individuos aprovechaban la situación y entraban a asaltar varios negocios.
-¡Sobres! –Decía uno con pistola en mano mientras amagaba a los empleados de una tienda de conveniencia al mismo tiempo que 10 de sus compañeros entraban y se llevaban dinero, víveres o alcohol-. ¡No hagan tanto pedo o se los va a cargar la verga a todos!
-Tranquilos, no le haremos daño a nadie –dice otro-. Solo cooperen y no habrá pedo.
Esto se repitió en varios negocios donde estos pasaban. Mientras tanto, en la retaguardia de la multitud principal, El J platicaba con uno de sus subordinados.
-¿Entonces qué pedo, J? ¿Cómo los atacaremos?
-Pues con el armamento que tenemos.
-Pero J, ya las cuerno de chivo están bien tostadas. Esos putos tienen armas más chidas que las de nosotros.
-¿Y qué no se las podemos quitar?
-Pues sí, el pedo es que se dejen.
-Pues se las quitamos a punta de vergazos, les damos piso y nos quedamos con sus armas.
-¡Ah, no mames! –Dice su subordinado con evidente sarcasmo-. ¡Que buena estrategia!
-Cállate el pinche hocico, Comanche, y mejor ayúdame en esto.
-Ta bien, ta bien. Nada más no me digas que no te lo advertí.
-Tú tranquilo, yo nervioso.
Aquella horda, dirigida por el dotado pandillero, seguía avanzando.
Instalaciones de la Luna de Mayo
-Bien - Eis se preparaba con su uniforme mientras sus efectivos se armaban -… Acosta, Ramos, Dimas, ustedes serán los subcomandantes de la operación de la zona Industrial. Acosta, dirigirás la defensa de Nogalar; Ramos, tú resguardarás el Viejo camino al Mezquital; Dimas, estarás en la retaguardia a cargo de Conductores. Necesitamos evitar que los Mutants pasen de la UVM.
-¿Cuántos son, comandante?
-Aproximadamente entre 10,000 u 11,000. Estoy totalmente seguro que vaciaron todos sus bastiones para hacer esta operación. Según los reportes de la inteligencia, este ataque es una de sus operaciones más ambiciosas para comenzar a tomar control de Monterrey. También tienen planeado desplazar a la Serpiente Blanca, pero... bueno, no hace falta entrar en más detalles.
-¡Eis!
El aludido voltea, viendo a Romeo y a Carlo correr hacia él.
-Romeo, pensé haberte dicho que cuidaras a Carlo; aún no se puede levantar. Además que les dijimos que no vinieran acá.
-Ya me siento mejor –dice Carlo bastante confiado-. ¿A qué hora entramos en acción?
-A ninguna hora. Ustedes se quedan aquí.
-Pero Eis - dice Romeo -, nos sentimos inútiles estando aquí. Permítenos por lo menos ayudar.
-Además son una bola de malandros –replica Carlo-. ¿Qué nos pueden hacer?
-Número uno: serán más inútiles estando en el campo de batalla; solamente nos estorbarán y todo se habrá ido por la coladera si los matan. Dos: esos “malandros”, como tú dices, están dirigidos por El J, un dotado que nosotros conocemos, y aunque no es el más poderoso de la ciudad, sí tiene suficiente poder como para acabar con ustedes.
-Puedo usar contra él lo mismo que hice en el entrenamiento contigo.
-Te matará antes de que puedas hacer algo.
-¿Qué sucede aquí? -Llega Kaiser a escena-. Se supone que ya deberían estar por Conductores.
-Pues -Eis señala con la mirada a los dos jóvenes-… ciertas personas me están quitando el tiempo.
-Romeo, Carlo, ¿qué hacen acá?
-Queremos ayudar.
-Claro que pueden: estando en sus habitaciones reposando. Me es increíble que Miroslava, siendo menor que ustedes, sea más disciplinada.
-Bueno, es que ella no quiere arruinar su hermoso peinado –Carlo responde con sarcasmo-.
-No hablaré más de esto, lárguense a sus respectivos cuartos –taja Kaiser-. ¿O tengo que ponerme de rodillas?
-Pues no estaría...
Romeo calla a Carlo al ponerle la mano en la boca antes de que soltara más impertinencias.
-No es necesario -dice Romeo entre risas nerviosas-… ya nos íbamos.
-Luego les daremos otra sesión de entrenamiento para que tengan más experiencia y puedan ir a otras operaciones similares.
-Claro, Kaiser. Vayan con cuidado.
Romeo se lleva casi a rastras a Carlo después de eso.
Instalaciones de la Serpiente Blanca, Santa Catarina.
-Veamos –Veyper hablaba consigo misma mientras revisaba unos archivos en su computadora portátil, sentada y cruzada de piernas en su silla ejecutiva y fumándose un cigarrillo-… aquellos gusanos al norte están causándoles problemas de plaga a los de la Luna de Mayo... Interesante… no sacaron a los chicos nuevos. Al parecer se quedaron en las instalaciones… ¿Será buena idea ir por ellos ahora? –La italiana coloca su mano en su barbilla de forma pensativa al mismo tiempo que coloca los pies sobre su escritorio-… Bueno, vamos a averiguar qué podemos hacer al respecto.
En ese instante, una lagartija se subió al escritorio de Veyper, comenzando a caminar por su pierna. La italiana toma al reptil del cuerpo, causando que el animal comenzara a patalear para que este fuera bajado.
-No temas, cariño, sólo quiero que me hagas un pequeño favor.
La italiana le da un beso a la cabeza de ese reptil; después de esto, la mujer comenzó a emitir un destello verde de sus ojos, provocando que el animal hiciera lo mismo de los suyos.
-Ve y haz sentir orgullosa a mamá.
Veyper suelta a la lagartija, provocando que el animal corriera a una velocidad inverosímil con dirección a la salida.
Comedores de las instalaciones de la Luna de Mayo.
-¡No puedo creer que no nos hayan dejado ayudarles! –dice Carlo mientras devoraba cual animal un plato con abundante carne, pollo y algunas guarniciones-. Digo, si necesitan que tengamos más experiencia y mostremos nuestros poderes, ¿qué mejor oportunidad que agarrando malandros a vergazos?