Sárkány Vol ll: Babilonia La Grande

Capítulo 8: Bajo la Lluvia

Nogales, Sonora, Estado Mexicano, Unión de Naciones Americanas.

La licenciada Lorena Tomassi iba caminando por los grandes pasillos de la base ubicada al norte de México, la iba acompañando una hermosa mujer de rasgos latinos y figura despampanante, cabello largo, castaño muy oscuro y adornado con rayos, cuya sonrisa seductora combinaba perfectamente con unos conspirativos ojos entrecerrados, quien vestía de una manera casual pero atascada de alhajas en manos y cuello.

La líder del Estado Mexicano se detiene ante la gran puerta que daba acceso a la oficina de Veyper.

-Hemos llegado, señorita Alsyf. Sólo permítame un momento.

La colombiana no le responde, solo miraba a sus alrededores con curiosidad; Tomassi tocó la puerta, para luego proceder a abrir, y decir con solemnidad a quien estaba dentro:

-Mi señora, la señorita Alsyf está aquí.

La mujer de tez morena no escuchó que le hayan confirmado que pudiera entrar, solo vio a Tomassi quien asintió y se dirigió a su invitada nuevamente.

-Adelante.

Tomassi invita a la invitada a pasar, la cual ni siquiera agradeció, solo seguía volteando a ver a sus alrededores con infinita curiosidad. A la primera que Alsyf ve es a Veyper, quien estaba sentada detrás de su escritorio, con su barbilla apoyada en su mano de una manera bastante elegante y femenina; atrás de ella, como guardianes, estaban los de la Lucertola; delante del escritorio y de pie, estaban la Mano Nera, su acólito Borgia, y W. Kidd. El rostro de Alsyf se ilumina cuando ve al italiano, y comienza a hablar con un marcado acento colombiano.

-¿Qué más, Kukito? No sabía que usted también estaba invitado –dice alegremente la colombiana a La Mano Nera-.

-Kukito –Borgia repite en voz baja, aguantándose la risa-…

-Te agradecería que ya no me dijeras “Kukito”.

-¡Ay, Kukito! No sea boleta –dice alegremente la chica-. Si usted y yo nos conocemos desde hace mucho.

-Y la discreción murió este día –se dice para sí mismo La Mano Nera-.

-Qué sorpresa, ¿entonces se conocen? –Interviene Veyper, quien se puso de pie y se dirigió hacia Alsyf, bastante divertida por la conversación-.

-Así es… ¡Ay, pero qué tonta soy! No me presenté: soy Alsyf, mujer de negocios y experta en crear caos. Soy una gran admiradora suya.

La mujer se acerca a Veyper y la saluda de beso en la mejilla. La italiana no pareció importarle, ya que le llamó la atención la forma de ser de la latina.

-He escuchado mucho de ti, pero no he tenido tiempo de preguntarle a Tomassi acerca de tus habilidades. Sé también que eres una experta en el “caos”.

-Cuando se necesita que una revolución se haga, o que un gobierno caiga, yo pongo las condiciones para que eso suceda. Si no se logra, le devuelvo mi dinero y le doy una cortesía –la mujer guiña su ojo a Veyper-.

-Interesante. También sé que te hiciste con el liderato de la sucursal de la Serpiente Blanca en Ecuador y Venezuela. Cuéntame más sobre eso.

-Claro. Originalmente Tomassi se contactó conmigo debido a que sabía de mis trabajos en África y el Sureste Asiático; me pidió la tarea de desestabilizar Colombia; apoyar al movimiento de la Serpiente en los países que, teóricamente, estaban bajo su poder que eran Venezuela y Ecuador, pero noté que la organización no estaba bien consolidada ahí, porque sus líderes no eran más que unos gusanos que se vendían a cualquier líder criminal de poca monta con tal de sacar provecho. Así que le propuse a Tomassi que si purgaba a la Serpiente de esos países desde adentro, entonces me encargaría de tomar Colombia y varios países a sus alrededores; le dije que no me pagara hasta ver resultados. Y pues… Ta-dan –Alsyf alza los brazos mientras emitió esa tonadita-.

Veyper silba de  impresión.

-Tomassi, muchas gracias por encontrar a esta mujer. Realmente te luciste.

-No tiene por qué agradecerme. Siempre busco lo mejor para la mejor.

-Parece que tú y yo nos llevaremos muy bien –Veyper se vuelve a dirigir a Alsyf-. ¿Estaría de más si te pregunto la relación con mi compatriota?

-Tuvimos cierta rivalidad en negocios. Es muy eficiente, pero parece que cuando las cosas no le salen como quiere, o cuando le roban clientes, llega a hacer unas rabietas de campeonato. Me encanta chimbearlo.

-Me encanta ver que aún no tomas con seriedad este tipo de trabajos, y mucho menos cuando estás ante una persona como la que ves ahora mismo.

-Tranquilo, sumercé. Estoy segura de que la señorita Veyper es una dama con un buen sentido del humor.

-Depende de la persona, pero creo que contigo puedo hacer una excepción.

-Es mi encanto natural.

-Bueno, lamento acortarte esa energía, pero es hora de hablar de negocios.

-Estoy lista.

-El motivo por el cual los llamé aquí es porque ustedes serán las piezas más importantes para esta operación que está por destruir el mundo como lo conocemos. Ustedes me ayudaran a desatar al “Ángel Exterminador”, aquel que posee la llave del abismo: Abadón.

-“El que lidera la plaga de langostas que lanzará sobre los enemigos de Dios” –parafrasea Alsyf al libro del Apocalipsis-. Aunque la pregunta es, ¿quién será Abadón y quien será Dios?

-Nosotros somos Abadón y yo soy Dios. Yo seré la nueva diosa de este mundo.

-Suena demasiado egocéntrico, ¿no lo crees?

-¿Cómo te atreves a hablarle de esa manera a la señorita Conti? –Pregunta Tomassi indignada a W. Kidd-.

-No, no. Tranquila Tomassi, ella tiene razón. Es egocéntrico porque, a decir verdad, ¿tú quién crees que tiene el poder, la inteligencia y los ovarios para ser la señora de este Nuevo Mundo? ¿Quién es capaz de guiar a este nuevo ser humano hacia un próspero mañana?

-Usted, claro está –sonríe W. Kidd-. Y le agradezco que haya sabido interpretar mis palabras, puesto que yo decidí trabajar para usted porque supuse que no es aquella que hace falsas promesas solo para obtener poder.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.