• Alviria & Thomas •

UNA NUEVA OPORTUNIDAD PARA AMAR

Tal vez amar es aprender

a caminar por este mundo.

Octavio Paz

16 de junio 2015

Mecklemburgo, Alemania

Tenía el tiempo encima, no iba a terminar a tiempo y todo debía quedar listo para cuando Lorena llegara.

Corrió de un lado a otro en la gran cocina, terminando los platos del desayuno cuando por la ventana visualizó el coche estacionándose y una sonrisa cruzó sus labios.

Al fin vería a Lorena, la extrañaba y es que eran buenas amigas a pesar de los diez años de diferencia entre sus edades.

Se lavó las manos y secó con un trapo, finalmente salió de la cocina encontrándose con los visitantes.

— Guten Morgen, Fräulein Williams [Buenos días, señorita Williams] — saludó con una sonrisa.

— Guten Morgen, Alviria [Buenos días, Alviria] — sonrió Lorena y la estrechó entre sus brazos —. Mira, estos son mis acompañantes de estos días — dejó uno de sus brazos sobre los hombros de la mujer y la acercó a los demás —. Thomas, mi socio y amigo; su hija Amelia y Hanna mi mejor amiga.

Por un momento, la mirada de Alviria se detuvo por completo en el hombre que fue presentando en primera estancia, pensando en lo atractivo que era, pero al escuchar de su hija, supuso que era casado, por lo que suspiró internamente con desanimo.

— Un gusto conocerlos — asintió y sonrió —. Es bueno volver a verte Lore.

— También me alegra volver a verte.

— Llamaré a Adal para que suba las maletas, mientras acompáñenme, he preparado un desayuno exquisito para ustedes.

Los guio a la mesa, y en un ambiente armónico disfrutaron del delicioso desayuno que Alviria había preparado para recibirlos.

∞

23 de junio 2015

— ¡ADAL! — Alviria corrió hacia él.

— ¿Mmh? — Adal volteó confuso, hasta que vio a Alviria frente a él —. Oh… Was ist los, Alvi? Du brauchst etwas? [¿Qué pasa Alvi? ¿Necesitas algo?]

— Emm… Heute werde ich die Pflanzen gießen [Hoy yo regaré las plantas] — afirmó Alviria, quitándole la manguera.

— Aber Sie mögen es nicht, die Pflanzen zu gießen [Pero a ti no te gusta regar las plantas] — replicó Adal, frunciendo el ceño.

— Nun, jetzt habe ich Lust, es zu tun. [Pues ahora me apetece hacerlo]

Regar las plantas no era la actividad que más divertía a Alviria, de hecho, siempre se negaba a hacerlo o bien, lo hacía de mala gana, por ello Adal, durante unos segundos la vio sorprendido de que, por voluntad, quisiera hacerlo. La dejó, pero cuando vio a donde miraba Alviria entendió porque lo hacía, así que sonrió divertido y se alejó a realizar otras actividades.

…

No se movió.

Ni un centímetro.

Regó el mismo bloque de plantas durante varios, varios minutos.

Lo que Alviria no había notado era que Lorena la veía a la distancia desde que le quitó la manguera a Adal.

—  Vas a desaparecer a Thomas, Alviria.

—No sé de qué hablas — habló rápidamente y buscando ocultar el sonrojo de sus mejillas.

— Oh vamos, conmigo no tienes que fingir. Desde lo del bastardo de Anton, no le has dado una oportunidad al amor, aún eres joven, puedes hacer una vida, no quiero que te sigas encerrando en esta mansión, que, aunque es de ayuda tenerte aquí, no es lo que tu madre hubiese querido para ti.

Claro, Anton, gracias a esa relación fallida donde era maltratada psicológicamente y engañada a diestra y siniestra, no se había vuelto a fijar en nadie.

— Claro, joven. Si joven es que tengo cuarenta, definitivamente no tenemos el mismo concepto de juventud — suspiró con pesar.

— Pero claro que eres joven, además, Thomas no te lleva tantos años, solo son doce de diferencia, casi nada.

Alviria dirigió su mirada nuevamente hacia Thomas, pensando en lo guapo que era, con su pelo rubio oscuro, ojos verdeazulados, una complexión que no parecía de un hombre que rondaba los cincuenta.

Realmente atractivo.

— Anda, anímate, es divorciado — le guiñó un ojo.

Ante tal información, Alviria se sorprendió, pero de inmediato pensó en que quizás la hija de Thomas no tomaría a bien que ella se acercara a su padre con esas intenciones.

— Pero… ¿y si su hija se molesta o algo así?, no quiero hacer que padre e hija se peleen — negó de inmediato.

— Ah, por eso no te preocupes, Amelia es una de las más interesadas en que su padre encuentre nuevamente la felicidad.