San Nicolás de los Garza, Nuevo León.
Carlo y Miroslava estaban en pose de combate, mientras que los de la Lucertola permanecían relajados.
-¿Van a quedarse parados? ¿O ya vieron que es inútil enfrentarse a nosotros?
La pregunta de Kairos fue respondida con una explosión que éste sintió justo debajo de sus pies, cortesía de Miroslava, aunque los asesinos saltaron a tiempo.
-Siguen con sus trucos viejos…
A pesar de lo dicho por Kairos, ambos no se percataron de que Carlo había saltado también; posándose detrás de ellos, el joven conecta una patada a Noir, pero el golpe que planeaba darle al ex-soldado fue parado y contrarrestado en una especie de llave de judo desde el aire, con la cual se deja caer con su oponente tomado del brazo, dejándolo caer de costalazo; sin embargo, el israelí no vio unas patadas voladoras de parte de Miroslava que lo golpearon en el plexo, arrojándolo varios metros lejos. En pleno aire, Kairos dio una maroma hacia atrás, cayendo de pie, a la par que Noir se reagrupó con su compañero.
-No lo hacen nada mal.
-Tonterías. Solo tenemos que dejarnos de juegos. Destruction of Sodom!
-¡No lo esquives, Carlo!
Carlo obedece a Miroslava, quedándose donde estaba, al tiempo que la cortina de fuego invocada por Kairos engullo a los dos jóvenes; el susodicho notó que su técnica se expandía de forma que él sospechaba que algo pasaba dentro, así que procedió a correr hacia su propia técnica, sospechando lo que pasaba. A medio camino, los dos mexicanos salieron de la cortina de fuego; Kairos saltó, evitando una explosión de Miroslava, dejándose caer con un puñetazo volador sobre ella; la chica, con el puño aún incrustado en su rostro, se abraza de la extremidad de su enemigo para evitar ser expulsada por el puñetazo; esto fue aprovechado por Carlo quien se agachó, dándole un puñetazo al estómago al judío, el cual expulsó sangre de su boca por el impacto, aunque su rostro dijera que apenas sintió el impacto. Oliendo el peligro, los chicos se alejaron antes de que una explosión y una marejada de energía negra, invocada por Noir, los alcanzara.
-Interesante, acabo de perder mi estómago y mis intestinos…
Kairos se coloca la mano en su estómago, emitiendo un brillo de su mano, el cuál fue responsable de regenerar sus órganos perdidos.
-Listo…
-El siguiente será el corazón –Carlo dice desafiante-.
-Parece que dijiste que dejaríamos de jugar –dice Noir, aproximándose a Kairos-.
-Temo decir que me agarraron desprevenido. No volverá a pasar.
-Más te vale…
-Sólo que voy a necesitar que pongas más atención ante los detalles; de no haber reaccionado a la forma en la que mi ataque comenzó a mutar, nos hubiera costado el combate.
-¿Cómo?
-Esa chica –observa a Miroslava-. Si pudiste ver bien, mi cortina de fuego solo cae y consume; no tiene suficiente oxígeno para expandirse. Mi poder no trabaja así. Ella creó un movimiento de moléculas que causó que se creara un vacío de oxígeno en ella, provocando que el fuego se expandiera para buscar más.
-Pasó tan rápido que no me di cuenta.
-Se supone que eres rápida; estos chicos están ganándote en velocidad.
-Entonces es un reto –Noir sonreía retorcidamente mientras tomaba su cuchillo Buck Nighthawk-, me encanta.
Carlo y Miroslava se volvían a reagrupar. En eso, Kairos hizo una señal con su dedo a su compañera, quien se movió a tal velocidad que dio impresión de ser un holograma.
-¡Atrás!
Miroslava le daba esa indicación al chico, quien volteó para cubrirse de una Noir que iba a cortarle la garganta. La francesa volvió a moverse a velocidad supersónica, pero la de la Luna de Mayo invoca una especie de campo de poder que la asesina tuvo que evitar si no quería ser desintegrada, aunque en ese momento ambos salieron volando debido a una explosión que se sintió en el piso, cortesía de Kairos. Noir aprovechó esto para saltar e ir a por Miroslava; sin oportunidad de cubrirse, la garganta de la joven es cortada.
-¡Miros!
Carlo no pudo contraatacar, debido a que Kairos ya había saltado para estar frente a él, dándole soberano puñetazo al mentón que terminó expulsándolo varios metros hacia arriba. Noir y Kairos se reagruparon, pero son brutalmente golpeados por una fuerza invisible desconocida, expulsándolos varios metros en el aire y terminando ambos en el piso.
-¿Telequinesis?
-No, fue una onda de choque.
Tras responderle a Noir, Kairos observaba a una Miroslava, boca abajo y con su mano extendida; increíblemente, la chica ya no presentaba el corte en su garganta que había recibido, pero respiraba agitadamente.
-¡No es posible, se regeneró demasiado rápido! –Noir estaba sorprendida-. El tiempo de regeneración de un dotado promedio no hubiera sido suficiente para salvarse de morir desangrado.
-Creo que tú y yo sabemos que no son dotados promedio.
-No, pero aun así…
Pero antes de que siguieran hablando, dos rocas del tamaño de una pelota de fútbol se dirigieron hacia los de la Lucertola, quienes las bloquearon con un simple movimiento de mano, pero sintieron una especie de parálisis en sus respectivos brazos.
-… Interesante…
En ese momento de distracción, Carlo aprovechó para correr hacia Miroslava.
-¡Miros… !... ¡Ah, su puta madre! –Carlo se espanta al ver a Miroslava que estaba sin la herida en la garganta-. No mames, ¿qué no te habían… ?
-¡Deja de preocuparte por pendejadas y pon atención!
Carlo voltea y ve como Noir se dirigía hacia ellos a toda velocidad; éste la frena y la enfrenta en un combate cuerpo a cuerpo. Kairos iba a intervenir, pero Miroslava lo somete por detrás al pasar sus brazos por debajo de los de él y encerrando sus manos detrás de su nuca; acto seguido, una explosión se cierne donde se encontraban ambos, dejando al hebreo con parte de su ropaje quemado, y con severas quemaduras en rostro y brazos; no obstante, sus heridas se regeneraban rápidamente.