En algún lugar de Estados Unidos.
Una figura femenina, postrada en una silla de ruedas, permanecía en silencio con sus ojos cerrados en medio de una amplia y oscura habitación apenas iluminada por unas cuantas veladoras; dentro de la misma se podían divisar candelabros, armas medievales, un enorme piano y pinturas que adornaban el recinto; de estas últimas, llamaba la atención que la mayoría era una serie de grabados que retrataban el Apocalipsis.
Después de un largo periodo, la mujer de cabellos largos y blancos como la nieve, salvo un mechón negro en forma de fleco que le cruzaba la cara, abre de golpe sus grandes e inexpresivos ojos color acero que hacían parecer como si no tuviera alma dentro de ellos. Esta comienza a hablar de una manera suave, pero solemne y casi fantasmal.
-Babilonia ha despertado; montada sobre la bestia emprende su camino, seduciendo reyes y gobernantes. Todos beben su veneno y se embriagan con él; siervos de su voluntad, los subyuga para que ellos le ayuden a cometer su malavenido propósito: reinar sobre los hombres y derribar la así llamada "Nueva Roma". Pronto se le verá erigirse como nueva emperatriz del Viejo Imperio.
Esa mujer, cuyas facciones eran tan delicadas que cualquiera pensaría que se trataba de una niña de no más de 13 años, observa la palma de su mano derecha, cierra sus ojos y continúa monologando.
-Estandartes negros se ven marchar de oriente a poniente sobre el Jorasán; emprendieron su marcha al escuchar la primera trompeta sonar. Los muertos se levantan de sus tumbas, los estandartes negros siguen marchando… se acercan.
Tras decir esto, vuelve a abrir sus ojos de manera abrupta.
-Todo está listo... Los 4 Ángeles de la Muerte sobrevuelan… los 4 jinetes aguardan –esto lo decía mientras observaba esos grabados escatológicos que adornaban su habitación-. La marcha de Babilonia anuncia su llegada: "Él", quien reposa y espera; "Infestissumam", "El más hostil".
La de cabellos blancos hizo una pausa, procediendo a cerrar sus ojos apaciblemente.
-¿Se comprobará que las sagradas escrituras son ciertas? ¿O podrá el viejo y el nuevo humano mostrarnos que, juntos, pueden cambiar los mandatos del Ojo de la Providencia? -La mujer abre la palma de su mano donde tenía tatuado un "Delta Luminoso"-... sólo ellos tienen la respuesta.
La misteriosa mujer baja la cabeza lentamente, reposando de esa manera.
San Nicolás de los Garza, Nuevo León.
Un convoy de autos viajaba por las calles del municipio que poco a poco estaban siendo recuperadas por la alianza Anti-Serpiente; tropas americanas, de la Luna de Mayo, desertores del ejército mexicano y la Guardia Nacional patrullaban las calles. Kaiser viajaba en la parte de atrás de uno de los vehículos de esa caravana, teniendo a sus flancos a la mujer rubia y al afro-americano que lo rescataron; en el asiento del copiloto se encontraba Angra.
-No estoy entendido todo esto. ¿Qué hacen ustedes aquí? Me perdí de varias cosas en lo que estuve secuestrado.
-Todo a su tiempo, Kaiser –responde Angra sin cambiar su expresión confianzuda-.
-No me convence mucho eso.
-Las cosas no son tan simples como tú creíste. No sabes nada.
-¿Y por qué crees que te estoy preguntando, Einstein?
-Pronto lo sabrás. Por lo pronto, tanto nosotros como ustedes tenemos cosas más importantes de qué preocuparnos.
Llegando al municipio de Escobedo, Kaiser nota que las calles estaban repletas de soldados americanos.
-Espero que sea un chiste -se dice Kaiser a sí mismo-.
El convoy llega a una base ubicada al norte del municipio de Escobedo. Todos comenzaron a descender de sus vehículos a toda prisa, exceptuando Angra y sus acompañantes, quienes bajaron tranquilamente, escoltando a Kaiser. Los cuatro llegan a una oficina que estaba ocupada por nada más y nada menos que Isaak Hutzinger y Leonore. Angra y sus dos acompañantes los saludan militarmente.
-... debí de haberlo sospechado...
-A eso me refería, Kaiser -dice Hutzinger solemnemente-. A eso me refería.
El tiempo había pasado. Sentados en un par de sillones, Kaiser y Hutzinger ya tenían rato conversando; Angra y sus dos acompañantes permanecían de pie, mientras que Leonore estaba sentada en una silla justo al lado de su jefe.
-Lo escucho entonces…
-Como ya te lo había mencionado, nuestros "socios" son dotados que pertenecieron a Ignis; pero no lo malentiendas, Ignis ya murió.
-Te voy a creer -Kaiser decía con sarcasmo-.
-Que nos creas o no es algo que nos tiene sin cuidado. Tanto ellos como nosotros tenemos un objetivo: luchar por el orden, la paz y la estabilidad en el mundo. Ahora estos ex-miembros de Ignis son todos unos ciudadanos americanos que velan por los intereses de la nación.
-Luchar por el orden y la estabilidad no es algo que sea sinónimo de Ignis. Pero dime: ¿qué es lo que los hizo cambiar de opinión? ¡O mejor! Dime, ¿quiénes son los miembros de Ignis a los cuales les llegaron al precio?
-Solamente sobreviven 3 de los altos mandos: Radovan "Uriel" Savijevic, Caroline "Metatron" Hickenbottom y Hildegarde "Gabriel" Jormungandottir; la dama y los dos caballeros que ves aquí son gente de Gabriel.
-... tal cual como lo supuse. Debo decir que los estadounidenses han sido como una contradicción para mí; simplemente no puedo con ustedes. Se alían con fuerzas hostiles que, en su propio orgullo, creen que pueden controlar porque "'Murica, Fuck Yeah!", pero luego apenas se dan cuenta y todo les explota en la cara. ¿Qué les hace pensar que será diferente con ellos? Y más con una persona en extremo peligrosa como lo es Gabriel.
-Ahí va la respuesta a tu primera pregunta: ¿Qué nos hizo cambiar de opinión? Bueno, hay cosas las cuales parece que aún ignoras de los orígenes del Shoa y del por qué Ignis, siendo un grupo hostil como lo era en ese entonces, tenía un feudo con ellos, siendo otro grupo igual de hostil. Es fácil: Ignis no era un grupo que abogaba por la supremacía del dotado, sólo querían imponer su visión del mundo tanto para dotados y no-dotados; Shoa quería crear a un "Nuevo Dios" en base al “Proyecto Sárkány”. Gabriel sabía de la monstruosidad que era ese proyecto y decidió cooperar con nosotros para que no volviera a ver la luz.