Es una locura odiar a todas las rosas sólo porque una te pinchó. Renunciar a todos tus sueños sólo porque uno de ellos no se cumplió.
El Principito
POV. Lorena Williams
1 de julio 2015
Paris, Francia
— Lorena Williams — escucho mi nombre ser pronunciado con una voz francesa, ronca y sensual, que provoca un estremecimiento en todo mi cuerpo. Levanto la mirada del libro que yace entre mis manos y: — Bien sûr... Comment oublier ce visage angélique? [Por supuesto… ¿Cómo olvidar este rostro angelical?]
Luca Cornell
Pondremos un poco de contexto.
En estos días, no se puede negar que Nicholas figura como uno de los mejores cardiólogos de Nueva York, pero si hablamos a nivel mundial, Luca, el hombre que en estos momentos me ve con una sonrisa radiante, es el médico que siempre será capaz de sacar el lado más competitivo de Nick.
Vamos que, no me malinterpreten, Nick es un excelente médico, es mi amigo y le quiero, pero Luca ha hecho logros impresionantes en su carrera, principalmente porque busca seguir dejando en alto el nombre de su abuelo y la clínica perteneciente a la generación de médicos de los Cornell. Lo anterior, debido que su padre y su abuelo, le heredaron el cargo principal apenas notaron que contaba con la experiencia debida.
Bueno, realmente, las posibilidades de encontrarme con él, no podría decir que eran las más altas, al menos, no después de que nuestro último encuentro fue en aquella fiesta universitaria, cuando teníamos veinte años.
Y como buena mujer de negocios, enterada de las noticias de todo tipo, sé que, de las dos clínicas más reconocidas a nivel mundial, una de ellas es la de los Cornell. Sin embargo, ambas son tan buenas que, nunca se ha dado un primer y segundo lugar, simplemente ambas figuran en el primer puesto.
— Luca — pronuncio su nombre con una sonrisa, de por medio.
— No puedo creer que te encuentre aquí. ¿Puedo? — pregunta señalando una de las sillas frente a mí.
— Por supuesto, adelante.
Se sienta sin despegar su mirada de mí, y en algún momento, supongo que producto de mi imaginación, siento que contempla todo mi cuerpo.
Antes de volver a hablar, llama a uno de los camareros y pide un café, para posteriormente regresar toda su atención a mí.
— Estas igual o incluso más guapa a cómo te recordaba — con ese comentario y la voz que se carga, provoca que me sonroje y desvíe levemente mi mirada, pero también provoca una sonrisa en mí, de esas que me había olvidado de que podía dar.
— Gracias, tú también te ves muy bien, tiene años que no nos vemos, bueno, en revistas siempre se te ve. El mejor médico cardiólogo a nivel mundial, presidente y actual dueño del Hospital Cornell uno de los mejores hospitales junto al Centro Médico Éternité — respondo, elogiándolo.
— No me sorprende, mujer de negocios, siempre informada. Podría elogiarte también, la mejor y más joven publicista de Nueva York, dueña de la más reconocida agencia publicitaria, dos veces invitada como conferencista de uno de los eventos más importantes de mercadotecnia y publicidad en Wisconsin, premios y premios ganados, entrevistas y demás. La extraordinaria, Lorena Williams.
Que me dijera guapa era algo… ¿normal?, pero que sepa tanto de mí, me asusta, pero, por alguna razón, también forja en mi pecho un calor agradable que hace mucho no sentía.
¿Qué está pasando?
— Y dime, ¿estás de vacaciones? — pregunta casual, mientras bebe un poco de café.
— Algo así, he decidido tomarme un tiempo para mí y para compartir con unos amigos que son más que nada mi familia.
No sé cómo sentirme al darme cuenta de que no he perdido ni un solo segundo de su atención.
Luca es el tipo de hombre que, muy difícilmente, pasa desapercibido; con su gran altura, su cuerpo realmente bien formado, su cabello negro azabache y sus ojos, tan azules, con esos tonos grisáceos que asemejan a una tormenta, pero también a un cielo lleno de calma. Y no puedo dejar de lado su rostro que representa una masculinidad impresionante.
Por un momento, vi un poco de cambio en su expresión alegre, como si se estuviera debatiendo con algo, quería leer su expresión, saber que le había hecho borrar un poco la sonrisa con la que llegó y se había mantenido por un largo rato.
Claro que, no tuve que esperar mucho para obtener la respuesta.
— ¿Te casaste con Wright? — preguntó con seriedad.
Simplemente mi reacción fue de sorpresa por la pregunta, pero también por el tono en que lo dijo, aun así, decidí dejarlo pasar.
— ¿Cómo? No, no estoy casada con él, bueno, ni con él ni con nadie — respondí de inmediato.
Extrañamente, todo en mi tuvo la necesidad de aclarar sus ideas, lo más pronto posible.