Sárkány, Hijos de la Estrella de la Mañana

Capítulo 10: Leviatán

Matehuala, San Luis Potosí, México.

La Lucertola se enfrentaba en desventaja numérica contra Amaya, Zholtye, Zamorano, Miroslava, Carlo y Romeo, aunque las cosas no parecían del todo disparejas; Kairos, a sabiendas de la desventaja, atacaba sin misericordia con golpes explosivos a los tres de la Fortaleza de Hierro, quienes esquivaban tanto sus arremetidas, como los bombardeos a distancia de Leo. En el otro combate, Noir daba ataques rápidos a la Trinidad quienes hacían todo lo posible por cubrirse, aunque la francesa no les daba tregua con su velocidad.

-¿Realmente esto es lo que busca nuestra jefa? Ni siquiera pueden defenderse bien.

Noir da una serie de patadas y golpes tan rápidos que parecía que esta se había multiplicado para atacar a los tres al mismo tiempo; una vez finalizada su arremetida, la francesa conecta una patada giratoria que acierta primero a Miroslava y luego a Carlo, pero el golpe que le correspondía a Romeo no sucede; ésta golpea a una ilusión.

-¿Pero qué... ?

Noir no vio venir un rayo rojo que conectó justo en el centro de su espalda, proyectándola lejos; al caer, termina rodando aparatosamente en el piso.

-Merde, eso dolió bastante.

Los reflejos felinos de Noir le advirtieron que se moviera, saltando al instante para evitar una gigantesca explosión que salió del piso, obra de Miroslava.

-Carajo...

No tuvo tiempo de pensar su próximo movimiento, puesto que tuvo que esquivar los golpes y las patadas rápidas de un Carlo que apareció casi de la nada. Al final, la francesa logra saltar y darle un rodillazo a la barbilla al joven, para luego despedirlo en pleno aire con una patada a la cara.

-De acuerdo, Noir, deja de jugar -esto se lo decía a sí misma cuando veía a los tres jóvenes reagrupándose y poniéndose en posición de pelea-.

En otra parte, Kairos era el que parecía que ahora tenía dificultades, puesto que Zholtye y Zamorano lo atacaban coordinadamente; el rápido ruso le daba combinaciones de golpes, patadas y ataques eléctricos que el de la Lucertola logra evitar, pero los poderosos, aunque lentos, ataques de Zamorano causaban que su defensa se entorpeciera; y tampoco es que las explosiones alocadas de Leo estuvieran ayudándole mucho.

-¡Deja de hacer explosiones y ven a combatir, Leo!

-Eso quisiera, pero... bueno... estoy ocupado.

Leo arrojaba explosiones no por nada; estaba tratando de evitar que avanzara una esfera azul gigantesca que se dirigía desde el cielo. Kairos no se había dado cuenta, pero logró divisar que esa bola de energía era obra de Amaya. Tras quedarse milésimas de segundo con un rostro pensativo, el israelí reacciona, dándose cuenta de que tenía que actuar antes de que su compañero quedara hecho cenizas.

-Apóyame con los otros dos y yo te apoyo con Amaya.

-Vale.

Kairos da un sonoro silbido para llamar la atención de Noir, quien voltea para ver que su compañero le indicaba a base de señas de que atraejara a la Trinidad a un solo campo de batalla, asintiendo ante esto; acto seguido, el ex-militar corrió hacia Amaya, dándo un gigantesco salto para dejarse caer con un gigantesco puñetazo; el impacto generó una gigantesca explosión, como si una especie de misil balístico hubiese caído en el campo de batalla.

La Trinidad se salió de concentración cuando vieron eso, lo cual Noir aprovechó para golpear a cada uno en el pecho con la palma de su mano, paralizándolos momentáneamente y luego arrojando a cada uno hacia donde estaban Zholtye y Zamorano que ahora estaban aguantando las explosiones de Leo; los dos soldados se distraen por la llegada repentina de esos cuerpos, lo cual le da a Leo la oportunidad de dirigirse hacia sus contrincantes mientras tenía en sus dos manos dos esferas brillantes; el español salta y se deja caer sobre sus adversarios, lo cual desata una gigantesca explosión de energía plateada, sacando fuera de combate al ruso y al mexicano.

En otro lado, al disiparse la explosión del ataque de Kairos, se nota que Amaya había detenido el golpe con su mano. No se veía para nada importunada; al contrario, estaba sonriendo como si lo disfrutara. El hombre cargaba con su rostro imperturbable.

-No esperaba menos de ti, eres digna hija de "El Vasco".

-¿Sigues obsesionado con él?

-Si no pude saldar cuentas con tu padre, entonces me tendré que conformar contigo.

-Con esa actitud jamás lograrás conquistar a las chicas.

Amaya chasquea sus dedos, provocando que su oponente saltara al sentir que la presión del lugar comenzaba a elevarse: la tierra donde estaban luchando se contrajo, hundiendo el piso en cuestión de segundos. Kairos tuvo que volver a esquivar una técnica que surgió del suelo: una fisura se creó en el suelo, saliendo de ahí una especie de cortina verde que se elevó; de haberlo tocado, éste hubiese terminado partido a la mitad. Tras caer al suelo, el hombre ve a la chica dirigirse hacia él a toda velocidad, enfrascándose ambos en un combate físico bastante parejo.

Leo y Noir, por su parte, rodeaban a la Trinidad que estaban paralizados aún.

-¿Crees que nos debamos preocupar por Kairos?

-Nah, el cabrón está divirtiéndose de lo lindo con la mina esa - Tras decir esto, Leo comenzó a reunir energía en sus manos-.

-No te vayas a pasar, recuerda que los queremos vivos.

-Si se mueren es porque no eran tan poderosos como creía la jefa -Leo coloca ambas manos extendidas, apuntando hacia la Trinidad-.

-¡Estás muy cerca, idiota!

-¡Estrella Extinta!

Sin embargo, antes de que pudiera hacer algo, Carlo se incorporó, dirigiéndose hacia su victimario y conectándole un brutal golpe en el estómago; Leo se agacha por el dolor, pero luego comienza a sentir descargas eléctricas que comenzaron a recorrer su cuerpo, causándole un dolor indescriptible.

-¡Aaaaaagh!




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