Saturn [# 1 Cerises] Nueva Version

• Un pequeño vistazo al pasado II •

EL PRIMER DUELO - PARTE 1 (LO QUE TODO EL MUNDO SABE)

No sabes lo fuerte que eres hasta que ser fuerte es la única opción que tienes.

Bob Marley.

 

24 de diciembre 1997

Nueva York, EE. UU.

 

Perder a un ser querido siempre es doloroso, sobre todo cuando esos seres son nuestros padres.

He escuchado decir que los padres e incluso los hijos son ángeles prestados por Dios. Pero cuando Dios los reclama, nos deja la prueba más difícil, que es seguir nuestro camino por cuenta propia.

Cuando la tragedia llegó a la familia Williams, justo en la Navidad, se marcó un cruel antes y después de aquel evento.

— El avión en el que viajaban los señores Williams sufrió un ataque, no sabemos quién lo provocó o si el causante viajaba en el mismo — informaba el policía con pesar, pero sin perder el profesionalismo.

— Por dios, oficial, ellos no tenían enemigos, siempre han sido queridos por todos — explicó entre sollozos Sophie.

— Lo siento mucho, señora, le prometemos que la investigación seguirá hasta las últimas consecuencias.

La parte más difícil para nana Sophie fue darle la noticia a la pequeña Lorena de tan solo doce años.

Cuando volvió a la cocina donde la pequeña continuaba cortando galletas alegremente, el peso de dar la noticia se volvió aún peor.

— Mi niña — la llamó con voz ahogada.

—¿Sí, nani? — contestó Lorena de forma distraída, aun concentrada con la masa de las galletas. Quería que quedaran perfectas para cuando su padre las viera, así las comería todas.

Sophie se acercó a ella y detuvo su acción tomándola de las manos, la pelirroja volteó a verla y su rostro entero se volvió de preocupación.

— ¿Por qué lloras nani?

— Mi niña, ven, tenemos que hablar.

La dirigió a la sala de la mansión y cuando ambas estuvieron sentadas en el largo sofá, la tormenta inició.

— Lore… mi niña, tus papis… — comenzó, pero se detuvo un momento para pasar el nudo que se formó en su garganta — Ellos, han sufrido un accidente — dio la noticia con cautela.

— ¿Qué? — dijo Lore levantándose de su sitio — ¿Pero están bien, cierto? Debemos ir a verlos nani ¿En qué hospital están?

La pequeña pelirroja estaba por salir corriendo, pero Sophie la detuvo, abrazándola, para de esa forma encontrar un poco de valentía y finalmente pronunciar:

— Mi niña, lo siento mucho, ellos no… no sobrevivieron — expresó finalmente, Sophie, derramando gruesas lágrimas.

— No, no, no… ellos no… — el rostro de Lorena se volvió pálido y sus mejillas se empaparon igualmente de pesadas lágrimas que encapsulaban dolor, el dolor de una niña que perdía por primera vez algo que amaba con fuerza.

A esa corta edad de doce años, Lorena descubrió lo que era vivir un duelo, lo que era perder algo importante y tener que adaptarse a la nueva realidad, pero bien dicen que cuando uno tiene a todavía a un ser querido en la tierra, superar puede ser un poquito más fácil.

Durante unos meses Lorena se negó a aceptar que sus padres habían muerto, incluso después del sepelio, cuando la etapa de la ira hizo acto de presencia, la desahogó principalmente con su nana, siendo este su pequeño tiempo de “rebeldía”.

— ¡Que no quiero! ¡¿Acaso no puedes entenderlo?! No quiero celebrar esas tonterías, no quiero nada ¡Tu y Nick pueden irse al carajo!

— ¡Lorena! — reprendió Nicholas, pero fue ignorado por la pelirroja.

Para cuando llegó su etapa de negociación, comenzó a aceptar un poco la realidad y con ello se desató el sentimiento de culpa por la forma en que había desquitado parte de su dolor con la persona que más la quería, su nana Sophie, claro que esta última siempre le recordó que ella entendía y que no le reprochaba nada.

— Perdóname, perdóname, nani, yo de verdad lo siento mucho — pronunciaba Lorena mientras abrazaba con fuerza a Sophie.

— Mi niña, no tengo nada que perdonarte, sé lo complicado que es vivir un dolor así — la tomó del rostro y le sonrió —. Vamos a salir adelante ¿sí? Te prometo estar aquí por mucho tiempo, mi Lore querida.

Y finalmente la etapa de depresión tocó a su puerta, y con esta venía el último golpe de realidad; se negaba a comer, a salir, a hablar, se negaba a vivir, pero fue aquí donde más se fortaleció su amistad con Nicholas, fue él el que más se esforzó por sacarla de esta etapa del proceso del duelo.

— Vamos cerecita, muchos te extrañamos, queremos verte sonreír nuevamente — pronunciaba Nicholas mientras yacían abrazados en la cama de la pelirroja.

— No sé si pueda Nick, me duele y es un dolor terrible, porque no es físico, sino del alma.

— Juntos lo lograremos ¿sí? Nani, tu y yo lo lograremos cerecita — aseguró el pelinegro y dejó un cariñoso beso en la frente de Lorena.




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