Saturn [# 1 Cerises] Nueva Version

• 16 - Prometer y esperar de más •

Ambos se dañan a sí mismos: el que promete demasiado y el que espera demasiado.

Gotthold Ephraim Lessing

 

POV. Lorena Williams

 

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30 de mayo 2000

5th Avenue, Nueva York, EE. UU.

— Mira que lindo vestido, cuando sea grande me casaré con uno igual o más bonito — pronuncié, sonriendo y viendo a través de la vitrina del local, un hermoso vestido de novia.

— Seguro que sí y yo voy a estar presente en el día más feliz de tu vida.

— Yo también estaré en el día más feliz de tu vida, en todos los días felices de tu vida.

— ¿Promesa? — Nicholas levantó su dedo meñique, provocando en mí, una sonrisa.

— Promesa — respondí entrelazando mi dedo meñique y dejando en ambos dedos un ligero beso, acto copiado por él.

Desde esa edad, comencé a quererlo, de una forma algo diferente a la acostumbrada y esperaba que la promesa se cumpliera algún día, con él y conmigo, en camino al altar.

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23 de abril 2015

NewYork-Hospital, Nueva York, EE. UU.

 

El aroma del alcohol se filtró por mis fosas nasales y el pitido constante de una maquina llegó a mis oídos, provocando que despertara. Sentía el cuerpo pesado, mis ojos se sentían cansados y se me dificultaba moverme con soltura.

Cuando al fin logré por completo mi despertar, de inmediato volví a cerrar mis ojos, pues la luz de golpe me ocasionó algo de dolor en la vista. Algunos segundos después, fue que pude enfocar el ambiente a mi alrededor.

Una habitación completamente blanca, inundada del olor que más detestaba y los sonidos que más temía.

Un hospital.

Levanté mis manos para mirarlas y en una de ella yacía una jeringa incrustada en mi piel, miré a mi alrededor, encontrándome con el porta sueros y a mi lado derecho la máquina que mostraba mis signos vitales.

Eché mi cabeza hacia atrás contra la almohada, con algo de frustración. De verdad detestaba los hospitales, la razón era más que obvia, reconocer a mis padres en uno, luego de recibir la noticia de que habían muerto y después haber recibido la noticia de cuando mi nana murió, simplemente no tenía agrado hacia ellos.

— Me alegra que hayas despertado — la voz de la doctora Montgomery, mi doctora desde hace años, me sacó de mis pensamientos.

— ¿Cuánto llevo aquí? ¿Qué día es? — pregunté de inmediato.

— Llevas tres días aquí, hoy es veintitrés de abril. ¿Recuerdas algo de lo sucedido? — preguntó al tiempo que checaba mis signos y hacía algunas anotaciones en una carpeta que supongo, era mi expediente.

— Solo que estaba en la oficina y vi algo que me impactó… luego de eso, recuerdo escuchar la voz de Hanna algo lejos y después nada — respondí, haciendo una mueca.

— Bien, ¿puedo saber qué fue lo que te alteró de esa manera? — inquiero con cautela.

— Una noticia, pero prefiero no hablar de ello — le respondí algo cortante.

— Está bien, no te obligaré a decirme, pero debes de seguir mis indicaciones, yo sé que no podemos hacer nada con tu situación, pero necesito que no vuelvas a exponerte a algo similar — dijo con la suficiente seriedad.

— No te preocupes, seré precavida — afirmé.

Luego de analizarme unos segundos con la mirada, asintió creyéndome. — Hanna me ha dicho que ya sabe, así que ella se encargará de que no pase nuevamente. Y quiero que sigas con el medicamento.

— Bueno, si ella sabe, entonces ya no te preocupes más doc — le sonreí.

— Dejaré que pase a verte, ha estado los días enteros aquí, esa chica de verdad te considera su familia.

— Lo sé — confirmé sus palabras, con una sensación cálida recorriendo mi interior.

— Ah, afuera también está Thomas y su hija, igual dejaré que pasen. Prepararé lo de tu alta.

— Gracias.

Acariciaba la espalda de Hanna, quien se encontraba aferrada a mi cuerpo. Desde que la doctora le había dado el pase a la habitación corrió subiéndose rápido, pero con cuidado, a mi lado en la camilla. Y en esa posición se quedó dormida mientras esperábamos el alta.

— Entonces, ¿se casa? — preguntó Thomas, que estaba junto a su hija, sentados en el sofá que había en la habitación.

— Si, por eso me desmayé.

— ¿Y qué piensas ahora al respecto?

— Quiero asistir, aunque es obvio que no me invitarán, es una promesa de niños y quiero cumplirla. Además, es momento de aceptar que jamás se dará algo más entre él y yo.




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